52.

A veces desearía que la realidad fuera más parecida a los cuentos de hadas que leía de pequeña. Príncipes en brillantes armaduras con briosos corceles, que luchaban con valentía contra él mal y rescataba a la damisela en apuros. Pero lastimosamente ni Justin era un caballero de brillante armadura, yo no era una damisela en apuros y Anabelle no era él mal al que podíamos acabar con simplemente blandir una espada.

Y si eso era así ¿Significaría que no tendríamos un final feliz?

Y a veces se sentía así. Sobre todo cuando en los últimos siete días seguidos a la discusión con nuestros padres, Anabelle se encargó de arruinar todos y cada uno de nuestros días. De cualquier forma que pudiera.

—¿No vas a levantarte? —mis ojos se despegaron del techo y mire hacia Justin.

Sólo usaba una toalla en la cin

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