Síiiiii Nikolai está cerca de recuperar a su rosita, pero deberá competir por ella... ¿logrará ganar la subasta?
Mientras tanto, arriba, en una habitación aislada del bullicio del salón, Lilia intentaba calmar su respiración. Había estado evaluando cada rincón de la habitación: la cerradura oxidada de la puerta, la altura de las ventanas, y cualquier posible herramienta que pudiera usar. Durante años había sido la pieza pasiva en un tablero que otros movían, pero algo en ella había cambiado. No iba a esperar sentada a que alguien decidiera su destino.Los pasos de los hombres afuera de su puerta resonaban en el silencio como un recordatorio constante de su posición. Sin embargo, no mostró miedo. Si iba a salir de esa habitación, lo haría con una resolución que nadie podría quebrar.De vuelta en el salón, un hombre se acercó a Nikolai, moviéndose entre los invitados con discreción. Vestía un impecable traje negro, pero su actitud era la de alguien que prefería evitar el centro de atención. Se detuvo junto a él lo suficiente como para deslizar un pequeño trozo de papel en su bolsillo antes de desap
El asfalto húmedo reflejaba las luces parpadeantes del auto mientras Nikolai manejaba con determinación por una carretera secundaria, lejos de los hombres que habían intentado capturar a Lilia. Ambos permanecían en silencio, dejando que el eco del motor llenara el vacío entre ellos.—Gracias por venir por mí —dijo Lilia de repente, rompiendo el peso que se acumulaba en el aire. Su voz era suave pero vulnerable, como si las palabras hubieran luchado por salir.Nikolai, con las manos firmes en el volante, lanzó una breve mirada hacia ella antes de devolver la vista al camino.—No lo agradezcas —respondió con un tono bajo, casi áspero. Pero detrás de sus palabras había algo más, algo que lo inquietaba.—De todos modos, lo hago —replicó Lilia, girando un poco en su asiento para mirarlo mejor. Estaba cansada, pero una mezcla de curiosidad y agradecimiento brillaba en sus ojos—. ¿Por qué lo hiciste? Podrías haberme dejado ahí… no era necesario que te arriesgaras tanto.Por un momento, Nikola
Nikolai condujo en silencio por quince minutos hasta que el automóvil se detuvo frente a un imponente edificio de cristal y mármol negro. Lilia entrecerró los ojos al ver el nombre en letras doradas sobre la entrada principal: Imperial Palace.—¿Un hotel de lujo? —preguntó con escepticismo.Nikolai le lanzó una mirada ladina antes de bajar del auto y rodearlo para abrir su puerta.—¿Esperabas algo menos de mí? —replicó con arrogancia, tendiéndole la mano para ayudarla a bajar.Lilia no la aceptó. Bajó sola, ajustándose la ropa mientras sus tacones resonaban contra el suelo de la carretea. El lugar era majestuoso, con lámparas de araña, columnas grandes y elevadas, y un aroma a madera y sándalo en el aire. Su estómago se tensó al darse cuenta de que Nikolai se movía con una seguridad inquietante, como si este fuera su terreno.No debería sorprenderla. Él siempre parecía pertenecer a los lugares más exclusivos del mundo.—No me dijiste por qué me trajiste aquí —dijo, mirándolo con desco
Sus caderas se elevaron instintivamente, buscando más presión, más fricción. Era una tortura exquisita. Nikolai lo sabía, y le encantaba.—Eres tan hermosa así… —murmuró, su voz ronca mientras cambiaba el ritmo.Lilia se mordió el labio, su cuerpo se arqueó con cada nueva ola. No podía luchar contra ello. No quería.Su respiración se volvió errática, su pecho subía y bajaba rápidamente. Estaba al borde. Tan cerca. Nikolai lo sintió, lo vio reflejado en su expresión, en la forma en que su cuerpo temblaba.—Así, muñeca.Y cuando sus labios atraparon los de ella en un beso hambriento, su cuerpo finalmente cedió.El placer la golpeó como una tormenta, haciéndola aferrarse a sus hombros, ahogando su gemido contra su boca. Nikolai no se apartó, sosteniéndola mientras su cuerpo temblaba con los últimos espasmos.—Nik…Él levantó la cabeza, sus labios brillaron.—¿Me detengo? —preguntó con una voz aterciopelada, aunque en sus ojos ardía una tormenta.No, no quería que se detuviera.Pero algo d
