GIANNALa temida pregunta llegó, y me pasmé por unos segundos, sin saber qué hacer.—Vik, te dije que no te diré todo por ahora… no estás en condiciones de…—Lo estoy, ¿sí? Déjame saber lo que sabes, no te preocupes por el estrés. Ya estoy suficientemente estresado ahora con solo estar tirado en esta cama sin poder casi moverme.Fruncí el cejo y resoplé. El doctor, su psiquiatra, había sido bastante específico, pero pude entenderlo. Al final, yo fui la que estuvo presta a tomar un vuelo justo después de recuperar sus recuerdos. Por eso, apreté los labios, me lo pensé por unos segundos y me relajé.—Por aquel entonces tú estabas ocupado con el desastre de la moción que te obligaba a volver, y mayormente estresado, así que no quise decirte nada hasta no estar por completo segura, por lo que fui con Arnold y… se lo conté.Al instante, él frunció el cejo y tragó con dureza, lo que me hizo parar.—Adelante —instó el pelinegro.Resoplé y, como dijo, proseguí.—A él fue a la única persona a
GIANNALa atención de todos se centró en él, que vestía en cerrado negro, lo que le daba un aire más profundo con su expresión solemne.—Sé que muchos se preguntan quién es Abigail Miller, y de dónde salieron los nombres de Ethan y David Kuir, así que decidí hacer esta declaración, no solo para darles respuestas a ustedes, sino a toda la nación, pues considero que es un tema que no merece ser escondido.Lo vi respirar hondo. Él poseía una forma tan serena e hipnotizante de hablar que hacía que te quedaras prendado a su discurso enseguida, y mucho más ahora donde, coloquialmente, el chisme se encontraba a la orden del día.—Hace diez años, contrario a los deseos de muchas personas, me matriculé en la Universidad de Washington para estudiar Astronomía, al tiempo que hacía un MBA a distancia en la Universidad Georgetown, ambas en Estados Unidos de América. Por supuesto, por el bien de mi privacidad jamás se les informó de mi estancia en Seattle, hasta ahora.Una tímida sonrisa pintó sus
GIANNACuando llegamos a la tercera planta, Carl se encontraba ahí, porque la puerta del departamento seguía siendo vigilada las veinticuatro horas del día por seguridad.—Señor, señorita, bienvenidos de regreso —dijo él con emoción en los ojos.Sin darle tiempo a continuar, Vik cortó distancias con él y lo abrazó. Carl y Tyler, además de Matt y Donovan, eran los únicos escoltas sobrevivientes del atentado, que fue calificado como terro.rista por los medios nacionales e internacionales, pero en todo este tiempo era la primera vez que él y Vikram se veían.—Me alegro de que estés vivo —dijo Vik y le dio unas palmaditas en la espalda para luego separarse.Carl se lo quedó viendo con los ojos abiertos como platos, y vi las lágrimas inundar sus ojos, al tiempo que empezaba a tragar como un loquito. Lo entendía. Los ánimos estaban así ahora porque un Rey no debería comportarse de esa manera con sus empleados, pero Vikram era diferente. Para él estas personas eran su familia, la única que t
CAMERONMi madre no había querido decir nada desde que la detuvieron, pero tampoco pudo salir en libertad porque las pruebas en su contra eran, según su mismo abogado, bastante fuertes.Tras unos días de digerir todo de lo que me enteré, y tratar de entenderlo, la policía me autorizó de ir a visitarla, así que Tom, Don, Mark y yo fuimos en un único auto hasta allá. Luego de setenta y dos horas, de los tres detenidos que más distinguía, solo Henry era libre en estos momentos, aunque tendría que rendir declaración y no podía salir del país, todo esto con el permiso del gobierno francés.Bajamos del auto y fui guiado al interior de la estación, a una sala de interrogatorios que fungía como habitación para reunirnos. Cuando llegué, ella ya se encontraba ahí dentro, vestida con un mono naranja que no le lucía para nada y con expresión cansada.Se encontraba recluida en condiciones normales, pero no debía estar acostumbrada a nada de eso.Apenas alzó la cara al verme pasar, y luego la desvi
