Al principio, Melodía solo quería comprar unos lentes de sol, pero al entrar en el centro comercial, no pudo evitar ir a ver la ropa y se probó algunas prendas.Celeste estaba sentada en el sofá, hojeando una revista mientras esperaba.—Señorita Torres —de repente se escuchó la voz de una mujer a su lado.Celeste volteó y vio a Isabella y la señora parada a su lado. No pudo evitar fruncir el ceño.Esta vez no sería una coincidencia…Cerró la revista y les dijo con tono indiferente: —¿Qué asunto tienen conmigo?—Señorita, me llamo Marina Vargas, y soy la madre de Isabella. Me gustaría tener una breve charla contigo, ¿podemos buscar un lugar y sentarnos un poco?La actitud de Marina no era tan mala, pero Isabella tenía una expresión fría y altanera.Celeste frunció un poco el ceño.Hubo un breve silencio entre ellas.—Si lo que quieren es que me vaya de la capital, pues la conversación ya no es necesaria porque no me iré. Además, ya no me interesa tu yerno —habló Celeste.Estaban en un l
—Estoy en el centro comercial con Melodía. ¿Qué pasa?—¿No dijiste que ya no podía caminar por el dolor?La voz del hombre era profunda y penetrante.Por la mañana había tenido un fuerte ejercicio en la cama antes de ir al trabajo. Él finalmente la soltó cuando ella ya no podía soportar más. Después de eso, él la cargó al baño para darse una ducha juntos, sin embargo, él se dio cuenta de que la delicada parte la joven ya estaba completamente hinchada, por lo que él le aplicó el ungüento especial después de la ducha.En ese momento, ella estaba lúcida y al recordar esas escenas, su rostro se sonrojaba una y otra vez.Melodía estaba a su lado, escogiendo la ropa. Como también había escuchado las palabras, le lanzó una sonrisa pícara a Celeste.Celeste ya no sabía qué responderle a Lorenzo, así que se alejó a una esquina, exclamándole en voz baja: —No digas esas cosas, ¡me fastidias!Su tono era un poco mimoso, y aunque estuvieran hablando por teléfono, Lorenzo podía imaginarse su expresi
Celeste no tenía nada que comprar y después de dar un gran recorrido del centro comercial, solo encontró un osito fresa que le gustaba mucho, así que lo compró.Mientras los dos estaban eligiendo cosas, de pronto sonó el móvil de Celeste. Lo sacó y echó un vistazo a la pantalla. Después de ver el número, dudó un poco antes de contestarlo.—Señora Rodríguez, ¿qué pasa?—¡La policía vino a arrestar a tu padre! ¡Ven aquí rápido! —exclamó Rosalina.Antes de que Celeste pudiera preguntarle qué había ocurrido en realidad, la otra ya colgó la llamada.—Celeste, ¿aquella señora de la familia Jiménez aún te está obligando a ayudarlos?Melodía, quien estaba probándose un vestido de edición limitada, frunció el ceño al escuchar eso.Celeste suspiró y en pocas palabras le explicó que ella era la hija ilegítima de Manuel y le contó sobre los conflictos entre las familias Jiménez y Morales.Melodía se quedó estupefacta: —¿Manuel Jiménez es tu padre…? ¿Y él es el culpable de la muerte del padre de Ja
Isabella miró fijamente a Celeste, con una clara expresión de burla.¡Estúpida!¡Ella realmente se atrevió a llamarle a Lorenzo!—Oficial, no pierda más tiempo. ¡Llévaselos! —le dijo al oficial.Si Lorenzo realmente llegaría, ella tenía que hacer que el problema se volviera aún más grave.La policía les dio un orden a sus subordinados de inmediato: —Lleven a todas las personas relacionadas con la familia Jiménez a la comisaría. Si alguien rechaza a cooperar, ¡lo consideremos como una obstrucción a las autoridades!—¡Nadie puede llevársela a Celeste!Melodía se puso frente a Celeste de inmediato para protegerla.El oficial le dijo fríamente: —¡No tienes el derecho de tomar decisiones! Si aparece algún tipo de obstrucción, ¡te arrestaremos también!—Entonces, ¿si tengo yo el derecho de tomar las decisiones?De repente, resonó una voz masculina desde la puerta de la villa.Era Jacob, quien se acercaba con grandes zancadas. Se vestía un traje de azul ligero. Con su figura erguida, su rostr
