Norman Stone —El nombre de Pandora Muller no está en la lista de arrendatarios ni dueños de los departamentos; sin embargo, si tenemos una dueña con el nombre de Amelia Muller —dice la recepcionista luego de haberse negado muchas veces a ayudarme.«¿Amelia? Conozco el nombre completo de Dora y no es Amelia» pienso decepcionado mirando a la señora fijamente.—¿Desea saber algo más? —Pregunta con la ceja arqueada y evidente fastidio. —¿Probar con otro nombre?Niego y saco de mi billetera el dinero que le había prometido a cambio de su ayuda y lo dejo en la mesada.Vuelvo a mi auto y me quedo pensando. Este es el único complejo de apartamentos en 10 manzanas. Si no es Dora ¿Entonces quien es esa mujer?«Debí haber visto mal» suspiro resignado.Vuelvo a la mansión con el corazón roto, porque la leve esperanza que tenía se hizo trisas. No hablo con nadie, subo directo a mi habitación y después de buscar una ropa adecuada para ir al bar, entro a la ducha.Gaby no está en la habitación, así
Norman StoneLlego a la casa luego de aproximadamente una hora y media. El tráfico en la calle está fatal y tengo que ir primero por mi auto en el estacionamiento del bar y luego volver.Trato de hacer el menos ruido posible. Paso por la sala y me alegra no encontrarme con nadie, especialmente con mi mamá, para no dar explicaciones sobre mi paradero.Subo a la habitación y como supuse, Gaby y Mariana están juntas en el sofá conversando sobre lo que sucedió ayer, poniéndose al día con los chismes.Ambas se sorprenden al verme llegar a deshoras, y es que no es para menos, es media mañana y ya debería estar en la clínica. Nunca falté al trabajo un martes, al menos que sea estrictamente necesario.No saludo a ninguna de las dos porque no me apetece hacerlo luego de escuchar lo que dicen y menos iniciar una conversación con ellas. Voy hasta la ducha y me doy un baño largo antes de vestirme para ir al hospital.Cuando salgo, mi hermana ya no está. Voy directo al armario. Allí está mi celula
Pandora Muller —Te presento al doctor Andrés Stone, dueño fundador de la clínica, y a su hijo, actual director, Norman Stone —La voz de Darío me devuelve poco a poco a la realidad. Mi corazón late tan fuerte que lo más seguro es que los presentes estén escuchando mis latidos. Es imposible ordenar mis emociones en estos momentos mientras todo mi cuerpo tiembla incontrolablemente.—Mucho gusto, doctoraaa... —El hombre mayor espera a que conteste mientras me extiende su mano. Aún no puedo asimilar del todo lo que está sucediendo y ahora que lo pienso él es el abuelo de Amelia.—Muller —Contesto al fin con la voz aguda y rota. —Soy Pandora Muller.Acepto su mano y su ceño se frunce, quizás percibiendo mi malestar, pero no dice nada.—Norman es nuestro director hace 4 años, Pandora —Cuenta Darío, señalándolo. El susodicho traga grueso, puedo verlo a la perfección mientras pasa difícilmente su saliva. —Trabajaremos con él directamente estos días para que tengamos todo listo para el comienzo
Pandora MullerBueno, la hora ya ha llegado.Estoy literalmente molida. El trabajo es muy exigente, pero teniendo un guía como Darío todo se me hizo mucho más fácil. Él es un doctor dedicado y lo admiro mucho. En el poco tiempo que nos conocemos no puedo negar que hay algo en él que me atrae mucho. No me cabe duda que es una gran persona y por supuesto, muy guapo.Voy hasta el vestidor y me cambio antes de ir a casa y luego por mi hija a la guardería. Conociendo a Norman y su personalidad impulsiva y dominante, no pasará de esta noche que me busque y debo estar preparada para la conversación que tendremos.No pienso callar más. Después de todo vine para buscarlo y hablarle de su hija y no veo la razón para que esto se demore más de lo necesario. Mientras más rápido lleguemos a un acuerdo, mejor. El hecho de que esté casado es asunto suyo, Amelia no deja de ser su hija por eso y me guste o no, eso no lo puedo cambiar. Ya él sabrá lo que hace con esa verdad. Yo, por mi parte, seguiré mi
