Celeste no tenía nada que comprar y después de dar un gran recorrido del centro comercial, solo encontró un osito fresa que le gustaba mucho, así que lo compró.Mientras los dos estaban eligiendo cosas, de pronto sonó el móvil de Celeste. Lo sacó y echó un vistazo a la pantalla. Después de ver el número, dudó un poco antes de contestarlo.—Señora Rodríguez, ¿qué pasa?—¡La policía vino a arrestar a tu padre! ¡Ven aquí rápido! —exclamó Rosalina.Antes de que Celeste pudiera preguntarle qué había ocurrido en realidad, la otra ya colgó la llamada.—Celeste, ¿aquella señora de la familia Jiménez aún te está obligando a ayudarlos?Melodía, quien estaba probándose un vestido de edición limitada, frunció el ceño al escuchar eso.Celeste suspiró y en pocas palabras le explicó que ella era la hija ilegítima de Manuel y le contó sobre los conflictos entre las familias Jiménez y Morales.Melodía se quedó estupefacta: —¿Manuel Jiménez es tu padre…? ¿Y él es el culpable de la muerte del padre de Ja
Isabella miró fijamente a Celeste, con una clara expresión de burla.¡Estúpida!¡Ella realmente se atrevió a llamarle a Lorenzo!—Oficial, no pierda más tiempo. ¡Llévaselos! —le dijo al oficial.Si Lorenzo realmente llegaría, ella tenía que hacer que el problema se volviera aún más grave.La policía les dio un orden a sus subordinados de inmediato: —Lleven a todas las personas relacionadas con la familia Jiménez a la comisaría. Si alguien rechaza a cooperar, ¡lo consideremos como una obstrucción a las autoridades!—¡Nadie puede llevársela a Celeste!Melodía se puso frente a Celeste de inmediato para protegerla.El oficial le dijo fríamente: —¡No tienes el derecho de tomar decisiones! Si aparece algún tipo de obstrucción, ¡te arrestaremos también!—Entonces, ¿si tengo yo el derecho de tomar las decisiones?De repente, resonó una voz masculina desde la puerta de la villa.Era Jacob, quien se acercaba con grandes zancadas. Se vestía un traje de azul ligero. Con su figura erguida, su rostr
—Señor Vargas —lo saludó Melodía después de bajar del auto—, Celeste se quedó dormida en mi coche.Aunque ya estaba acostumbrada a ver a todo tipo de apuestos en el mundo de espectáculos, aun así no pudo evitar un pequeño momento de admiración al ver a Lorenzo. ¡Qué hombre más apuesto!En ese momento, Lorenzo la miró con ojos serenos.Esta mirada hizo que Melodía sintiera escalofríos y casi se quedara congelada por su mirada.Él no dijo nada más, se acercó al auto, abrió la puerta y vio a la joven dormida en el asiento del copiloto.Se inclinó para cargarla en brazos y se dirigió hacia la entrada.Durante todo el proceso, Lorenzo ni le dirigió una palabra más ni la volvió a mirar.Melodía volvió en sí y se sorprendió mucho, pensando para sí: «Ese hombre es más frío y distante que mi imaginación...»Después de miedo, exclamó en el corazón: «¡Qué bonita es la escena cuando él la cargaba así!»Esa aura de romanticismo, cariño y dulzura era mucho mejor que esas escenas idealizadas que se v
En el segundo piso.Celeste no regresó al dormitorio, sino que corrió a una sala de invitados y cerró la puerta rápidamente.Sus palabras enojaron a Lorenzo, un hombre de tan mal genio... Ella quería esconderse primero y esperaría a que se le pasara el enojo para salir.¡Clac!Al sentarse en el sofá, escuchó que se abría la puerta.Giró la cabeza y vio al hombre entrar a grandes pasos desde el pasillo, y abrió los ojos como platos por susto, exclamando: —¿Cómo entraste?Lorenzo la miró fijamente con una sonrisa fría: —Esta es mi casa, y tengo la huella digital de cada cerradura de las habitaciones.Celeste se quedó sin palabras...¡Se le había olvidado por completo eso!Ella ya no tendría oportunidad de escapar, porque Lorenzo la arrojó directamente a la cama.—¡Ah!Celeste soltó un grito de sorpresa, su cuerpo rebotó débilmente, y al siguiente instante, el hombre la presionó con fuerza debajo de él.—¡No!Su bello rostro se arrugó como un bollo y empujó los anchos hombros de Lorenzo c
