La atracción fatal del gángster
La atracción fatal del gángster
Por: Diosa autora
Capítulo 1

Capítulo 1 – Fin de curso

Ariane

Me despierto con una energía que me recorre el cuerpo como una corriente eléctrica. Hoy no es un día cualquiera: es mi último día de clases. Por fin.

Déjame presentarme. Me llamo Ariane Akon Leslie, tengo 19 años y estoy terminando la carrera de Gestión Empresarial. Ha sido un camino largo, lleno de desafíos, pero lo he recorrido con la frente en alto. No tuve atajos. Nada me fue regalado. Todo me lo gané.

Mis amigos dicen que soy hermosa. Tengo una figura de reloj de arena, piel morena y un cabello liso que me cae en cascada hasta la mitad de la espalda. Me gusta cuidar mi cuerpo, pero sé que mi verdadero valor no está en lo físico. Soy ambiciosa, determinada. Quiero más.

Hoy debo recoger mi diploma, así que no pierdo el tiempo. Salgo de mi habitación, me ducho con agua caliente, dejo que el vapor relaje mis músculos y luego desayuno algo rápido. El día me espera.

Vivo en un piso compartido con mi mejor amiga, Marianne. Aunque ahora debería estar de viaje con su novio… o eso creía.

Auracio

Despierto entre dos cuerpos desnudos. Anoche celebré a lo grande: cerré un trato multimillonario con el jefe de la mafia estadounidense. Un acuerdo que abrirá las puertas a miles de millones. Un imperio más fuerte, más temido.

Soy Auracio Ferrari, líder supremo de la mafia italiana. En mi mundo, gobernar es un arte… y yo soy un maestro. Un dios entre hombres.

Mi reputación me precede. Me temen en todos los rincones del planeta. Y con razón: mi palabra es ley. La traición se paga con sangre. No hay segundas oportunidades.

Empujo a las mujeres fuera de la cama sin mirarlas. Ya no me interesan. Me meto a la ducha, el agua fría me despierta los sentidos. Tengo una reunión con mis dos hombres de confianza. Nuestro viaje a América se acerca, y todo debe estar perfectamente calculado.

Ariane

Con el diploma en la mano, sonrío. Es una pequeña victoria, pero una mía. Ahora comienza la verdadera guerra: conseguir un empleo.

Vuelvo a casa, aún con la emoción del logro en el pecho, y me encuentro con Marianne, sentada en el sofá. Su rostro lo dice todo.

—¿Qué haces aquí? —pregunto sorprendida—. Pensé que volvías el fin de semana.

Ella levanta la mirada, los ojos enrojecidos.

—Ese imbécil me está engañando —dice sin rodeos.

—¿Estás segura?

—Revisé su teléfono mientras se duchaba. Tiene una relación con una tal Sofía desde hace tres meses.

La rabia me sube al rostro, pero intento mantenerme serena por ella.

—¿Y si hay otra explicación? Tal vez esa Sofía lo está buscando, lo provoca…

—¿De verdad lo crees? —pregunta, con una pizca de esperanza.

—Tal vez —respondo con cuidado. No quiero romperle más el corazón.

—¿Y tú? ¿Cómo va la búsqueda de trabajo?

—He mandado varios currículums… estoy esperando que alguien me llame. Crucemos los dedos.

—¿Y salimos este fin de semana?

—No lo sé… estoy agotada. Un poco desanimada.

—Ve a descansar. Todo se arreglará. Te amo, amiga.

—Yo también, mi reina. Que descanses.

—Tú también.

Al día siguiente, lo primero que hago es revisar mis correos. Nada. Ni una sola respuesta.

A veces siento que el universo conspira en mi contra. Como si me pusiera pruebas una tras otra, sin tregua.

Desde mi nacimiento, la vida me ha exigido más que al resto. Según el diario de mi madre, su embarazo fue de alto riesgo. Los médicos le dijeron que no sobreviviría. Pero nací. Contra todo.

Mi madre fue traicionada por el idiota al que amaba, su novio del colegio. Él apostaba con sus amigos cuánto tardaría en convencerla de acostarse con él. Cuando quedó embarazada, la dejó.

Mi abuela, en lugar de apoyarla, la echó de casa por "deshonrar" a la familia. Mi madre huyó. Encontró refugio en un albergue para madres solteras. Allí vivió. Allí me crió.

Murió cuando yo tenía quince años. Un conductor ebrio la arrolló. Sola. En otra ciudad. Con el corazón hecho trizas por culpa de un hombre.

Desde entonces, me juré algo: jamás confiaría en ninguno.

No busco amor. Busco poder. Riqueza. Venganza.

Quiero ser millonaria. Quiero que todos los que miraron a mi madre con desprecio se traguen su orgullo.

Soy superdotada. Me salté varios cursos. Hablo cuatro idiomas: inglés, francés, alemán y ruso.

Todavía soy virgen. Por decisión. No por romanticismo, ni por moral. Espero al hombre que lo merezca. No por amor, sino por estrategia.

¿El amor? Es para los ingenuos. Para los débiles.

Yo quiero algo más. Quiero que tiemblen cuando diga mi nombre.

Tal vez salir a una discoteca este fin de semana no sea una mala idea. Tal vez sea hora de empezar mi juego.

Auracio

Despierto temprano. Siempre. La disciplina es la base del imperio. Dos horas de entrenamiento. Ducha helada. Café solo, fuerte como debe ser.

—Buenos días, jefe —me saludan mis hombres.

—¿Está todo listo?

—Sí, el avión sale en dos horas.

Doy las últimas instrucciones. Un envío pendiente desde Estambul. Una adquisición en Rusia. Diversifico siempre. Si una operación falla, otra la compensa. Así se construye un imperio.

En el garaje subterráneo me espera mi colección de autos. Pero más que los vehículos de Edison Limited, hay algo que adoro más: las mujeres.

Soy insaciable. Necesito al menos dos cada noche para aplacar la tensión. No sé si es un don o una maldición, pero no me importa. Ellas siempre vuelven. Todas quieren ser "la elegida", aunque ninguna lo sea.

Nunca me he apegado a ninguna. ¿Para qué sirven, más allá del placer?

¿Machista? Tal vez. Pero en mi casa las mujeres no opinaban. Solo servían. Así fui educado.

Nos dirigimos a mi aeropuerto privado. Me acomodo en mi asiento favorito del jet mientras mis hombres se encargan de todo. Seguridad, maletas, armas. No hay margen de error.

Estoy por cumplir cuarenta años. No lo aparento. Pero lo siento. Es hora de pensar en el legado. En un heredero. En una mujer que me dé un hijo digno.

No he encontrado a la adecuada. No todavía. Quiero una virgen. Una que me pertenezca desde el primer segundo. Fuerte. Silenciosa. Obediente.

Que entienda que, en mi mundo, un error no se corrige… se elimina.

El amor es una debilidad. Yo busco sumisión. Deseo. Violencia.

Y esta noche, cuando cierre los ojos, soñaré con ella.

Con esa mujer que aún no conozco…

Pero que será mía.

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