Narrador omnisciente«Por nuestra hija» repica en la cabeza de Norman, cientos, miles de veces. Sus manos sudan, al igual que en la mañana cuando la vio frente a frente, y su corazón retumba fuerte y doloroso. Por momentos cree que va a desfallecer ante la noticia tan impresionante que Dora le acababa de dar.«¿Cómo es eso posible? ¿Cuándo pasó? ¿Tengo una hija con ella?» se pregunta mientras la mira, tan de cerca que es capaz de percibir el aroma de su cabello, tan hermosa, tan natural y en su cuello aún tiene la gargantilla que él le había regalado en su cumpleaños. Aun la ama, la ama tanto que ya no quiere perderla, ahora que tienen una hija, menos.Sus ojos se cristalizan y Dora lo nota. Toma su mano entre las suyas y con sus dedos hace fricciones suaves para reconfortarlo.—Lo supe poco después que viniste, y te busque mucho, como loca, estaba desesperada —dice Dora mientras lo mira, también con la mirada cristalizada. Norman no consigue emitir un solo sonido. Las palabras están
Narrador omniscienteAntes del amanecer y tras pasar una pésima noche recostado en el sofá, Norman ya está estacionando su auto en la clínica. Solo se dio una ducha rápida, se vistió y salió cuando Gaby se encontraba dormida. Después de la discusión de anoche, lo que menos deseaba era enfrentarse de nuevo a ella tan temprano.Su padre y su hermana están reunidos con su madre y no tendrá otra mejor oportunidad como esta para contarles todo acerca de Dora y su hija.Son apenas las seis de la mañana. Pasa primero por la cantina y lleva consigo un vaso grande de café para el dolor de cabeza que no lo deja desde ayer y también para darse algo de valor con un poco de cafeína.—Buenos días —Su madre y su padre voltean a verlo extrañados cuando abre la puerta y saluda. Mariana, dormida en el sofá, también despierta refunfuñando por la interrupción.—¿Qué haces tan temprano aquí, mi vida? —Su madre extiende ambos brazos y él se acerca para besarla.—Si, ¿Qué haces aquí? Aún es de noche y me de
Narrador omnisciente Norman se queda durante dos horas enteras hablando con su familia, no omite ni un solo detalle de todo lo que pasó y sus padres lo escuchan tranquilos, a pesar de todo, tratando de comprender lo que él les va contando, en algunas ocasiones su padre resopla al escucharlo, pero enseguida todo vuelve a la normalidad nuevamente.Cuando sale de la habitación de su mamá, ya el cambio de guardias se hizo y la doctora que atiende a su madre se queda para hacer sus revisiones matutinas, por lo que no tiene más poción que salir para cumplir con sus propias obligaciones.Por otro lado, Dora, se levanta un poco más temprano que de costumbre para tener tiempo suficiente y prepararse un suculento desayuno y luego dejar lista a Amelia y a ella misma antes de ir al trabajo.Justo antes de salir, recibe una llamada de su tía preguntando cómo le había ido ayer en su primer día en la clínica y ella le promete pasar el fin de semana por su casa y comentarle todo.Lleva a Amelia a su
Narrador omniscienteDora presenta a Norman a la profesora como el padre de Amelia y le da instrucciones estrictas que solo uno de ellos dos puede ir en busca de la pequeña y que si alguien más lo hace debe llamarla inmediatamente para confirmar.A Norman le parece raro la actitud de Dora, pero tampoco está en desacuerdo, porque proteger a la niña es una prioridad para los dos.Los ojos de Amelia no se apartan ni un segundo del rostro de aquel hombre grande que nunca había visto antes, se siente tímida y se aferra con fuerzas al cuello de su madre.Cuando la profesora se retira, Norman al fin la saluda y le ofrece sus brazos, ella acepta de inmediato. Dora nunca había visto a Amelia tan embelesada con un extraño como con Norman, generalmente no le gusta convivir ni hablar con extraños, pero a él lo acepta de una. Se miran fijamente por unos segundos y cuando le dice que es su papá, Amelia toma su rostro con ambas manitas y une su nariz al de él, como lo suele hacer con su madre para d