GIANNAEsa tarde, cerca de las tres en específico, un Vik que se veía precioso con un simple suéter y jeans negros, y yo, también con suéter porque decidimos venir a juego, bajamos del auto que nos trajo desde el Palacio hasta, irónicamente, otro palacio, esta vez el presidencial, que era custodiado por muchos escoltas y guardias en trajes oscuros y de apariencia imponente.De todos los eventos de la agenda, Vik decidió solo dejar este, la fiesta por el séptimo cumpleaños del hijo mayor del Premier, Nicolas Wind, porque según él era muy especial. Ya me preguntaba yo qué hacía un hombre de veintisiete años en la fiesta de un nene de siete que no era parte de su familia, pero bueno.Bajamos del auto, donde un Donovan ya casi recuperado, solo con la mano vendada, se quedó en el estacionamiento para custodiar los vehículos. Con nosotros iban Matt, Tom y Carl, y en casa se quedó Mark, quien se encontraba medio agripado para salir.Este lugar tenía el mismo tipo de arquitectura renacentista
GIANNALos adultos nos quedamos en un silencio tan sepulcral y tenso que podría cortarse con un cuchillo, y Karin y Gregori no tardaron en mirarme con los ojos bien abiertos, en tanto yo hacía lo propio con un Vikram que, en cambio, me veía con mucha calma, como si esto fuese un paso natural en nuestra relación.—¿La Reina? —preguntó Gregori y volteó a ver al muchacho.Vik sonrió y asintió con la cabeza.—Pasaron muchas cosas que explicaré con detalles más tarde, pero… cuando estaba en la universidad tuve una relación con una chica llamada Abigail. Salimos por dos años, e incluso nos casamos. Pero ella murió en un accidente automovilístico un día antes de que yo fuese obligado a volver aquí.Karin y Gregori volvieron a abrir los ojos como platos.—Gianna es esa persona, aunque ella no lo recuerda. Es evidente, pero no está muer.ta.La rubia se llevó entonces las manos a la boca. Sus ojos se llenaron de unas lágrimas que comenzaron a caer por sus mejillas y perderse entre sus dedos.—¿
GIANNATragué con dureza ante la atmósfera mientras sentía mi pulso acelerarse con ligereza, y vi a Thomas acercarse con un sobre en la mano.—Señor, ya está listo. Es el acuerdo estándar para casos de emergencia, pero creo que será suficiente.—Lo será —respondió Vik y resopló—, mantenlo a resguardo y hazlos pasar, por favor.—De acuerdo, señor—¿Por qué yo no tuve que firmar un acuerdo de confidencialidad? —pregunté mientras veía al castaño avanzar hacia la entrada, y a la señora Laila ir a dar sus órdenes.—Tu contrato tiene algunas cláusulas.—Pero nada comparado a un acuerdo individual.—Es porque eres tú, Gianna… Nunca he pensado que harás algo como divulgar las cosas que pasan aquí, y si así fuera tampoco es malo. Esta institución está tan podrida, que no me extrañaría que me echaran del país si algún día se llegara a saber toda esta verdad.Fruncí el cejo y chasqué con la lengua, cerrando los ojos de nuevo y echándome hacia atrás.De la nada, sentí una mano tomar la mía, y el
GIANNA La voz de Laurice cortó todo rastro de respuesta de mi parte, y solo atiné a mirar hacia arriba con los ojos bien abiertos, sorprendida por sus palabras. ¿Así de mal se veía? Ella vestía ropas de estar en casa, pero la clase se desprendía de su cuerpo con cada paso que daba escaleras abajo, y cuando llegó a la planta caminó hacia la sala como si nada. Mis padres la miraron con obvio desprecio, pero ella les contestó con ojos duros y luego volteó hacia mí. —Que falta de educación de su parte, señorita —dijo mi padre con el cejo fruncido. —¿De mi parte? Yo no soy quien viene a faltarle el respeto a otra persona a una casa ajena. ¿Se puede saber quiénes son y por qué los dejaron entrar? Papá apretó los dientes, y en ese momento supe con aún más fuerza que Vik y Lau compartían alguna clase de vena de la protección hacia mí, porque la rubia enseguida levantó sus escudos para cuidarme. —Dios, ¿de verdad ese hombre tiene a una chiquilla tan irrespetuosa trabajando aquí? —me preg
