GIANNA—¿Crees que debamos irnos, Gia? Ya tenemos como media hora aquí —murmuró Vik en medio del poco espacio que nos separaba.¿Tanto tiempo pasamos solo abrazados?—No quiero irme… eres muy cómodo y suavecito —musité en respuesta y lo apreté.Él soltó una risilla y acarició mis cabellos. Entonces, sentí su cabeza sobre la mía en un gesto de relajación profunda, una que seguía latido a latido de su corazón, con cada una de sus respiraciones.—¿Segura de que no te estás durmiendo?—¡Es tu culpa por ser tan pachoncito! —chillé por lo bajo y rezongué.Vik volvió a reírse, cómo me gustaba escuchar esa risa, y metió sus dedos en mi cabello hasta rozar el cuero cabelludo, cosa que regó corrientazos de placentera calma por mi sistema.—Bueno, no te puedes dormir aquí. Podemos ir al hotel, poner el aire acondicionado al máximo, nos metemos debajo del edredón y, como estarás muerta de frío, te sentirás mejor acurrucada contra mi pecho.Aquella propuesta era tentadora, claro que sí, y un liger
GIANNAAl despertar esa mañana, a pesar de haber tenido un buen sueño donde flotaba en las nubes de la felicidad, justo antes de chocar con una pared negra que marcaba el fin del camino, un ápice de dolor se regó por todo mi cuerpo. Y es que, sí, Vik era cuidadoso, muy cuidadoso, cuando lo hacíamos por obvias razones; sin embargo, la noche anterior quizás me pasé un poquitito de la raya.Mientras despertaba, sentí ligeros roces contra mi espalda que pronto identifiqué como besos, esos que siguieron hasta mis nalgas y subieron. Me removí un poco y suspiré.—¿No es muy temprano para eso? —murmuré bajito.Al instante escuché una risa, y alguien besó mi mejilla.—Es una hermosa forma de despertar, ¿no lo crees? Buenos días, querida Gia, ya es momento de levantarnos si queremos llegar a tiempo al evento de hoy.Cierto, el congreso.Resoplé y me moví en la cama para quedar boca arriba, y abrí los ojos por primera vez, encontrando a un varón pelinegro que, para mi sorpresa, se había afeitado
CAMERONA pesar de que todo parecía estar tranquilo, yo tenía muchas cosas en mente. Repartir mi escaso tiempo libre ya era complicado antes de tener más de la mitad de mis pensamientos destinados a una sola mujer, y ahora… era medio imposible.Trabajar como un investigador en muchas de las noches en las que no podía dormir, revisar muestras, comparaciones entre unas y otras imágenes y otras cosas más también se complicaba, porque cada que Gianna se quedaba en mi habitación yo dormía como un bebé.No era nada malo, para nada, pero no estaba acostumbrado a ser más o menos una persona normal.Y esa mañana no fue la excepción. Me encontraba recostado en la cama, apenas eran casi las seis, pero pocas ganas tenía de levantarme a entrenar, en especial porque la rubia que me abrazaba con pasión dormía como un plomo. Era tan hermosa.Yo era un idiota, no lo negaré, pero consideraba ser también muy suertudo al tenerla entre mis brazos. Hacía tanto tiempo que no me sentía tan a gusto con respir
GIANNA—¿De verdad estás bien? La gente está diciendo tantas cosas, Gianna…—Ya lo sé, Zoe… Vik, que digo, Su…—Está bien, no tienes que mantener las formalidades. Somos amigas, ¿no? Su Majestad no me exiliará por escucharte llamarlo «Vik».Era de tarde y, tras soltar una exhalación, me eché hacia atrás en mi cama, bueno, en la cama de Vik que me cedió mientras hacia su trabajo de oficina impostergable.—Es verdad… —murmuré—. ¿Estás trabajando ahora? Bueno, qué digo, si es martes y apenas son las once de la mañana…—Sí. La sesión está en pausa por un momento. Como no fuimos a Palacio, el Premier decidió asistir al pleno de hoy, pero la presión ha estado fuerte… Los socialistas no dejan de cargar contra él y la monarquía.—Mierda… eso me hace sentir mil veces peor —mascullé y chasqué con la lengua.—No tienes que sentirte mal por nada, Gia. Tú no hiciste nada malo, ellos sí. Es inconcebible que, en pleno siglo XXI, en un supuesto país del primer mundo como este, la gente todavía esté a
