La noche caía sobre Houston, las luces de la ciudad parpadeando como estrellas caídas. Yasmany Ramos se encontraba en la azotea de un edificio abandonado en el Tercer Barrio, su mirada fija en el horizonte. El viento agitaba su cabello, trayendo consigo el aroma a asfalto caliente y el murmullo distante del tráfico."¿Estás seguro de esto?" preguntó Caroline, su voz apenas audible sobre el rugido de la ciudad.Yasmany se volvió hacia ella, sus ojos brillando con un resplandor dorado en la penumbra. "Es la única manera," respondió. "Las familias no van a ceder el poder voluntariamente. Tenemos que mostrarles que hay otra forma."El Dr. Cortez, que había estado revisando un antiguo mapa de la ciudad, se acercó a ellos. "El plan es arriesgado, Yasmany. Una vez que comencemos, no habrá vuelta atrás."Yasmany asintió, su rostro una máscara de determinación. "Lo sé. Pero Houston ha vivido demasiado tiempo bajo el yugo de las familias. Es hora de que la gente sepa la verdad."Con un gesto de
El amanecer encontró a Yasmany exhausto, su cuerpo magullado por la feroz batalla con su padre. Se dejó caer en el sofá del refugio subterráneo, cada músculo protestando por el movimiento. Caroline estaba a su lado en un instante, sus manos gentiles examinando sus heridas."Necesitas descansar," murmuró ella, la preocupación evidente en su voz.Yasmany negó con la cabeza. "No hay tiempo. Las familias estarán reagrupándose, planeando su próximo movimiento."El Dr. Cortez, que había estado monitoreando las noticias, se volvió hacia ellos. "La ciudad está en caos. Tus acciones han expuesto demasiado en muy poco tiempo, Yasmany. Las autoridades están abrumadas."Un golpe en la puerta los sobresaltó. Caroline y Yasmany intercambiaron miradas de alarma. Nadie debería conocer la ubicación de este refugio."Yo iré," dijo el Dr. Cortez, moviéndose hacia la entrada."Profesor, espere," comenzó Yasmany, pero era demasiado tarde.La puerta se abrió, revelando a una mujer elegante de mediana edad,
El amanecer encontró a Yasmany y Caroline en la parte trasera de una vieja camioneta, atravesando los límites de Houston. El Dr. Cortez conducía, sus ojos constantemente revisando los espejos retrovisores en busca de perseguidores."¿A dónde vamos?" preguntó Caroline, su voz apenas un susurro."A un lugar seguro," respondió el Dr. Cortez. "Un antiguo santuario de los Guardianes, fuera de la influencia de las familias."Yasmany yacía en el regazo de Caroline, su cuerpo aún adolorido por la batalla. Cada bache en el camino enviaba ondas de dolor a través de él, pero se negaba a quejarse. En su mente, repasaba los eventos de las últimas horas: la traición, la pérdida, la alianza inesperada con Mei Chang.Después de horas de viaje, llegaron a una zona boscosa. El Dr. Cortez maniobró la camioneta por un camino apenas visible, hasta que finalmente se detuvieron frente a una cabaña aparentemente abandonada."Hemos llegado," anunció.Con cuidado, ayudaron a Yasmany a salir del vehículo. Al en
El amanecer se deslizaba suavemente por las ventanas del refugio, iluminando con una tenue luz las paredes desgastadas. Yasmany se despertó con un sobresalto, su cuerpo aún adolorido por las heridas de la última batalla. A su lado, Caroline dormía profundamente, su respiración tranquila por primera vez en días. La angustia que había marcado sus rostros recientemente parecía haberse desvanecido, al menos por el momento.Con cuidado de no despertarla, Yasmany se levantó y se dirigió hacia la sala principal, su paso aún algo torpe. El Dr. Cortez ya estaba allí, observando en silencio las pantallas que proyectaban imágenes de Houston. El caos continuaba, aunque parecía haber un cambio en el aire."Buenos días," murmuró el profesor sin apartar la vista de las múltiples pantallas. Su rostro estaba bañado por una luz azulada que hacía más evidentes las líneas de cansancio en su piel."Buenos días," respondió Yasmany, acercándose lentamente. "¿Cómo va todo?".El Dr. Cortez suspiró, apartándos
