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Capítulo 2.- El Amanecer de Nuevas Oportunidades

El primer rayo de sol se colaba por la ventana, iluminando la pequeña habitación que Laura Kim compartía con su hermana menor, Sofía. El sonido del despertador resonó, marcando el inicio de un nuevo día lleno de oportunidades. Las hermanas Kim se levantaron con la frescura de la mañana, listas para enfrentar otra jornada en la cuidad de Soapire, en la capital de Venezuela

Laura se dirigió a la cocina para preparar el desayuno. Se movía con agilidad y eficiencia, a pesar de la falta de sofisticación en su entorno. El aroma del café recién hecho llenaba el aire, mientras Sofía, aún adormilada pero dispuesta, ponía la mesa.

“¿Lista para tu entrevista?” preguntó Sofía a su hermana Laura, sirviendo un plato de arepas humeantes.

Laura asintió, mientras untaba un trozo de queso fresco. “Sí, deseo que este sea el día en que finalmente consiga un buen trabajo. Helena Rodríguez la Directora de Recursos Humanos de la Empresa de  Maquillaje “Los Laureles” parece ser exigente, pero sé que puedo demostrarle mi valía. Y espero que Alex Caravasile el Dueño de la Empresa no sea tan intimidante como dicen.”

Laura se tomó un sorbo de café, tratando de mantener la calma. “Confía en ti misma,” dijo Sofía con una sonrisa alentadora. “Eres capaz de lograr todo lo que te propongas.”

Un suspiro de alivio escapó de los labios de Laura. La confianza de su hermana le brindaba la fuerza que necesitaba. Comieron en silencio por unos momentos, disfrutando de la calidez de la mañana.

Laura y Sofía terminaron de desayunar, saboreando cada bocado. A medida que el sol se elevaba más en el cielo, la habitación se llenaba de luz cálida y acogedora.

“Gracias por creer en mí,” dijo Laura, levantándose de la mesa y colocando su taza vacía en el fregadero.

“Siempre, hermana,” respondió Sofía con una sonrisa. “Recuerda que estás preparada para esto. ¡Hoy es tu día!”

Con la fuerza de esas palabras en su corazón, Laura se levantó de la mesa, lista para afrontar su día con determinación y esperanza. La jornada estaba llena de posibilidades, y confiaba en que cada paso la acercaría a su sueño.

Laura asintió, su determinación se fortalecía con cada palabra de aliento. “Voy a dar lo mejor de mí,” declaró con firmeza.

Ambas hermanas se prepararon para salir. Laura se aseguró de que llevaba todos los documentos necesarios para la entrevista, mientras Sofía se alistaba para sus propias actividades del día.

Finalmente, en la puerta de su modesta casa, se dieron un abrazo fuerte. “Nos vemos más tarde,” dijo Laura, sintiendo el apoyo inquebrantable de Sofía.

“¡Buena suerte!” exclamó Sofía mientras Laura salía al bullicio de la mañana en la ciudad de Soapire, en la capital de Venezuela lista para enfrentar los retos y oportunidades que el día le traería. Sofía también cerró la puerta tras de sí, enfocada en sus propias metas y tareas del día. Con el corazón lleno de esperanza, ambas hermanas se despidieron, cada una a su destino.

Después del desayuno, se despidieron. Laura, con su carpeta de documentos bien organizada, tomó el transporte público hacia el centro de la ciudad. El viaje le brindó tiempo para reflexionar sobre su recorrido, desde sus días universitarios hasta este momento crítico. Había preparado meticulosamente cada detalle con el propósito de impresionar a Helena Rodríguez.

Al llegar a la sede de la empresa de maquillaje, Laura cruzó el imponente vestíbulo con determinación. Se presentó en la recepción, donde una amable recepcionista Ana Luisa  la dirigió hacia la oficina de Recursos Humanos. Helena la esperaba allí, elegantemente vestida y emanando autoridad.

“Buenos días, Laura,” saludó Helena con una sonrisa profesional. “Por favor, siéntate y cuéntame un poco sobre ti.”

Laura habló de su historia, de sus padres inmigrantes y su dedicación académica. Helena la escuchó con atención, asintiendo de vez en cuando.

Helena sonrió mientras tomaba notas. Luego, miró a Laura con interés y dijo, “Cuéntame, Laura, ¿qué te motivó a buscar empleo en Los Laureles?”

