Duncan entró corriendo a buscar las maletas que le faltaban y se le habían quedado.Isla seguramente seguía en lo de la muerte del viejo ese tacaño, que tan poco dinero le había dejado a su hija, pero lo que sea, él se lo llevaría.Llevaba años aguantando a esa estúpida estirada psiquiátrica, que nunca le había gustado para nada, solo con la esperanza de quedarse con el imperio de los Campbell a través de ella, pero ni para eso le había servido.Así que agarraría lo que pudiese y se iría a disfrutar su vida con la mujer que le gustaba en realidad.El dinero que había tomado era solo una compensación por haberla soportado todos estos años y le daba asco recordar las veces que, por obligación, se tenía que acostar con ella.Este dinero, definitivamente, ni siquiera era suficiente para su sacrificio.Sus planes eran invertir en nuevos negocios, todo iba excelente, pero se encontró con Isla al subir las escaleras.- ¿Hola querido, me puedes explicar dónde están todas mis prendas y el dine
Matt estaba en todos preparativos para declarársele a Ailsa y reconciliarse nuevamente.La llevaría a una cena especial en su cumpleaños, ellos dos solos y luego, si todo salía bien, tenía la intención de reconciliarse en una noche de amor apasionada.El sitio apartado y hermoso estaba listo, era solo escoger los detalles, pero en eso, le llegó la llamada de su tía para decirle en voz muy neutral que había asesinado a su esposo y que, por favor, necesitaba que no dejara a Moira desamparada.Enseguida fue hasta la villa de Isla para encontrarse con la policía que ya se la llevaba, ella ni siquiera se resistía, solo admitía su crimen.- ¿Usted es su familiar? – le preguntó uno de los agentes que había sido llamado por el personal que trabaja en la villa, para denunciar un asesinato.Matthew le dijo que sí, que era su sobrino y el oficial le aconsejó que buscara un buen abogado para la mujer.Matt la miró a través del cristal del auto policial e Isla solo le dio una triste sonrisa y arti
Matthew llegó al área del aeropuerto que estaba reservada para todo el asunto del accidente.Cuando entró al salón, lleno de llantos y de familiares desesperados, la atmósfera depresiva lo ahogaba y lo hundía hasta el fondo.Él estaba igual que todos aquí, esperando un milagro, rezando, para que le dijeran que todo era una mala broma, un pésimo chiste de humor más que negro y que su familia estaba sana y salva.Matt se acercó al listado de pasajeros y ahí estaban los nombres.Sintió como su vista se nubló y las lágrimas caían por sus mejillas.Su familia, los había perdido.Nunca pudo decirle a su esposa cuanto la amaba, no pasó casi tiempo con su hijo y hasta la cascarrabias de Morag, era alguien que daría cualquier cosa por ver ahora mismo.- ¡¿Señor?!... ¡Ayuda por aquí! ¡Está en un estado de choque! – escuchó que alguien decía como a lo lejos.Lo aguantaban varias personas, pero Matt estaba sumido en su mundo de dolor y desesperación, ni siquiera sabía en qué momento se puso a gri
- No puede abrir todavía los ojos- le decía Matthew a Ailsa mientras la conducía a un sitio desconocido y Ailsa parecía una niña entusiasmada y curiosa por la sorpresa. Era su cumpleaños y nunca había recibido tantos obsequios desde que se despertó esta mañana y el primer regalo fue un magnífico orgasmo, que su esposo le dio haciéndole el amor apasionadamente. Después, Callum y Matthew le cantaron felicidades con un pastel y le dieron unas cajas con un vestido hermoso y unas joyas espectaculares, que Ailsa no quería ni saber cuánto habían costado. Llegaron más tarde, Catriona y Morag y se habían pasado todo el día en un espectacular almuerzo en familia, lleno de risas y armonía. Desde el día que se reunieron, al regresar, Matthew se quedó con ellos en la finca de Catriona. Les preocupaba dejarlas solas porque Morag aún se estaba recuperando, por suerte, al despertarse, no estaba tan mal como para ser internada. Con el apoyo y el cariño de todos, esta vez superaría la crisis más r
