Por Débora

Estoy destrozada, Gonzalo no cree en mí.

Le cree a ella, al final, Marta, siempre termina siendo más importante para él.

Decididamente me tengo que olvidar de él, por más que me haga vibrar como nadie.

Nunca imaginé que se podía sentir tanto placer con los besos y las caricias de alguien.

Pensé que había alcanzado mi sueño, el de estar con él.

Le abrí mi corazón y como una idiota, me entregué y me dejé amar, le regalé mi corazón y mi alma.

Sus manos, al recorrer mi cuerpo, me producen un fuego absoluto que llega hasta el cielo.

Es evidente que todo eso lo siento yo…él no se puede despegar de ella, por más que me desee a mí, de su deseo estoy segura, pero no me conformo con eso, quiero más, mucho más, quiero que Gonzalo se entregue a mí, como yo a él.

Nuestro mañana es incierto porque siempre está ella de por medio.

Me dice que es absurdo dejar todo lo que sentimos de lado.

Es que yo quiero su amor, su confianza, que borre a esa mujer de su mente y de su corazón, no quiero s