Pandora Muller¿Cómo voy a decirle a mis padres lo del bebé? Es la pregunta que más veces me hago cuando voy llegando a casa. Ni yo misma puedo asimilarlo aun y no sé como abordar el tema con ellos sin sonar una irresponsable. Ya soy adulta, se supone que debo saber como cuidarme para no llegar a esto.—¿Estás bien? —Pregunta mi amiga estacionando el auto frente a casa.—No.—¿Quieres que pase contigo?—No —Repito. —Es algo que debo afrontar sola. Tengo más de dos meses, casi tres, Lucy, no podré ocultarlo por mucho tiempo de todos modos.—Si me necesitas, me llamas —Aprieta mi mano antes de darme un beso en la mejilla. —Estaré pendiente del celular.—Gracias, Lucy.Nos despedimos. Ella se va a su casa y yo me quedo en la puerta suspirando, cogiendo un poco de valor antes de entrar.Entro y las luces ya están apagadas en la sala. Mis padres ya deben estar en su habitación.Mis pasos por la escalera son pesados y pausados. Llego hasta la puerta de la habitación y hago dos toquecitos an
Norman StoneMi celular vuelve a sonar y resoplo. Tiro mi bolígrafo a un lado y miro la pantalla. Lo mismo que todos los días. Es la quinta vez que ignoro su llamada solo hoy.—Doctor Stone, su padre desea una reunión con usted. Lo espera es su oficina en quince minutos —Nancy, mi asistente, comunica por el intercambiador.—¿Le dijiste que estoy ocupado en el proyecto? —Pregunto escueto y fastidiado.—Si, doctor, lo hice, pero mencionó que era urgente y que no debía dejar de ir.Masajeo mis sienes en un último intento para mermar mi estrés antes de ir a verlo. Estoy cansado de lo mismo y no le veo el caso a este sermoneo constante que solo nos quita el tiempo a ambos.Ajusto mis lentes y salgo a paso firme, pero pausado, hacia el siguiente piso, donde se encuentra la oficina de mi padre.—Buenas tardes, director. El doctor Andrés lo está esperando —Me informa su asistente mucho antes de que llegue hasta su escritorio. Conozco la intensidad y el mal humor de mi padre, así que imagino s
Pandora Muller —Sabes que los dulces son malos si los comes demasiado, ya hablamos de eso muchas veces —Tomo los cachetes de mi hija entre mis manos y dejo un beso corto en su nariz. —¿Qué vamos a hacer si te dañan los dientes? Tengo que llevarte con la doctora Ruiz y va a ponerte una inyección.—Solo poquito, mami —Amelia hace un puchero tan adorable que no evito sonreír ante el drama que está armando.—La abuela cocinó un almuerzo delicioso para nosotras y si comes dulces, no podrás comer la tarta de manzana que hizo especialmente para ti —Trato de hacerle entender, pero sus ojitos azulados empiezan a cristalizarse y suspiro. Siempre lo hace. Siempre consigue chantajearme de ese modo.La tomo en brazos y la abrazo. Estos años no han sido para nada fácil en mi etapa como madre primeriza. Aunque mis padres son unos abuelos muy amorosos y presentes en la vida de Amelia, hay momentos en los que me duele que su padre no esté con ella y que me dé ese apoyo extra en su cuidado, en especial
Pandora Muller —¿Estás completamente segura? —Mi amiga pregunta en un jadeo en el celular al enterarse de mis intenciones. —Es un cambio muy drástico.—Si quiero iniciar una nueva vida, tengo que hacerlo bien —Río y le indico al peluquero que proceda. —Seré otra Dora. Aunque obvio, no como Dora, la exploradora.—Ni se te ocurra cortar la videollamada, quiero estar presente para evitar que hagas una tontería —dice mientras ríe también. —Definitivamente te volviste loca. El frío de Alemania te está haciendo estragos en la cabeza.Continuamos hablando mientras el profesional hace su trabajo. Lo decidí ayer de noche y Lucy es la primera persona a quien le cuento. Voy a cortar mi cabellera y dejarla hasta los hombros. Quiero y necesito empezar todo de cero y esto forma parte de mis nuevas decisiones.Mañana empieza mi trabajo en la empresa de mis tíos, Amelia y yo ya estamos totalmente instaladas y esta semana nos pasamos arreglando nuestras cosas y conociendo los alrededores en varios pas