Laura respiró hondo, manteniendo su confianza. “Siempre me ha apasionado el mundo del maquillaje y la belleza. Los Laureles es una empresa reconocida por su innovación y compromiso con la calidad. Creo firmemente en sus valores y misión. Además, me encantaría formar parte de un equipo que inspira y empodera a las personas a través de sus productos.”

Helena asintió, evidentemente satisfecha con la respuesta. “¿Cuál es tu propósito al querer trabajar con nosotros?”

Laura no dudó. “Mi propósito es crecer profesionalmente y contribuir con mis conocimientos y habilidades al éxito de la empresa. Quiero ser parte de un equipo que valore mi creatividad y dedicación, y que me permita desarrollar nuevas ideas que beneficien a Los Laureles y a sus clientes.”

Helena hizo una pausa antes de la siguiente pregunta. “¿Cómo te ves contribuyendo al equipo y a la empresa?”

“Creo que mi experiencia en ventas y mi pasión por el maquillaje me permiten entender bien las necesidades de nuestros clientes. Tengo ideas para nuevas colaboraciones y estrategias que pueden atraer a más consumidores. También soy muy organizada y me gusta trabajar en equipo, lo cual creo que es fundamental para el éxito en cualquier proyecto.”

La entrevista continuó con algunas preguntas más, todas las cuales Laura respondió con seguridad y precisión. Helena, al final, cerró su libreta de notas y sonrió.

“Laura, has respondido muy bien a todas mis preguntas. Estoy impresionada  por tu dedicación y entusiasmo. Me complace ofrecerte el puesto.”

 Laura sintió una oleada de alivio y felicidad. “¡Muchas gracias, Helena! Estoy muy emocionada de unirme al equipo.”

“Nos vemos mañana entonces, le hablare al presidente la de la Empresa para hablarle de ti espera mi llamada mas tarde y asi te confirmare definitivamente para que empieces a trabajar” dijo Helena, despidiéndose con una sonrisa. Laura salió de la oficina con una nueva confianza y una gran sonrisa, lista para el próximo capítulo de su vida.

 La entrevista concluyó con un apretón de manos firme y una promesa de dar una respuesta pronto.

Sofía, mientras tanto, estaba inmersa en su día universitario. Los pasillos de su facultad de medicina estaban llenos de estudiantes ansiosos por aprender, y ella se destacaba con su dulzura y paciencia al interactuar con compañeros y profesores.

Sofía, con su mochila al hombro, se adentró en los pasillos repletos de su facultad de medicina. Saludó a sus compañeros con una sonrisa cálida mientras se dirigía a su primera clase del día: Anatomía Humana.

La profesora, Dra.  Melinda Martínez, comenzó la lección con un caso clínico interesante. Sofía tomó apuntes diligentemente, destacándose por su atención y participación activa en la discusión. Durante el descanso, se reunió con sus amigos en la cafetería, donde intercambiaron ideas y discutieron sobre las últimas investigaciones médicas.

Al regresar a clase, Sofía se unió a un grupo de estudio para realizar una práctica en el laboratorio. Con precisión y cuidado, ayudó a sus compañeros a identificar las estructuras anatómicas en los modelos y especímenes. Su paciencia y amabilidad no pasaron desapercibidas, y sus compañeros la admiraban por su capacidad de explicar conceptos complejos con claridad.

Finalmente, la jornada académica llegó a su fin, y Sofía se sintió satisfecha con todo lo que había aprendido y logrado. Mientras caminaba hacia la salida, pensó en Laura y en cómo le habría ido en su entrevista. Con una sonrisa en los labios, se dispuso a regresar a casa, lista para compartir las experiencias del día con su hermana.

Más tarde,  Laura recibió la tan esperada llamada. “Laura, después de consultarlo con la dirección, nos gustaría ofrecerte el puesto de asistente ejecutiva del señor Alex Caravasile,” comunicó Helena con un tono cordial.

Laura contuvo el aliento de emoción. “Muchas gracias, señora Rodríguez. No le decepcionaré.”

Esa noche, al reunirse en casa, Laura compartió la noticia con Sofía, quien la abrazó con entusiasmo. “Sabía que lo conseguirías, Laura. ¡Estoy tan orgullosa de ti!”

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