Vincent miraba aturdido a la hija de su primo, por un momento recordó todo lo que Erick le había hecho a la joven y repasando lo que dijo en el jardín creyó que la había ofendió sin darse cuenta. — Disculpa por lo que dije allí a fuera, no fue mi intención herirte… — antes que continuará con su explicación la joven lo detuvo. — A mí me importa un carajo lo que puedan decir de mí ¿porque sabes algo? yo saltaba de cama en cama y no me arrepiento, follé cuanto quise y con quien quise y aquí me vez, casándome de blanco cuando en mi vientre llevo a mis mellizos. — le soltó apretando los dientes de la furia que sentía. — Eres igual a tu padre cuando te enfadas. — Vincent la contemplaba con asombro. — Te estas follando a Rosita. — cada palabra de la joven taladró su mente, provocándole aún más dolor al verse descubierto que la bofetada en sí. — No tengo porque explicar lo que hago con mi vida, lo acabas de decir, tu follaste con cuanta persona quisiste y yo soy un hombre. — Eres un mal
Melania Y Rene caminaron al lado sur del prado, ya llevaban un tiempo hablando de trivialidades, cuando Melania dijo. — Hace muchos años, en este mismo lugar vivía una joven mis simpática, alegre y por lo que dicen era muy hermosa también, cuentan que sus ojos color chocolate eran muy expresivos, y sus labios rellenos y gruesos hipnotizaban a más de un hombre. — ¿Cómo se llamaba? — pregunto sin poder contenerse Rene. — Acacia, Acacia Doxi, era huérfana, sus padres murieron en un accidente automovilístico, pero por suerte tenía a su hermano, un hermoso y fuerte griego, él la cuido y la protegió, pero ¿Quién nos puede proteger de la maldad del mundo? — En el momento que la castaña dijo aquello, Rene supo que no sería una historia con final feliz. — Acacia creció y se convirtió en una joven muy quería aquí, tenía muchos amigos, muchos la querían, incluso tenía un novio, era mayor que ella, Cristopher Fotsis, tenía 20 años y ella apenas 16, era pequeña, demasiado soñadora, tanto como
Mientras Williams y Linda se perdían en una nebulosa de placer y lujuria, fuera de la oficina el ambiente era completamente extraño, los gritos de placer de ambos inundaban el exterior y mientras el custodio de Linda optaba por recordar cada una de las reglas aprendidas en su entrenamiento para mantener la calma y la sangre fría, la asistente quedaba sola ya que su nueva amiga salía de aquel lugar sintiendo más que pena, ya que estas personas sentían que eran ellos lo que estaban invadiendo la intimidad de la pareja y no la pareja infringiendo alguna norma laboral al tener sexo en la oficina. — Hey asistente donde--- — la pregunta de Deivid, quien tampoco se había molestado en aprender el nombre de la pelirroja, quedo flotando en el aire cuando escucho los gemidos que provenían de la oficina. — Dios, que envidia ¿porque mi pequeño ángel no me visita en la oficina? — fue todo lo que el castaño dijo para luego salir con rumbo al ascensor y dirigirse a la reunión que tenían pactada con
Williams escucho el grito de su hermosa reina, esa que le había enseñado lo que era estar enamorado y que le ayudo a sanar todo el daño que aquella mala mujer había provocado en él. Vio lo mismo que Linda veía, un pequeño que corría sin estar consciente del peligro y una madre desesperada por alcanzarlo y evitar lo inevitable, o eso creyó, él realmente pensó que su esposa tendría que aprender a vivir sabiendo que los accidentes ocurren, que hay cosas que no se pueden evitar, como lo que sucedería, que para él era… que su esposa arrollaría a ese pequeño que como burlándose de la muerte dejo ver una sonrisa deteniéndose tras los gritos de su madre, pero se detuvo demasiado tarde, a mitad de la carretera. Nada lo hubiera preparado para lo que su esposa hizo, y es que ella realmente era una reina, y el deber de una reina es sacrificarse por el más débil, Will no lo pensó, Williams no lo supo, hasta que de pronto se vio impactando contra una viga de concreto, trato y Dios sabe que es así