—Señor Vargas —lo saludó Melodía después de bajar del auto—, Celeste se quedó dormida en mi coche.Aunque ya estaba acostumbrada a ver a todo tipo de apuestos en el mundo de espectáculos, aun así no pudo evitar un pequeño momento de admiración al ver a Lorenzo. ¡Qué hombre más apuesto!En ese momento, Lorenzo la miró con ojos serenos.Esta mirada hizo que Melodía sintiera escalofríos y casi se quedara congelada por su mirada.Él no dijo nada más, se acercó al auto, abrió la puerta y vio a la joven dormida en el asiento del copiloto.Se inclinó para cargarla en brazos y se dirigió hacia la entrada.Durante todo el proceso, Lorenzo ni le dirigió una palabra más ni la volvió a mirar.Melodía volvió en sí y se sorprendió mucho, pensando para sí: «Ese hombre es más frío y distante que mi imaginación...»Después de miedo, exclamó en el corazón: «¡Qué bonita es la escena cuando él la cargaba así!»Esa aura de romanticismo, cariño y dulzura era mucho mejor que esas escenas idealizadas que se v
En el segundo piso.Celeste no regresó al dormitorio, sino que corrió a una sala de invitados y cerró la puerta rápidamente.Sus palabras enojaron a Lorenzo, un hombre de tan mal genio... Ella quería esconderse primero y esperaría a que se le pasara el enojo para salir.¡Clac!Al sentarse en el sofá, escuchó que se abría la puerta.Giró la cabeza y vio al hombre entrar a grandes pasos desde el pasillo, y abrió los ojos como platos por susto, exclamando: —¿Cómo entraste?Lorenzo la miró fijamente con una sonrisa fría: —Esta es mi casa, y tengo la huella digital de cada cerradura de las habitaciones.Celeste se quedó sin palabras...¡Se le había olvidado por completo eso!Ella ya no tendría oportunidad de escapar, porque Lorenzo la arrojó directamente a la cama.—¡Ah!Celeste soltó un grito de sorpresa, su cuerpo rebotó débilmente, y al siguiente instante, el hombre la presionó con fuerza debajo de él.—¡No!Su bello rostro se arrugó como un bollo y empujó los anchos hombros de Lorenzo c
—No, sé quién soy y acepto todo lo que digas —le respondió Celeste con serenidad.Él era su patrocinador. ¿Con qué derecho hacerle berrinches?Lorenzo sonrió con desdén. ¿Desde cuándo ella era tan obediente? ¿Qué aceptaría todo lo que él dijera?Cuando le pidió que se pusiera la ropa interior, ¡ella lo había rechazado!Entrecerró los ojos: —Si te pones eso y me complaces esta noche, te dejaré quedarte en casa.El rostro de Celeste se sonrojó intensamente. Quería quedarse, pero realmente no podía soportar ver esa prenda: —¿Puede ser otra cosa?—Si no quieres ponértela, ve a hacer tu maleta de inmediato.Celeste se quedó inmóvil en su lugar...Realmente no quería ponérselo, sin embargo, no tenía otra opción.Apretó los dientes, se armó de valor, tomó la prenda y habló con el rostro ruborizado: —Levántate primero, voy a cambiarme.Hacía un momento aún se negaba rotundamente a ponérsela, ¡y ahora accedió solo para no acompañarlo de viaje!El hombre se puso enojado de inmediato. Desde su po
Anoche, cuando Lorenzo revisó a Celeste, se dio cuenta de que sus heridas eran un poco graves, con desgarros e inflamación severa.Volvió a aplicarle la medicina con cuidado, cubriendo todas las áreas heridas.Tras terminar de curarlas, tiró el ungüento a un lado y, con sus grandes manos ardientes, atrajo a Celeste hacia él, besándola intensamente en los labios, como si quisiera devorarla por completo...Poco después, Celeste se sentía floja y débil por el beso, con sus ojos brillantes y nublados por la bruma del deseo.—Quédate en casa y descansa bien, llámame si pasa algo.Los oscuros ojos de Lorenzo la miraron desde arriba. Cuando habló, su cálido aliento soplaba ligeramente la mejilla, lo que la hizo estremecerse ligeramente. Solo asintió con el rostro sonrojado.En realidad, en su corazón, ya no pudo evitar rogarle amargamente: «¡Qué te vayas rápido...!»En ese momento, sonó el teléfono de Lorenzo. Era Andrés llamándolo para recordarle el tiempo.Lorenzo colgó la llamada y volvió