Se suponía que debía de ser una mujer fuerte. Se supone que soy la bruja más fuerte de todas, pero ahora, no dejaba de revolcarme en la cama sin dejar de llorar.
Me sentía débil, tonta… ¿Cómo pude ser tan estúpida como para dejarme embarazar?
¿Qué se suponía que haría ahora con esa cosa que estaba creciendo en mi vientre?
¡Maldita sea! ¡Maldita sea! ¡Maldita sea!
—Te he traído un té de manzanilla —dice Apolo al acercarse de forma cautelosa a la cama.
Lo miro con odio, todo esto era su maldita culpa, él me había embarazado, por su culpa ahora no sabía lo que tenía que hacer con la cosa que se estaba formando en mi interior.
—¡Tú! —señalo al extender una mano, para hacerlo lanzado contra la pared opuesta, él grita, a la vez de que patalea tratan
Me niego a salir de la cabaña durante los próximos días. Incluso me niego a dirigirle la palabra a Apolo, quien no se me despega al temer que vaya hacer alguna locura. Él insistía en que muy a pesar de que se tratara de mi cuerpo, aquella criatura era de ambos, por lo que, se negaba rotundamente a permitir que lo sacara.Y es que, a decir verdad, aún quería hacerlo. Tan solo esperaba que Apolo se descuidara un instante para lograr mi objetivo, sabía que tarde o temprano se cansaría de estar en modo niñero y me dejaría sola, era en ese instante donde aprovecharía para hacerlo. Por lo pronto, no me atrevía por el simple motivo de que sabía que haría hasta lo imposible por evitarlo, aún si la única manera de hacerlo, fuese hacerme algún daño.—Te he traído el almuerzo —dice al entrar a mi habitación, lo deja sobre l
Mis manos aún se encuentran temblorosas, trato de sostener el té de manzanilla que me sirvió Agnes, pero dicha taza, se me resbala constantemente, hasta que Apolo atina por quitármela.Nos encontramos reunidos en el museo de las brujas en el centro de Salem, al haberse destruido nuestro pequeño hogar, no nos quedó de otra que emigrar hasta la ciudad, ya ni siquiera sabíamos cuál sitio era seguro para nosotros. Podía decir que justo ahora cargaba un blanco conmigo. Aquella barriguita parecía ser lo más llamativo para esos malditos sacerdotes.—¿Cómo pueden saber lo del amuleto? —gruñe Agnes al no parar de dar vueltas de un lado hacia otro—, ¡ese es un secreto que solo las brujas conocíamos!Miro a Apolo, él niega enseguida.—No he sido yo —dice de inmediato al levantar sus manos en señal de rendici&oacut
Apolo MüllerLos gritos desesperados por parte de Brenda, me hacían sentir más vivo que nunca.La chica se retuerce, tratando de liberarse de las correas con las cuales está sujeta al árbol, mientras que yo continúo lastimando su piel con mis garras.—¡Suficiente, Apolo! ¡No hagas esto! —Sam vuelve a insistir, tratando de alejarme de aquella traidora.—La traición en la manada, se paga con la muerte —reprocho con furia, dedicándole una fría mirada a aquella mujer—, ¿verdad, Brenda? —pregunto al ladear la cabeza.—Por favor —ruega ella al lloriquear—, no hagas esto, Apolo.La furia corre en mi interior, esa maldita loba había dejado a mi mujer expuesta ante esos demonios, por sus malditos celos sin sentido, ahora Cassie tenía un enorme radar sobre ella, tratarían de quitarl
CassieEn cuanto los días transcurren, los extraños antojos me invaden. Pepinillos con caramelo, verduras bañadas en natilla, largos paseos nocturnos, además de ganas de pasar teniendo largas sesiones de sexo.¿Lo malo con lo último? Dormir todos apiñados en la sala del museo, no nos ayudaba en nada, tan solo y podíamos llegar a tocarnos bajo las cobijas, donde debía de morderme los labios para evitar gemir en voz alta.Esta tarde decidimos darnos un paseo por todo Salem. Desde mi llegada a ese lugar, no me había dado el placer de conocer sus construcciones, las cuales resultaban ser bastante pintorescas. Me daba risa ver ciertas referencias en algunos sitios en cuanto a la masacre de brujas que hicieron en el pasado. Brujas, pobres mujeres inocentes que fueron asesinadas simplemente por verse diferentes, a pesar de que las verdaderas brujas vivían entre ellos.&