Nikolai bajó al vestíbulo del hotel y vio a los hombres de su padre custodiando el lugar. ¿Qué querían ahora? Suspiró agotado cuando se acercó el jefe de ellos, el señor Vladimir. —Señor, el Pakhan lo quiere ver en su despacho, por favor, suba al auto. Nikolai no tuvo otra alternativa, ¿qué podía hacer? Su padre era el Pakhan y él, debía obedecerle, así era como todo funcionaba. El despacho de Viktor Volkov era un monumento a la autoridad. Amplias estanterías de caoba, un escritorio negro pulido como un ataúd y el olor penetrante a tabaco caro y whiskey añejo impregnando el aire. Un escenario diseñado para recordarle a cualquiera que cruzara la puerta quién tenía el verdadero control.Nikolai entró sin anunciarse, sus pasos resonando con arrogancia en el suelo de mármol. No iba a dejar que su padre creyera que lo había intimidado. Pero Viktor Volkov ya estaba sentado tras el escritorio, esperándolo como un cazador paciente.—Me sorprende que te hayas dignado a aparecer —dijo el viej
Lilia aceptó el dinero.No porque fuera fácil, sino porque entendió que no tenía otra opción. Isabella no era una mujer con la que se pudiera negociar, y si quería salir de todo esto con vida, lo mejor era tomar su oferta y desaparecer. Después de todo, había querido escapar de Nikolai y ahora tenía la oportunidad. Por alguna extraña razón, lo extrañó, extrañó a su verdugo.Firmó el contrato con la mano temblorosa, sintiendo cómo cada trazo de tinta era una puñalada directa a su corazón. Esto significaba el fin.Un avión privado la esperaba en la pista, con un nuevo destino y una cuenta bancaria con cincuenta millones de dólares a su nombre.[...]Nikolai entró al despacho con el ceño fruncido. No había dormido. El altercado en el negocio lo había mantenido fuera más de lo esperado, pero su mente no había dejado de pensar en Lilia.Su madre estaba de pie junto a la ventana, con una copa de vino en la mano. Parecía tranquila. Demasiado tranquila.—Mamá, ¿dónde está Lilia?Isabella se g
El eco de sus tacones resonaba en el pasillo del hotel, un lujo que hasta hace poco le había parecido inalcanzable. Lilia deslizó la tarjeta de la habitación y empujó la puerta con un suspiro cansado.París era hermoso, su nueva vida brillaba como una fantasía y los cincuenta millones en su cuenta eran suficientes para no mirar atrás. O al menos, eso quería creer.Pero algo estaba mal. Las luces estaban tenues, demasiado, y un aroma ahumado flotaba en el aire. Whisky. El miedo le recorrió la espalda como un golpe helado. Y entonces lo vio. Nikolai estaba allí, sentado en el sofá con las piernas abiertas y un vaso de cristal entre los dedos. La camisa negra arremangada hasta los antebrazos, la chaqueta descansando en el respaldo. Pero lo que más la hizo temblar fue su mirada. Oscura. Fría. Hambrienta.—¿Pensaste que podías huir de mí? —preguntó con voz calmada, pero cada palabra fue un veneno lento que se le metió bajo la piel.Lilia retrocedió. No llegó lejos. En dos pasos él estaba so
Nikolai se acercó con calma exasperante, dejando su vaso en la mesa. Su traje negro impecable contrastaba con la piel expuesta de ella. —Estás aquí porque te lo mereces, Lilia —su tono fue suave, pero cargado de peligro—. Me costaste cincuenta millones de dólares. Creíste que podías escapar de mí… pero ahora vas a pagarme. Se inclinó sobre ella, sus manos la atraparon contra el colchón y su aliento caliente rozó contra su cuello. —No entiendo por qué tanta indignación… cuando sé que estás húmeda. Lilia abrió los ojos con furia, su cara ardió. —Eres un maldito… Nikolai sonrió con arrogancia, deslizando una mano bajo la sábana. —¿Quieres que lo compruebe? Antes de que pudiera apartarse, sus dedos la rozaron. Lilia jadeó, su espalda se arqueó. El calor entre sus muslos la traicionó. —Mientes, muñeca —susurró contra su oído—. Tu boca dice que me odias… pero tu cuerpo ruega por mí. Sus dedos trazaron un camino descendente, provocándola, tentándola. Lilia intentó resistirse, pero