—Tengo que irme, Kian.Él la dejó marchar en silencio viendo fijamente su figura perderse en el interior de la casa.Se sentía frustrado y molesto al mismo tiempo pero no de rendiría.—¿Alfa Kian? Buenas noches.Kian se giró a la voz que le hablaba y ella era una joven hermosa que lo miraba con ojos brillantes.—Buenas noches —respondió el a regañadientes.Estaba a punto de irse, sin embargo, la chica volvió a llamar su atención.—Soy una especie de seguidora de sus batallas, mi padre siempre me ha dicho lo bueno que es en el campo de batalla y yo soy historiadora. Verá, si no es mucha molestia quisiera escribir un libro sobre usted.El Alfa enseguida frunce el ceño sin entender a lo que se refiere. Él quería largarse de ahí e irse a buscar a su compañera pero sabe que ella probablemente lo echará otra vez.—¿Sobre mí?—Sobre sus batallas. Todos los hombres admirarán su destreza a medida que pasen los años. No solo será inmortal para las generaciones venideras sino también para el mun
—Entiendo que hayas estado aquí tratando de recuperar a tu familia. ¿Cuándo me presentarás a mis nietos?Kian sonrió a medias apretando la mano de su madre.Por años la había buscado con desesperación y ahora que la había recuperado la había enviado a su manada con su hermana. No es que no pensara en ellas, pero tenía que estar en el Oeste.Ahora mucho más por la convocatoria de los ancianos.—Cuando quieras.—Tu compañera es muy amable por dejarnos quedar aquí así que me pregunto qué fue lo que le hiciste para que te tenga tanta desconfianza.El Alfa apartó la mirada avergonzado de contarle a su madre que había sido un completo imbécil con ella pero aún así se lo dijo.—Ay Kian. Será un camino difícil con ella.—Todos los días lo es pero no me rendiré con ella.Su madre tomó su mano apretándola suavemente.—Sé que tu padre me amaba pero siempre anteponía la manada por encima de todo. No cometas ese mismo error, Kian.—Lo hice una vez y créeme que me arrepiento profundamente. No sé có
LA MANADA DEL OESTE—Antes de morir, ¿Cuáles son tus últimas palabras, mi querida sobrina?Veo ese brillo asesino en sus pupilas mientras levanta sus garras tratando de encajarlas en mi piel para robarme mi último suspiro, como lo hizo con mis padres. Y pronto, una sonrisa maliciosa se extiende por su cara.—¡Vas a pagar por esto, haré que te arrepientas!—¿De verdad?Está burlándose de mí, pero no le respondo. Sin que lo espere, levanto mi pierna golpeándolo fuerte con mi pie justo en la garganta logrando dejarlo sin respiración por unos segundos. Enseguida ruedo mi cuerpo por la tierra apartándome de él mientras me pongo de pie en el acto sin volver a mirar en su dirección.Esta puede ser mi última oportunidad y no voy a perderla.Estás cerca de tu destino, Dana.—¡Voy a matarte!El vello se me eriza sabiendo lo cerca que está.Soy débil en comparación a él. Un Omega que ha ido a la guerra más veces de las que soy capaz de contar mientras que yo ni siquiera tengo a mi loba aún. Sin
El Alfa completamente tenso por aquel atrevido toque y todos se congelaron mirando las manos que agarraban con fuerza la bota del Alfa.Todos sintieron pena por el atrevido intruso.Pues nadie podía tocar a su peligroso líder, ni siquiera una bota, y mucho menos una mujer.El Beta fue el primero en reaccionar, agachándose para retirar las manos de la mujer y comprobar sus constantes vitales, pero pronto negó con la cabeza.—Alfa, se está muriendo.Alfa Kian bajó los ojos mientras escrutaba fríamente a la intrusa, una mujer moribunda que había cruzado sus límites.Levantó la mano dispuesto a que el Beta se deshiciera de ella, pero con la mano congelada en el aire se quedó inmóvil al notar que aún inconsciente ella se movió y su cabello se apartó de su rostro mostrando sus rasgos femeninos.Los machos que lo acompañaban quedaron paralizados ante la belleza majestuosa de la hembra, pero el Alfa frunció ligeramente el ceño sin apartar aquellos ojos de la intrusa.No era la primera vez que