Morag llegó a su destino al sur de Escocia.Ya la estaba esperando el auto que coordinó su secretaria y la llevaría hasta el pequeño viñedo.No le había avisado al propietario que venía, porque quería ver con sus propios ojos cómo estaba en realidad el sitio, sin darle tiempo a maquillarlo o inventarle mentiras, para subir su valor real.Miraba por el camino los campos hermosos que relajaban su mente y decidió que se pasaría unos días aquí, luego de resolver lo de la venta.Morag le indicó al conductor, que le llevara todas las maletas al hotel, que ella lo llamaría luego, para que la viniese a recoger.El hombre asintió y arrancó el auto, dejándola frente a un gran portón de madera que abrió de intrusa y entró a la propiedad.Rezaba porque no hubiese perros guardianes, pero tampoco había nadie cuidando la entrada.Iba por un camino de tierra y lo lejos vio una clásica, pero magnífica hacienda, rodeada de árboles y tierras de viñedos.Se veía espectacular y cálida. Cuando la comprara
Evan caminó hasta el establo y se quedó sorprendido al encontrarse a Morag en brasier, sin blusa y mostrando la mitad de sus blancos senos, justo frente a sus ojos.Por alguna razón se puso bien nervioso, como si fuera un colegial, que nunca hubiese visto los senos de una mujer y ni siquiera era una vista completa.Tosió un poco para llamar su atención y se giró como si no hubiese visto nada.Morag estaba muy cabreada, de dónde había salido esa loca, ni siquiera le dio tiempo a defenderse, antes de lanzarle toda esa apestosa agua encima.Pensó que se demorarían discutiendo, se notaban que ellos dos tenían algo y aunque su pecho se apretó un poco, debería haber sabido que un hombre tan apuesto, ya tenía una mujer.Se quitó la blusa y comenzó a exprimirla, le molestaba que ella, no era de las que se quedaba con ningún agravio y siempre le daba el frente a la situación.Solo que no sabía, como tenía la cabeza baja, que si le estaba dando el "frente" o más bien, el “pecho”, a la situación
Evan se lanzó rápido a la cama y comenzó a abrazar y consolar, a la desesperada mujer entre sus brazos, que se aferraba a él y lloraba en su pecho como si su vida se fuera a acabar en cualquier momento.- Tranquila Sra. MacLeod, cálmese, no está sola. Mo… Morag, cálmate, estás a salvo, estás a salvo - comenzó a hablarle informal ante la situación desesperada, pensando que así llegaría más fácil a ella.La abrazó con más fuerza, casi fundiéndola en su pecho, ahogando sus gritos de dolor y acariciando su espalda temblorosa.Su corazón se apretaba por verla tan frágil, tan vulnerable, cuanto sufrimiento debería tener en su interior para verse así, tan rota.Sabía que había perdido a su familia, una mujer que aparentaba ser fuerte, invencible, pero por dentro, estaba llena de dolor y desesperación.Pasó más de una hora hasta que se quedó dormida entre sus brazos.Evan se había apoyado en el respaldar de la cama y la arrullaba como una niña pequeña, prometiéndole toda la esperanza del mund
- ¡Qué hermosa la señorita, parece una modelo! – le dijo una señora gordita que salía de la cocina secándose las manos en el delantal- ¡Evan no me dijiste que era tan linda, con razón estabas tan embobecido!- ¡Sra. Norma! – interrumpió Evan, avergonzado, mirando a Morag que bajaba las escaleras, con cara de disculpas.- Míralo tan tímido, nunca te había visto así frente a ninguna mujer – se rio de él sin piedad, la señora que llevaba años trabajando para su familia y le había cambiado hasta los pañales, por eso, a pesar de la crisis económica, nunca pensó en deshacerse de ellos.Otra de las razones para conservar el viñedo. Sabía muy bien que el nuevo dueño, seguro, no quería a un par de ancianos trabajándole, pero para Evan, eran más su familia que sus empleados.- Me puede decir Morag, ese es mi nombre, encantada de conocerla, Señora Norma – la saludó Morag con calidez, le gustaban así, las personas sinceras y directas.- Morag querida, Evan es un buen chico, solo que tuvo la mala