Nuevas amenazas

Por Débora

Volví a la casa de Gonzalo, pero él no estaba.

Lo llamé y me dijo que estaba en su oficina.

Nunca había ido allí.

Era un piso entero, la distribución era parecida al de Gonzalo y al de Tiziano, deben ser todos iguales, porque tengo entendido que el edificio lo compraron casi hecho.

Gabriel también vive en un piso, o semi piso, no lo sé, en el mismo edificio.

-Yo también tendría que trabajar hoy.

-No chiquita, yo bajé un rato, para despejarme, pero vos tenés libre toda la semana.

-Es mucho tiempo.

-Tu trabajo, esta semana, es ser mi enfermera.

Me guiñó un ojo y sentí todo su deseo en su mirada.

El viernes fui a declarar, lo hice acompañada de Ema.

Les aclaré que yo no salía con Gonzalo, que me bajé de un taxi y que mis amigas siguieron en el taxi, es decir, que no fue que nos encontró a los dos juntos, si no que planificó todo.

-Es un punto muy interesante lo que decís, porque no sufría un arrebato de ira.

-No, Renata, la madre de Gonzalo, siempre destacaba lo inteligente qu
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