GIANNAA la mañana siguiente, Vik y yo bajamos a desayunar con Laurice, quien hoy tenía que asistir a un evento oficial como representante de la Corona ante uno de los componentes de las Fuerzas Armadas; sin embargo, ella no tardó en manifestar su malestar por lo de anoche.—Cam, ¿de verdad los vas a dejar quedarse? No me gustan para nada, ¡son unos irrespetuosos! —clamó ardida mientras tomaba su taza con café y luego me miró—. Y perdón, Gia, sé que son tus padres y todo, pero es que… —Reviró la mirada y chascó con la lengua.Nunca había visto a Lau ser tan expresiva hacia el lado de la molestia como anoche y ahora, y eso me decía que, además de ser una buena amiga, era capaz de detectar la realidad.—No te preocupes… ya sé lo que hay ahí, por eso traté de mantenerlos al margen.—¿Pero cómo se les ocurrió venir así sin más? Es un abuso —comentó la rubia y bebió de su taza.—Lo es; sin embargo, es un asunto que tenemos que llevar con pinzas, ¿entiendes, Lau? Son los padres de Gianna, p
GIANNAEl corazón se me fue a la boca y empecé a sudar frío, ¿cómo es que esto había terminado así?—Si vuelve a tocarme, llamaré a la policía para que se ocupen de los dos —advirtió Vik con mucha seriedad.—¡Pero qué demonios te pasa! —gritó mi padre.—¡Gianna, este hombre es un déspota, tienes que salir de aquí! —chilló mi madre mientras rodeaba el sofá y venía hacia mí.Le vi las intenciones en el acto; sin embargo, esta vez fue Thomas quien se metió en el medio.—Deténgase, por favor.Pero ella se le tiró encima y empezó a manotear.—¡Déjame pasar, tú no eres nadie, empleaducho de mi.erda!—¡Mamá, ya cálmate! —clamé, pero no me escuchó.Siguió tratando de pasar de Tom, pero este no la dejó.—¡Quítate!Ella empujó a Tom y se zafó un poco, por lo que se me tiró encima y tuve que poner mis manos para evitar que me pegara en la cara. Me agarró por los hombros y comenzó a zarandearme.—¡Tienes que irte con nosotros de aquí, ¿es que no lo entiendes?!Dios mío, ¿por qué mis padres perdie
JACOBLos padres de Gianna Adelaide habían venido a Hiraeth, eso sí que no me lo esperaba. ¿A quién demonios se le ocurrió que sería bueno que ese par de bastardos vinieran hasta aquí?—No fue cosa mía —dijo un hombre con acento curioso a través del celular—. No sé en qué estaban pensando esos dos, pero lo están poniendo todo en riesgo con sus tonterías.Resoplé con fuerza. Me encontraba en mi despacho mientras observaba unos documentos relacionados con unos terrenos a los que pedí que se les hicieran estudios.—No los necesito aquí.—Bueno, sabes que no tengo esas influencias. En Hiraeth mis movimientos son limitados, y los hilos que tengo para mover no es que sean los mejores.Chasqué con la lengua. En estos momentos tampoco podía pasarme de lanza y actuar de manera impulsiva, no después de años de dedicación y un tramado casi perfecto, solo empañado porque el maldito de Cameron no terminaba de mo.rirse.—No importa… encontraré la manera de encargarme de eso. —Entonces, sonó un piti
GIANNANo dormí mucho esa noche, y en la mañana recibí un llamado de parte de la policía donde me decían que mis padres fueron liberados a plenas seis de la mañana, y escoltados al hotel del que les notifiqué.Quería ir a verlos para darles los documentos, pasaporte y su equipaje lo antes posible, pero pasé el día ocupada con el trabajo, así que no fue sino como hasta las cuatro que pude ir, y de qué manera fui.Iba en una camioneta y rodeada por los cuatro costados, literalmente. Tom y Mark conmigo delante, y en un auto Tyler y Joseph, otros de los Guardias del Palacio. Los autos no llevaban las banderitas de siempre, pero por las placas se podía saber su asignación, lo que no era del todo bueno.Al llegar frente al hotel, Mark y Tom sacaron las maletas, en tanto Joseph y Tyler tomaron sus papeles como guardias de la calzada.Entré con los dos primeros y fuimos directo hasta la recepción.—Buenas tardes —saludó la recepcionista en perfecto neerlandés.—Buenas tardes. Busco la habitac