El sol de la tarde comenzaba a deslizarse lentamente por el cielo, proyectando una luz cálida y dorada sobre las calles de la ciudad. La oficina de Los Laureles, que en las últimas semanas había sido escenario de tensiones, filtraciones y esfuerzos por mantener el control, se encontraba en un silencio inusual.La mayoría de los empleados ya habían terminado sus tareas y se preparaban para cerrar el día. Sin embargo, en uno de los pasillos internos, lejos del bullicio habitual, Alex y Laura caminaban en dirección a la salida, en una breve pausa que ninguno de los dos había planeado.La conversación empezó de forma casual, casi sin querer, pero pronto se tornó en algo más sincero y humano. Ambos parecían percibir un cambio sutil en la dinámica entre ellos, un matiz diferente que surgía en medio de ese momento de tranquilidad.“¿Te importaría si caminamos un poco?” —preguntó Alex, con un tono calmado, soltando las llaves de su escritorio y ajustando la chaqueta.“Claro que si vamos” —res
La mañana siguiente en Los Laureles amaneció con una tensión que no pudo ser disimulada. El aire parecía más pesado, cargado de un silencio incómodo y de miradas que evitaban cruzarse de manera natural. Laura, aún con la sensación de calma que le dejó la conversación con Alex la tarde anterior, entró en la oficina con una sonrisa tímida, intentando mantener la compostura. Sin embargo, algo en el ambiente le advirtió que no todo sería tan tranquilo.Desde que llegó, una sombra parecía seguirla, y esa sombra tenía nombre y rostro: Clara, una empleada con más experiencia y antigüedad en la empresa, conocida por su carácter fuerte y, en ocasiones, por su actitud competitiva.Clara no era precisamente una amiga cercana, y su manera de actuar siempre había estado marcada por una especie de rivalidad velada, alimentada por celos y por un afán de destacar a toda costa.Mientras Laura se dirigía a su escritorio, Clara la observaba desde la esquina, con una expresión que mezclaba una sonrisa f
El reloj marcaba las 8:00 de la mañana en Los Laureles, y la oficina todavía permanecía en silencio, solo interrumpido por el suave clic de teclados y el murmullo ocasional de voces en las salas de reuniones. Laura llegó temprano, como siempre, pero con una determinación renovada. Sabía que hoy sería un día clave para demostrar no solo su capacidad administrativa, sino también su talento en un área que pocos habrían imaginado en su perfil: las finanzas.Tras pasar por su escritorio, revisó unos documentos y se dirigió directamente a la oficina de Alex. La puerta estaba entreabierta, y pudo notar que él revisaba unos informes en su computadora portátil.“¿Tienes un minuto, Alex?” —preguntó ella, con confianza.El jefe levantó la vista y esbozó una sonrisa apenas perceptible, esa que había empezado a reconocer en esos últimos días: una muestra de apertura y confianza.“Claro, Laura. Entra, por favor.”Se sentaron frente a frente, en un ambiente que, a pesar de la formalidad, ya mostraba
La mañana siguiente a la reunión había llegado con un aire distinto en Los Laureles. La oficina, que aún guardaba el silencio habitual, parecía más viva, como si la energía de la jornada anterior hubiera sembrado una semilla de cambio en cada rincón. Laura, por su parte, se levantó con una mezcla de nerviosismo y satisfacción, consciente de que aquel día podía marcar un nuevo capítulo en su carrera, aunque todavía permanecía en la sombra de sus inseguridades.“Hoy es mi oportunidad para avanzar con confianza, dejando atrás inseguridades y abriendo camino hacia un futuro mejor.” — piensa Laura-—Desde que presentó su propuesta, Laura había sentido que algo había cambiado en su relación con Alex, aunque él todavía mantenía un cierto aire de reserva.La noche anterior, mientras revisaba sus notas y preparaba algunos detalles para seguir perfeccionando su idea, pensaba en cómo aquel reconocimiento, aunque sutil, había sido un paso importante. Sabía que Alex, con su carácter crítico y ex