—Ni siquiera pudiste defenderte de un lobo de clase baja y aún así planeas gobernar —bufa las palabras deslizándose detrás de mí.Después de que me trajera a esta habitación es lo único que ha dicho, estoy frustrada pues sé que tiene algo de razón.La tensión entre nosotros es palpable pero aumenta de nivel al sentirlo rozar la piel de mi espalda. Intento girarme para mirarlo. El siguiente movimiento de su parte me eriza la piel provocando que me detenga en el acto. Rompe mi vestido dejando mi espalda desnuda ante sus ojos.—No te muevas —ordenó con voz de Alfa.Está acostumbrado a mandar y por más que yo sea una Omega no estoy acostumbrada a obedecer pues crecí en la realeza Omega, alejada de los Alfas. Sin embargo, estoy paralizada tal y como si él hubiera puesto un hechizo sobre mí.Siento su poder y es inquietante.La yema de sus dedos roza mi carne vulnerable por el ataque de Owen y luego siento que vierte algo en mis heridas.—¿Alfa? ¿Estás curándome?La sangre de Alfa era curat
Empujo mis manos en su pelaje pero él me gruñe enterrando su húmeda nariz en mi cuello. Contengo un gemido asustada al sentirlo lamer mi piel.—¡No!El lobo no tarda en cambiar a su forma humana quedando completamente desnudo encima de mí.Sin poder evitarlo examino sus abdominales marcados pero me apresuro a subir la mirada a sus orbes las cuales me miran fulminantes.—¿Qué demonios pretendías, Omega?¡¡¡ALFA KIAN!!!—Solo estaba caminando…—¡¿Crees que soy un idiota?! ¡Puedo oler tu malditas feromonas como cualquier macho que esté cerca! ¡Estás provocándonos!Golpea el suelo a mi lado causando que salte jadeando por la sorpresa y nuestros cuerpos se tocan enseguida.El Alfa aprieta la mandíbula, puedo ver un músculo palpitando en esta. Pero lo que me desconcierta es la dureza que siento contra mi vientre. Al darme cuenta de lo que es mis mejillas enrojecen irremediablemente y mis ojos se dirigen a esa zona pero él no me deja mirarlo sosteniendo mi rostro con su inmensa mano.—Jamá
—Alfa Kian ¿Dejarás que me vaya? —susurro acostada a un lado de él.Miro hacia el cielo estrellado y siento que él me observa de una manera tan inquietante pero aún así no me giro a verlo.—Nunca.Su respuesta gélida es algo que ya me esperaba, aún así la odio tanto como a él.O eso es lo que me digo para mantener mi orgullo intacto, sin embargo, es ridículo pensar que me queda algo de orgullo cuando me he convertido en la amante de mi captor.—Vístete, tenemos que irnos.Él ya se había levantado mientras divagaba así que no me quedó otra que obedecer.Ni siquiera sabía cómo actuar a partir de ese momento pero el Alfa me enseñó mi lugar nada más llegar a la manada.—Lidia, dale a mi doncella lo que te pedí.Su doncella.Al menos es un título más honroso que el de amante.Pensé con amargura.La mujer asintió con efusividad pero cuando él se desapareció por el pasillo su expresión cambió. Ya no era la mujer dócil de hace segundos.Las otras mujeres que quedaban en la cocina me miraban y
—¿A dónde vamos?Desde que salimos de la casa del Alfa Kian, Lidia no ha dicho ninguna palabra.Ella es la jefa de las doncellas y la subordinada de mayor confianza de Alfa Kian, eso solo me pone más nerviosa.—Lo descubrirás cuando lleguemos, apresura el paso muchacha.Ella había hecho que usara una caperuza que cubría parte de mi rostro y cabello lo que solo era más sospechoso para mí.Por la hora es obvio que no quiere que nadie nos vea.—Hemos caminado demasiado… ¿Cuánto más lo haremos?Ella me da una mirada de reojo y creo ver diversión en su expresión antes de bufar.—Los Omegas son delicados.Aprieto la mandíbula para no gruñir por mi propia estupidez.Lo cierto es que estoy demasiado sensible por todo lo que ese maldito Alfa hizo conmigo en el bosque... y en su baño.—Siéntate en el borde de la bañera y abre las piernas para mí —había demandado con los ojos oscurecidos.Mi cuerpo entero había temblado mientras en mi vientre se arremolinaba un sentimiento completamente ajeno. A