Los años habían transcurrido con calma, por lo menos para ellos cuatro, cuando los mellizos tuvieron 2 años tomaron la decisión de mudarse de la mansión Bach, muy al pesar de Sam, pero debían hacerlo, le tomo más de un mes convencer al mayor de que era lo mejor, y es que la fogosidad de la pareja no disminuía con los años, solo iba en aumento, pero lo que llevo a Sam a aceptar que era mejor que la joven pareja viviera sola fue el día que los encontró en la piscina en una pose demasiado comprometedora, Sam estaba seguro que necesitaría terapia para superar aquella imagen, y es que si para un hijo es impactante encontrar a sus padres teniendo relaciones SEXUALES, imaginen lo que fue para Sam ver el trasero de Williams mientras montaba a su hija en medio de del jardín trasero, en su defensa Linda alego que se suponía que él debía estar en su empresa y ya que su madre había llevado a los mellizos de compra creyó que estaban solos, por lo que finalmente Sam acepto que su hija se marche con
Linda Brown es una joven con una mente brillante, y un cuerpo voluptuoso, a sus 24 años se ha sabido ganar la vida en Nueva York, tanto con su inteligencia como con su cuerpo, vive el sueño de toda mujer independiente, tratando de vencer prejuicios, esos mismos que alagan al hombre por ser mujeriego, pero encasillan a la mujer de fácil si tiene una vida sexual muy activa, en su piso del 242 Broome valuado en 2.8 millones de dólares en el corazón de Manhattan, donde vive junto a su mejor amiga René. ¿Qué Como lo consiguió? fácil, fue el juguete de un hombre por un año, al mejor estilo Christian Grey, pero sin el final feliz de la protagonista, ella antes de conseguir ese trabajo y conocer al señor frío, como lo llamaba, había tenido una vida miserable, jamás besada por amor, solo la besaron para burlarse de ella en el colegio, blanco de todas las bromas por su sobre peso, siempre soñando con el amor, y el príncipe azul que el mundo les hace creer a las mujeres que necesitan y que algún
Apenas llegó a su edificio Linda corrió a hablar con René, necesitaba contarle con lujos de detalle lo que había sucedido en su primer día de trabajo. La joven rubia pasaba gran parte del tiempo pintando, sus cuadros, que alguna vez fueron alegres y coloridos, desde que había sobrevivido al infierno de Terry, se habían vuelto tristes y grises, aun así, no perdía las esperanzas de volver a ser lo que era antes, de poder juntar esos pequeños pedazos de su alma y volver a armarse. — Hasta que llegas, dime, me muero de curiosidad, ¿cómo son?, te juro que después que cortaste la llamada, me quedé con los nervios de punta, no puede ser que te quiera despedir, ¿te dio un por qué?— Tranquila René, mi trabajo ya está asegurado, los tengo donde quiero. Que te digo, son dos bombones que no me molestaría comer, lástima que son mis jefes.— ¡¿Y eso que?! ¡Mira lo que son! estas fotos que me enviaste, te juro ¡monje mi braga!, dime si no tienes curiosidad por contar cuantos tatuajes tiene este c
Cuando Linda llegó a su escritorio su mente, que era un poco masoquista, le seguía repitiendo esa escena en la que su mundo había cambiado por completo, una y otra vez, quizás como un recordatorio del póquer jugaba con los hombres, porque esa necesidad de tratarlos como animalitos que cuando crecían demasiado era necesario desecharlos.Por eso no noto cuando Deivid y Williams llegaron y la saludaron, ambos con ganas de ganar su apuesta y enamorarla, pero no obtuvieron respuesta alguna, ella solo estaba sentada mirando fijo un punto, con cara de haber sido testigo de un crimen, y es que así era, ella fue testigo de cómo un hombre con pocas palabras mato sus ilusiones y sueños de amor, dejándola sin nada en su interior, más que con un rencor, que no la dejaba amar.— ¡Señorita Brown!— Señor Williams, Señor Smith.Williams al verla tan perdida creyó que era su oportunidad para abordarla, él era un experto con mujeres navegando a la deriva, se presentaba como su Salvador, un timón al que