Esa noche antes de irse a su casa, en su oficina, Laura reflexionaba en todo lo que ha pasado y lo que puede pasar en la empresa “Los Laureles” tambien revisaba los puntos clave de su presentación y reflexionaba sobre las palabras de Alex. Sabía que, aunque él no le había dado un elogio explícito, su reconocimiento sutil era un indicio de que su trabajo había sido tomado en serio. La sensación de haber logrado algo importante la llenaba de una energía renovada.***Al día siguiente, en su rutina habitual, Laura se encontró con Alex en el pasillo. Él la miró con una expresión que, en otra circunstancia, podría haber sido indiferente, pero que ahora contenía una chispa de reconocimiento.“Buen trabajo ayer, Laura” —dijo, simplemente.Ella sonrió, sintiendo que aquel elogio, aunque breve, era un paso más en la construcción de su confianza y en la apertura de un camino que aún le deparaba muchas sorpresas.Con ese pequeño pero significativo reconocimiento, Laura comprendió que la percepci
Alex Caravasile, a sus 35 años, era el epítome del éxito en la ciudad de Soapire. Él es de estatura alta, con un rostro atractivo y bien cuidado, su cabello oscuro contrastaba con sus intensos ojos verdes. Siempre vestido con trajes de diseñador, su apariencia impecable reflejaba su filosofía de vida: "La perfección no es opcional, es mi norma."Nacido de inmigrantes rumanos que se establecieron en Venezuela, Alex había experimentado la escasez y las dificultades desde muy joven. Esa infancia difícil fue el motor que lo impulsó a trabajar incansablemente para alcanzar el éxito. Su empresa de maquillaje, "Los Laureles", se había convertido en un pilar en la industria del maquillaje, conocida por su innovación y calidad inigualable.El éxito de Alex no era solo fruto de su esfuerzo, sino también de su personalidad exigente y perfeccionista. En su oficina, dominada por el estilo minimalista y elegante, cada detalle estaba meticulosamente cuidado. No había espacio para errores ni mediocr
El primer rayo de sol se colaba por la ventana, iluminando la pequeña habitación que Laura Kim compartía con su hermana menor, Sofía. El sonido del despertador resonó, marcando el inicio de un nuevo día lleno de oportunidades. Las hermanas Kim se levantaron con la frescura de la mañana, listas para enfrentar otra jornada en la cuidad de Soapire, en la capital de VenezuelaLaura se dirigió a la cocina para preparar el desayuno. Se movía con agilidad y eficiencia, a pesar de la falta de sofisticación en su entorno. El aroma del café recién hecho llenaba el aire, mientras Sofía, aún adormilada pero dispuesta, ponía la mesa.“¿Lista para tu entrevista?” preguntó Sofía a su hermana Laura, sirviendo un plato de arepas humeantes.Laura asintió, mientras untaba un trozo de queso fresco. “Sí, deseo que este sea el día en que finalmente consiga un buen trabajo. Helena Rodríguez la Directora de Recursos Humanos de la Empresa de Maquillaje “Los Laureles” parece ser exigente, pero sé que puedo de
El amanecer se insinuaba a través de las cortinas, tintando la habitación con un suave resplandor dorado. Laura despertó con el sonido del despertador, sintiendo una mezcla de emoción y nervios. Era el primer día en su nuevo trabajo en "Los Laureles".Sofía, como siempre, fue la primera en levantarse. A pesar de su agenda ocupada en la facultad de medicina, no dejaba de motivar a su hermana mayor. "¡Buenos días, Laura! Hoy es el gran día. Estoy segura de que lo harás increíble", dijo mientras preparaba el desayuno."Gracias, Sofía. Tengo un poco de nervios, pero estoy lista para enfrentar lo que venga", respondió Laura, con una sonrisa determinada. Juntas, disfrutaron de un desayuno rápido, conversando sobre sus expectativas para el día.Tras despedirse con un abrazo entre las hermanas Kim en la puerta de su casa, Sofía se dirigió a la universidad, mientras Laura se encaminaba hacia su nueva oficina. El viaje en transporte público le dio tiempo para reflexionar sobre la oportunidad qu