—No, sé quién soy y acepto todo lo que digas —le respondió Celeste con serenidad.Él era su patrocinador. ¿Con qué derecho hacerle berrinches?Lorenzo sonrió con desdén. ¿Desde cuándo ella era tan obediente? ¿Qué aceptaría todo lo que él dijera?Cuando le pidió que se pusiera la ropa interior, ¡ella lo había rechazado!Entrecerró los ojos: —Si te pones eso y me complaces esta noche, te dejaré quedarte en casa.El rostro de Celeste se sonrojó intensamente. Quería quedarse, pero realmente no podía soportar ver esa prenda: —¿Puede ser otra cosa?—Si no quieres ponértela, ve a hacer tu maleta de inmediato.Celeste se quedó inmóvil en su lugar...Realmente no quería ponérselo, sin embargo, no tenía otra opción.Apretó los dientes, se armó de valor, tomó la prenda y habló con el rostro ruborizado: —Levántate primero, voy a cambiarme.Hacía un momento aún se negaba rotundamente a ponérsela, ¡y ahora accedió solo para no acompañarlo de viaje!El hombre se puso enojado de inmediato. Desde su po
Anoche, cuando Lorenzo revisó a Celeste, se dio cuenta de que sus heridas eran un poco graves, con desgarros e inflamación severa.Volvió a aplicarle la medicina con cuidado, cubriendo todas las áreas heridas.Tras terminar de curarlas, tiró el ungüento a un lado y, con sus grandes manos ardientes, atrajo a Celeste hacia él, besándola intensamente en los labios, como si quisiera devorarla por completo...Poco después, Celeste se sentía floja y débil por el beso, con sus ojos brillantes y nublados por la bruma del deseo.—Quédate en casa y descansa bien, llámame si pasa algo.Los oscuros ojos de Lorenzo la miraron desde arriba. Cuando habló, su cálido aliento soplaba ligeramente la mejilla, lo que la hizo estremecerse ligeramente. Solo asintió con el rostro sonrojado.En realidad, en su corazón, ya no pudo evitar rogarle amargamente: «¡Qué te vayas rápido...!»En ese momento, sonó el teléfono de Lorenzo. Era Andrés llamándolo para recordarle el tiempo.Lorenzo colgó la llamada y volvió
Paco se esforzó por mantenerse firme de pie, cubriéndose el pecho. Al ver al hombre quien lo había pateado, inclinó la cabeza respetuosamente para saludarlo: —Señor.Yael, que se sentó en el auto, le dirigió una mirada fría a Jacob:—¿Te atreves a golpear a mi subordinado?Su tono no era hostil, pero entrecerró ligeramente los ojos. Todos los que lo conocían sabían que era un presagio de su enojo.Jacob también lo miró con el rostro tenso. Le respondió en tono serio: —Yael, fui yo quien le pidió que lo investigara, si estás molesto, desahoga tu enojo en mí. ¡No le hagas daño!—¿Quieres que ella lo investigue? —se burló Yael con frialdad—: ¿Acaso ella ocupa un lugar más importante en tu corazón que yo, tu propio hermano de sangre? ¿Escuchas tanto sus palabras?Jacob frunció el ceño: —Solo no quiero que nos equivoquemos de enemigo, si el asesino de nuestro padre es alguien más, ¿no te arrepentirás después de la venganza?—Entonces, ¿insistirá en tu decisión?El rostro de Yael no mostró e
Jacob le lanzó una mirada, confundida: —¿Qué estás haciendo?—No sabemos si Fernando esté en su pueblo natal. Le pediré a Enrique que averiguara su paradero, para no perder tiempo.—¿Conoces a Enrique?Jacob se sorprendió mucho. Él también había oído hablar de Enrique Paredes, un señorito adinerado famoso en la ciudad. Había sido una persona muy orgullosa, Yael había intentado varias veces entablar amistad con él, pero había sido rechazado todo el tiempo. ¿Y Celeste lo conocía?—Es buen amigo de Lorenzo. Nos hemos visto algunas veces y me considera como su hermana. Él me ayudaría.Celeste le respondió sin siquiera levantar la cabeza.La mirada de Jacob se enfrió de inmediato. No era extrañar que conociera a Enrique, resultó que lo logró con la ayuda de Lorenzo...El ambiente en el auto se volvió opresivamente silencioso.Después de enviar el mensaje, Celeste dejó de lado su móvil y se dio cuenta del rostro sombrío de Jacob, sin entender qué le había ocurrido. Le dijo: —Vámonos. Por fav