—Tu pancita está tan enorme —Jade, una de las panteritas amigas de Sam, se inclina para tocar mi abultado vientre, llevaba ya cuatro meses de embarazo, pero aquella dichosa panza se veía como una de nueve.—Sí que está enorme —asiento con la cabeza hacia ella, a la vez de que hago una mueca—, ¿Cuánto tiempo más crees que durará esto?—Uno, dos meses más cuanto mucho —dice al encogerse de hombros—. No imaginas lo feliz que he sido desde que me llamaron para seguir de cerca su embarazo, my lady.Le dedico una pequeña sonrisa mientras retomo el camino. Ambas caminamos por el bosque, recogiendo frutos secos para hacer un pastel, otro de mis extraños antojos, Apolo y Connor, como siempre, siguiéndonos de cerca.—Bueno, necesitaba a alguien que verdaderamente sepa lo que hay que hacer con esto —digo al señalar mi
Camino sin rumbo fijo, me adentro en el bosque prohibido, buscando algún sitio en el que pudiera tener alguna pista sobre el paradero de Apolo. La rabia se ha apoderado de mí, tan solo soy capaz de pensar en las tremendas ganas que siento de querer matar, necesitaba destrozar a aquellos malditos seres que se aferraban a la idea de querer acabar con todo lo que me importaba.No soy capaz de sentir el cansancio, ni siquiera logro preocuparme por la enorme panza que ahora decora mi cuerpo, el instinto me dice que continúe caminando, era como si algo dentro de ese bosque oscuro, me estuviese llamando.Pierdo la moción del tiempo, solo sé que tuvo que haber pasado mucho tiempo, pues con cada paso que doy, la negrura de la noche se hace más profunda, ni siquiera la tenue luz de la luna es suficiente.Un leve resplandor a una distancia considerable, llama mi atención, camino con decisión hacia ese lugar, era como
Siento que me elevo y soy transportada a otra dimensión, siento que sobrevuelo sobre un lugar oscuro, lleno de una espesa neblina que lo cubre todo, gritos desesperados resuenan desde un sitio que no logro ver, voces que ríen y gritan improperios hacia la persona que estaba sufriendo.Me acerco cada vez más, tratando de traspasar aquella espesa oscuridad, pues sentía que aquella voz desesperada, me pedía que me acercara.—Acércate —una niña pequeña cubierta de luz, aparece a unos metros delante de mí, ella me mira sobre su hombro, se mantiene flotando, mientras me dedica una cálida sonrisa—, él te está esperando —dice, las puntas de su largo cabello blanco flotan hacia arriba, a como lo hace ella, frunzo el ceño sin poder apartar la mirada de ella, algo dentro de ella me hacía sentir que permanecíamos unidas, era como si ell
Aprendo a confiar en Circe, era como si su voz viniera hasta mi oído en un suave susurro, para indicarme cuál era el camino. Me costaba creer lo fácil que había resultado acabar con Ivo, sin ninguna duda, Circe era una niña fuerte, a la cual ahora estaba lejos de temerle. Su aparición en ese sueño fue lo que me ayudó a darme cuenta de que esa pequeña estaba lejos de ser mi enemiga, ella no se había dejado controlar por esos monstruos, ella simplemente había tratado de matarme por voluntad propia… por venganza a haber deseado terminar con su vida durante tantas veces.Ese pensamiento me hace torcer una sonrisa, definitivamente aquella niña era una sádica, alguien que no le temblaría el pulso para asesinar a cualquiera, probablemente íbamos a llevarnos bien, muuuuy bien. Quizás, íbamos a terminar siendo las mejores amigas del mundo, además de ser