CAMERONAlguna vez fui feliz en mi pasado… fue corto, pero bonito, de los mejores momentos de mi vida. Atesoraba ese sentimiento en mi interior con mucho recelo, como si de verdad lo fuese todo para mí porque, para ser francos, era mínimo, importante y doloroso.La imagen en mi mente de sus risas, de su precioso mirar tranquilo en las mañanas, de su melena rojiza y ese sentimiento de paz que jamás había experimentado antes me dijeron que ese era mi lugar en el mundo. El eco de su felicidad, de nuestros buenos e incluso malos momentos, la convivencia.Ella era para mí, yo era para ella. Ese era mi destino. Ser quien yo quisiera era mi destino.O eso pensaba.—Abby… —murmuré sin poder evitarlo en medio de aquella ensoñación.Mientras veía su silueta alejarse, el corazón en mi pecho se contrajo con absurdo dolor.¿Por qué me hizo eso? ¿Por qué se fue? ¿Por qué me dejó solo? ¿Acaso no sabía lo que de verdad era para mí? ¿Por qué se fue sin decir nada y jamás volvió?El mundo no era injust
GIANNANo era estúpida, o al menos no me consideraba así. ¿Qué yo era especial por el trato y blablablá? ¡Claro que era especial! ¡Era Gianna Adelaide, una hermosa, valiente y fuerte mujer de casi veintinueve años que se buscaba la vida! Sin embargo, mi propia percepción personal no contaba aquí, no en esta situación tan propia de una novela romántica.—¿Entonces? —inquirí al encontrar silencio.Vik se acomodó de nuevo de costado y soltó un respingo.—Solo he salido con tres chicas en toda mi vida, y nada de eso terminó bien.—¿Qué quieres decir?—Fui engañado, engañado y dejado, en ese orden. Al parecer es llamativo salir con un Rey solo por diversión. —Él se encogió de hombros.—¿Alguna de ellas te marcó?—Todas ellas me marcaron. Aprendí que sea quien sea de quien me enamore, probablemente todo termine mal. Sin embargo, no tengo una fijación contigo. Sí, tienes el tipo de personalidad de las chicas que me gustan, eso lo he aprendido en estos días de conocerte, pero aquí en Hiraeth.
CAMERONVivía en un mundo donde mi vida privada y profesional no tenían distinciones, y lo detestaba, pero era la clase de realidad en la que me había tocado crecer.Si tuviera que pensar en el pasado y el ahora, ¿cuándo fui feliz? Quizás solo un poco, unos segundos, unos pequeños instantes, y lo extrañaba… añoraba tanto poder volver a tocar la felicidad con mis propias manos, sentirla y abrazarla, hacerla mía y nunca dejarla ir de nuevo.No obstante, ¿en qué clase de persona me convertiría eso?—Majestad, aquí tiene. —Laila me mostró una bandeja con una simple pastilla blanca que me hizo resoplar.La tomé con la zurda y la ingerí sin más. No las tomaba siempre, no dependiendo de lo que ordenara el doctor; incluso podía pasar dos o tres días sin ellas después de largas semanas, pero ahora era diferente. Acababa de perder a alguien importante en mi vida, y muchos problemas se me vinieron encima de golpe.En el instante en el que la píldora pasó por mi garganta, suspiré.—Gracias —murmu
GIAVik aceptó ir a almorzar con su madre, por lo que, tras completar algunos deberes, poco después de la una, salí de su despacho para ir a comer mi almuerzo. La señora Laila dijo que me guardarían mi comida porque en las tardes y las noches debía someterme al horario del Rey, por lo que ya no tenía apuros.Salí como si nada y crucé al pasillo. Ahí encontré a Mark, Markus Safin, que era otro de los cuatro guardias de confianza que le quedaban al pelinegro. Él era calvo y alto, pero no calvo natural, solo que le gustaba raparse por comodidad.—Oh, así que tú me cuidarás hoy —comenté con voz calma.Él me dio una tenue sonrisa y asintió con la cabeza. En mis días en Hiraeth entendí por qué sus escoltas eran tan importantes para Vik. Estos hombres, en especial Thomas, Donovan, Matthew, Markus y… Peter, eran entregados, leales y muy simpáticos al trato, al menos hacia mí y con la mayoría de los empleados de la casa.Los sentía como una familia entre todos ellos, y eso era más que destacab