GIANNAVik no dejaba de decir que todo estaría bien, pero me bastó darle una mirada a las redes sociales para darme cuenta de que no era así. Mi nombre ya rodaba por todas partes, y gracias al cielo inhabilité todos mis perfiles nada más llegar a este país, porque si no de seguro tendría a un montón de gente acosándome sin sentido.Los seres humanos tenían la capacidad de ser bastante tóxicos.Cerca de las cuatro de la tarde recibí un mensaje de Zoe donde me preguntaba si podía venir a visitarme. Este era el Palacio Real de Hiraeth, no una casa cualquiera, pero apuntaba que no sería seguro que yo saliera y, tras preguntarle a Vik, obtuve un inesperado permiso que me puso muy contenta.Así pues, la rubia muchacha llegó a eso de las cinco y, tras pasar los controles de seguridad, mientras Vik estaba fuera en una cena de negocios con Tom y los demás, salvo Bruno, que me cuidaba a mí y a la puerta, ella se apersonó con algunas chucherías, una caja de dulces y una botella de champaña.Al v
GIANNA«Señor Wind, ¿qué opinión le merecen las últimas revelaciones sobre la nueva pareja de Su Majestad?», preguntó el periodista de otro canal en medio de la rueda.Gregori, que tenía un aspecto intachable, le dirigió la mirada.—Oh… eso pasó esta tarde, después de que salimos del Congreso… fue una locura… —masculló Zoe y luego bostezó. Quizás estaba llegando a su límite.En la pantalla, de hecho, pude ver a Zoe detrás del Premier, además de a algunas otras personas que no conocía, pero que debían ser miembros del gobierno, ministros o así.Lo correcto, según yo, habría sido que Gregori pasara de largo de una cuestión así porque, seamos sinceros, ¿era un tema del que preguntarle al segundo al mando de un país? Me parecía una locura; sin embargo, el rubio permaneció quieto.—Es el tema de moda —comentó y se sonrió, pero no fue de mala manera, o al menos a mí no me lo pareció—. Pienso, muy a criterio personal, que es terrible inmiscuirse y criticar la vida privada de Su Majestad pens
GIANNATras mi apetitosa cena, me di un baño y recibí un mensaje de Vik que decía que subiera a la azotea por un momento, por lo que me puse una sudadera, ya que afuera hacía frío, y subí hasta allá, encontrándolo sentado en un rincón entre una pared pequeña y otra más grande. Él me miró y sonrió, y señaló el lugar a su lado.—Ven aquí, tengo una manta —dijo divertido y con la otra mano enseñó una manta oscura.—Vaya, piensas en todo —murmuré y caminé hasta allá, justo al lado del pequeño techo y de sus equipos de astronomía, que vi con curiosidad, recordando algo—. Oye, ¿cómo es que tuviste oportunidad de participar en ese estudio que se mencionó en el congreso? ¿No se supone que eres Rey a tiempo completo?—Lo soy. Soy un Rey a tiempo completo que seis de siete noches a la semana sufría de insomnio.Lo sarcástico y divertido de su tono me sorprendió por un segundo, pero luego conecté los puntos y entendí.—¿Sufrías? —curioseé mientras me sentaba a su lado.Vik desdobló la manta y me
CAMERONHace aproximadamente seis meses, recibí un correo de parte de una persona que, a pesar de no estar pasando por su mejor momento, jamás dejó de tenerme al tanto sobre los planes que teníamos; sin embargo, el título de aquel mensaje era algo que no entendía. «Ve esto ya mismo».En el cuerpo solo venía una foto, pero esa sola foto puso mi mundo de cabeza.Recuerdo que estaba sentado frente a mi computador más o menos a las tres de la mañana, y me caí el suelo al irme hacia atrás sin poder evitarlo. Mi cabeza se quedó en blanco, la realidad desapareció y corrí a mi mesa de noche para buscar el viejo celular que usaba por entonces, lo encendí, pero el maldito no tenía batería, así que tuve que conectarlo y esperar cinco minutos, los más largos de mi vida, hasta que por fin entré y, en el momento en el que vi la imagen en mi galería, no hubo dudas.Era ella. Dios santo… era mi Abby.Pero Abby no era Abby, y no se trataba de pérdida de la memoria; sin embargo, cuando fui a San Franci