Capítulo 229
Anoche, cuando Lorenzo revisó a Celeste, se dio cuenta de que sus heridas eran un poco graves, con desgarros e inflamación severa.

Volvió a aplicarle la medicina con cuidado, cubriendo todas las áreas heridas.

Tras terminar de curarlas, tiró el ungüento a un lado y, con sus grandes manos ardientes, atrajo a Celeste hacia él, besándola intensamente en los labios, como si quisiera devorarla por completo...

Poco después, Celeste se sentía floja y débil por el beso, con sus ojos brillantes y nublados por la bruma del deseo.

—Quédate en casa y descansa bien, llámame si pasa algo.

Los oscuros ojos de Lorenzo la miraron desde arriba. Cuando habló, su cálido aliento soplaba ligeramente la mejilla, lo que la hizo estremecerse ligeramente. Solo asintió con el rostro sonrojado.

En realidad, en su corazón, ya no pudo evitar rogarle amargamente: «¡Qué te vayas rápido...!»

En ese momento, sonó el teléfono de Lorenzo. Era Andrés llamándolo para recordarle el tiempo.

Lorenzo colgó la llamada y volvió
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