El aire en el refugio era denso, cargado de tensión y expectativas. Desde el momento en que el mensaje de Mei Chang llegó a sus manos, los preparativos no se habían detenido. Yasmany se paseaba por la sala, su mente dividida entre la inminente reunión y el legado que acababa de descubrir. Las palabras del Dr. Cortez aún resonaban en su cabeza: "Este poder no es solo tuyo. Es un legado." Una responsabilidad mucho mayor de lo que había anticipado.Mientras tanto, Caroline revisaba las armas en una mesa improvisada, sus manos ágiles pero nerviosas. A pesar de su experiencia en situaciones de vida o muerte, había algo en la posibilidad de que todo esto fuera una trampa que la inquietaba más de lo normal. Yasmany podía ver la tensión acumulada en sus hombros mientras trabajaba."¿Realmente estamos listos para esto?", preguntó ella, sin levantar la vista. Su tono era neutral, pero Yasmany notó la duda oculta en sus palabras."Tenemos que estarlo," respondió él, sin detenerse. Había algo en
El sol comenzaba a ocultarse detrás de las nubes grises cuando Yasmany, Caroline y el Dr. Cortez salieron del refugio. El aire afuera era denso y pesado, como si la propia ciudad supiera que algo importante estaba a punto de suceder. Las calles de Houston estaban desiertas, pero había una calma inquietante en el ambiente. La tensión se sentía en cada esquina, en cada edificio derruido.Los tres se movían en silencio, alertas, mientras se dirigían al punto de encuentro: una vieja fábrica en las afueras de la ciudad. Era un lugar que una vez había sido el corazón de la industria local, pero ahora solo quedaban ruinas. Un terreno perfecto para una reunión donde la confianza escaseaba y las traiciones podían estar al acecho en cada sombra."¿Estás seguro de esto?" preguntó Caroline en voz baja, sus ojos escaneando constantemente el horizonte en busca de cualquier señal de peligro.Yasmany asintió, aunque por dentro compartía la misma incertidumbre. "No tenemos otra opción. Si queremos evi
El eco de las palabras de Yasmany resonó en el silencio opresivo que seguía. Mei Chang y Enrique Mendoza intercambiaron miradas, pero esta vez no hubo sonrisa en los labios de ninguno. La atmósfera en la fábrica abandonada se volvía más densa con cada segundo que pasaba, como si la ciudad misma contuviera el aliento."¿Tus condiciones?" preguntó Enrique, con un leve tono de sorpresa en su voz, aunque Yasmany percibió la irritación oculta tras su fachada calmada.Yasmany no vaciló. Sabía que tenía que ser firme. Esta era su única oportunidad para marcar un cambio verdadero, y no podía darse el lujo de parecer débil ante dos de las familias más poderosas de Houston."Primero," dijo, su voz fuerte y clara, "quiero que se desmantele por completo la estructura de control que las familias han impuesto en la ciudad. No más territorios divididos, no más lucha por poder a expensas de la gente. Houston será libre."Mei Chang arqueó una ceja, claramente no sorprendida, pero tampoco complacida. "¿
El sol se ponía sobre Houston, tiñendo el cielo de tonos rojizos y dorados que parecían reflejar el fuego interno de Yasmany. Desde la azotea de un edificio abandonado en el corazón de la ciudad, observaba el horizonte urbano, su mente repasando los eventos de las últimas 48 horas.A su lado, Caroline apretó su mano. "¿Estás listo?"Yasmany asintió, sus ojos brillando con determinación. "Tan listo como puedo estarlo."El Dr. Cortez se acercó, su rostro mostrando una mezcla de preocupación y esperanza. "Recuerden, esta reunión podría cambiar el curso de la historia de Houston. Debemos ser cautelosos, pero también audaces."Un helicóptero apareció en el horizonte, acercándose rápidamente. Yasmany sintió que el fuego en su interior se agitaba, respondiendo a la tensión del momento.Minutos después, Mei Chang descendió del helicóptero, seguida por representantes de las familias Mendoza y Zhang. Sus rostros eran máscaras de neutralidad, pero Yasmany podía sentir la tensión que emanaba de e