CAMERON—Que no soy hijo del tío Jacob. Soy hijo de mi padre. —Atraje la carpeta que había traído, la abrí y se la extendí—. Mira, ahí lo dice.Mamá bajó la vista, tomó la carpeta y comenzó a leer, y al llegar al final, pude ver como la tristeza la invadía y los ojos se le llenaban de lágrimas.—Por desgracia, me hiciste tanto daño que no sé si algún día pueda perdonarte. Para empezar, si no hubieras actuado con egoísmo en primer lugar, yo no habría perdido a mi esposa y a mis hijos, a unos niños que nada de culpa tenían de tus estúpidos pensamientos, ni del narcisismo que compartes con todos los demás.Mi tono resonó con dureza al verla llevarse las manos a la boca, y sus orejas enrojecieron al tiempo que escuché un sollozo siendo ahogado. En su interior debían estar pasando mil cosas en estos momentos.—Yo… no quería que esto pasara. Solo buscaba alejarla de ti…—No importa lo que quisieras, madre. Cada acción tiene una consecuencia, y las tuyas se llevaron consigo a muchas personas
CAMERON¿Tres semanas antes? Bueno… corría la semana treinta y siete, ¿no?De repente, toda la información que había leído sobre el embarazo, sus fases y lo que debía hacer cuando llegara el momento se me vino a la cabeza, y al entrar al cuarto escuché los quejidos de Gia, y al verla supe que, a pesar de que estaba preparada, tenía miedo.¿Cómo no? Yo también lo sentía.Tomé el bolso preparado para la ocasión, y al yo no poder hacerlo aún, tras acomodarle la ropa, Tom la cargó y fuimos directo al garaje. Aquello fue casi como una operación especial: entrar, cargar, salir a lo loco hasta el hospital, al que Donovan se encargó de llamar para anunciar nuestro inminente arribo.—Ah… maldita sea, ¡cómo duele! —chilló Gia, que apretaba mi mano con fuerza en la parte trasera del auto.Yo me encontraba… ¿nervioso? Dios, claro que estaba nervioso, asustado, curioso, inquieto y mil cosas más, ¡y gracias al cielo que podía estarlo! Este simple momento me recordó que, a pesar de todo lo pasado, a
GIANNADe repente, tras un tremendo dolor, el más fuerte que sentí en mi vida hasta ahora, vino la calma, un sonido inundó mis sentidos, y toda emoción posible se desbordó de mí con un vibrante llanto.Mi hijo… mi hijo por fin había venido al mundo.Después de ser llevada de regreso a la habitación, todos pasaron y lo conocieron, al pequeño Cameron, un ni.ño enorme, para ser franca, que apenas abrir los ojos mostró unos brillantes jades, un poco más claros que los de su padre, pero que de seguro se oscurecerían conforme creciera.—Dios… tu genética es demasiado fuerte —mascullé a Vik mientras acunaba al pequeño, al que acababa de sacarle los gases.—Va a ser un chico guapo, vaya que sí —comentó él, que me miraba desde el lado.En el cuarto, además de nosotros, estaban Laila, Gregori, Karin y Mark, que nos observaban con interés.De repente, el ni.ño empezó a removerse y volteó, y estiró las manitas como si quisiera que Vik le prestara atención.—Jo… mira, quiere ir contigo. De seguro
GIANNASentía el cuerpo débil, como si no tuviera fuerzas para hacer lo que normalmente hacía y, aunque el doctor me dijo que tenía que ver con mi previa hipoglucemia, los problemas de presión y el desgaste de mi cuerpo en general, pero que mejoraría tras reposar un poco, me sentía ansiosa.—No me gustan los hospitales… —mascullé y resoplé—. Ya pasé casi un mes en uno, ¿por qué hay que esperar más ahora?—Señorita, debe descansar todo lo que pueda. Es probable que eso sea más difícil cuando vuelva a casa, por lo que lo mejor sería aprovechar por ahora.—Esperaba salir hoy en la tarde, pero el doctor dijo que mejor mañana —solté y volví a exhalar.Quería estar en la seguridad de casa, de mi habitación en el Palacio porque, para ser franca, tenía un mal presentimiento.Jacob pagó una gran fianza para salir de prisión, y mientras él estuviera afuera yo no tendría seguridad, pero ahora estaba Cam… ¿Y si querían hacerle algo a él? Mo.riría si así fuera. Y no, no era una para.nóica. Mi mied