Norman Stone —¿Se puede saber el motivo de esa sonrisa? —Pregunto a mi amigo a quien encuentro pensativo y sonriente en su consultorio en el horario de su receso. —Son pocas las veces que lo haces desde que pasó lo de Isabel, así que deduzco que debe ser muy hermosa.—Estaba leyendo unos mensajes, es todo —Desestima apagando la pantalla de su celular. —¿Y tú que haces por este humilde consultorio? Conseguir verte en horario de trabajo y un lunes es todo un milagro. ¿A qué santo debemos rezarle?—Creo que al mismo que consiguió hacerte sonreír —digo en broma. —Ayer en el almuerzo estabas perdido ¿Al fin me vas a contar de quien se trata? Porque es obvio que es una mujer o no estarías en modo baboso activado.—Es muy pronto para decir que tengo ese botón activado, Norman, además, ya estamos viejos para comportarnos como pendejos —Se ríe, pero no me engaña. Sé que se trata de una mujer.—¿Conociste a alguien? Porque ya me habías dicho que aquí no hay nadie que te llame la atención.—Si,
Pandora MullerCon tantas cosas en mi cabeza olvidé mi bolsa de tortitas en la confitería donde estábamos. Si no fuera por la mujer que se encontraba detrás de nosotras en la fila y que me siguió para devolvérmelo, no me hubiera percatado hasta llegar a casa. Lo que agradecí mucho, porque ya hubiera tenido flojera para volver hasta allí y reclamar. Lo extraño fue la manera en que me miró como si realmente me conociera, lo que no tiene sentido, porque jamás nos habíamos visto antes.Llegamos al departamento y ambas nos metemos a la ducha.Mi niña está más parlanchina que de costumbre y me duele la cabeza de tanto oír sus aventuras del día. Me cuenta tantas cosas que ni yo misma me lo creo que esté hablando tan amenamente con una pequeña de tres años, en su idioma algo raro, claro. Me alegra que se esté adecuando rápidamente a su nuevo ambiente.Apenas salimos de la ducha, mi celular suena y lo ignoro. La verdad es que quiero atender a Amelia ahora que podemos estar juntos luego de mi p
Norman Stone —El nombre de Pandora Muller no está en la lista de arrendatarios ni dueños de los departamentos; sin embargo, si tenemos una dueña con el nombre de Amelia Muller —dice la recepcionista luego de haberse negado muchas veces a ayudarme.«¿Amelia? Conozco el nombre completo de Dora y no es Amelia» pienso decepcionado mirando a la señora fijamente.—¿Desea saber algo más? —Pregunta con la ceja arqueada y evidente fastidio. —¿Probar con otro nombre?Niego y saco de mi billetera el dinero que le había prometido a cambio de su ayuda y lo dejo en la mesada.Vuelvo a mi auto y me quedo pensando. Este es el único complejo de apartamentos en 10 manzanas. Si no es Dora ¿Entonces quien es esa mujer?«Debí haber visto mal» suspiro resignado.Vuelvo a la mansión con el corazón roto, porque la leve esperanza que tenía se hizo trisas. No hablo con nadie, subo directo a mi habitación y después de buscar una ropa adecuada para ir al bar, entro a la ducha.Gaby no está en la habitación, así
Norman StoneLlego a la casa luego de aproximadamente una hora y media. El tráfico en la calle está fatal y tengo que ir primero por mi auto en el estacionamiento del bar y luego volver.Trato de hacer el menos ruido posible. Paso por la sala y me alegra no encontrarme con nadie, especialmente con mi mamá, para no dar explicaciones sobre mi paradero.Subo a la habitación y como supuse, Gaby y Mariana están juntas en el sofá conversando sobre lo que sucedió ayer, poniéndose al día con los chismes.Ambas se sorprenden al verme llegar a deshoras, y es que no es para menos, es media mañana y ya debería estar en la clínica. Nunca falté al trabajo un martes, al menos que sea estrictamente necesario.No saludo a ninguna de las dos porque no me apetece hacerlo luego de escuchar lo que dicen y menos iniciar una conversación con ellas. Voy hasta la ducha y me doy un baño largo antes de vestirme para ir al hospital.Cuando salgo, mi hermana ya no está. Voy directo al armario. Allí está mi celula