GIANNALaurice y yo continuamos comiendo y hablando ya de otros asuntos. Por ejemplo, supe que acababa de terminar con su novio de la preparatoria y, como estaba triste y se sentía deprimida, le pidió permiso a su madre para venir a su antiguo hogar. Supe que quería acercarse a Vik, aunque no lo manifestó demasiado, y que le faltaban unos meses para terminar su posgrado y se encontraba en el trabajo final.Ella no se desempeñaba en los negocios familiares, sino que hacía lo que siempre quiso, centrarse en la biología y en el estudio de su pasión. Eso también me hizo preguntarme qué deseos tendría Vik con su propia vida que fue incapaz de cumplir al tener que subir al trono.Después de terminar la comida con un postre de chocolate, a eso de las dos de la tarde, ambas salimos con Mark siempre escoltándome, cosa que no pasó desapercibida por la muchacha.—¿Por qué él te sigue? ¿Acaso estás vigilada porque hiciste algo malo? —inquirió y le dio un mirar de reojo al susodicho.—No. Vik, qui
GIANNALa palidez se extendió con gran extrañeza en su rostro ante mi pregunta y, al tiempo, un ligero puñal se enterró en el fondo de mi corazón al darme la certeza tras pronunciar ese nombre.Vik prensó los labios con ligereza y suavizó su mirada.—La tenemos… —susurró con cierta inseguridad—. Si le quitas la parte de verse una vez al año, sí… ella y yo fuimos un poco así, es lo que creo —musitó y soltó un respingo.Abby era una chica, fue pareja del hombre que tenía delante.—¿Fue quien te engañó, te engañó o te dejó?—La que me dejó —respondió él con suma decepción y frunció los labios.Darme cuenta de que esos sentimientos por otra mujer aún lo recorrían, hizo que mi pecho se apretara en un gran nudo que me impidió respirar por unos segundos. Él no la había superado, entonces, ¿qué pintaba yo aquí?—Pero no me gusta hablar de eso porque… fue difícil —murmuró por lo bajo y apenas alzó la vista.Tenía que ser comprensiva en medio de todo esto, ¿no? Después de todo, de cierta forma
GIANNA Una ligera brisa revoloteaba alrededor. Era fría, sí, debía serlo por la hora de la noche, pero yo no podía sentirla, pues me encontraba envuelta en un halo de regusto, de calma y de pasión de la que ni loca quería salirme. Vik se separó apenas y delineó mi mejilla con mi pulgar con delicadeza. —Gia, ¿te gustaría dormir conmigo esta noche? —preguntó muy calmo y en voz baja—. Pero no pienses en nada raro, solo dormir, ¿está bien? Fruncí el cejo al instante y no evité preguntar: —¿Solo dormir? —¿No estás cansada? Ha sido un día largo, no deberías forzarte —comentó él y siguió acariciando mi mejilla tras separarse un poco más. —Entiendo, pero, ¿tú estás cansado? —Sí, aunque no tanto. —Se encogió de hombros. —Entonces… —¿Es que quieres tener se.xo? —interrumpió el otro, dejándome en blanco. Volteé enseguida a un lado, consciente de que ese hombre vio a través de mí por completo, y tuve que esperar largos segundos para poder enfrentarlo, aunque con cierta timidez. —¿Tu no?
GIANNA—Hmm… eso se siente bien —murmuró Vik mientras echaba su cuerpo hacia atrás con ligereza.Hacía unos minutos que mi lengua jugaba con su erección a placer, aunque recién comenzaba lo bueno.Sus ronroneos ocasionales me incitaron a avanzar un poco más y, para cuando pude dejarlo entrar hasta la mitad, sin dejar de mover la mano y acariciar también el resto de su parte baja, soltó un fuerte respingo que me sirvió de aliciente para continuar.—Gia… tu lengua es genial… —masculló con voz ronca.Escucharlo decir eso me llenó de más ánimo y lo dejé ir un tanto más lejos y hasta el final, aunque sentía que, más que ahogarme, era como si todo en mi garganta se cerrara; no obstante, no detuve la lengua y me quedé por unos segundos, hasta que salí dando bocanadas fuertes en busca de aire mientras mi mano aumentaba el ritmo y, al mismo tiempo, sus gruñidos aumentaban más y más en volumen.Alcé la vista para mirarlo, y encontré a un Vik con la cara enrojecida y los ojos fijos en mí y en lo