Norman Stone—¿Dónde conseguiste este avión? —Pregunta con un jadeo cuando llegamos hasta el aeropuerto. A último momento decidí prestar uno de los aviones privados de mi padre para nuestro viaje, claro, sin que él sepa exactamente su uso verdadero. —Nunca había subido en uno tan hermoso, Norman. Debe ser muy caro.—Es un vuelo privado, lo alquilé para que nos lleve hasta México —Miento. Tomo su maleta y le paso a Míriam, la asistente de vuelo, quien hace un asentimiento hacia nosotros a modo de saludo. Había quedado con el piloto y los asistentes que debían ser discretos frente a Dora y por supuesto no hablar de mis destinos con mi padre. Él cree que lo usaré para una ayuda comunitaria.—Es muy lujoso —Menciona. No sale de la impresión cuando hacemos un recorrido adentro. Su rostro me causa diversión y ternura al mismo tiempo. Parece una niña feliz por su nueva experiencia.Estos días he pensado mucho en ella, en lo que será de nuestras vidas cuando me vaya, de cómo se sentirá, de có
Pandora Muller —¡¡Aaaaaaaah!! —Lucy y yo gritamos en unísono cuando llego a su casa a visitarla.No sabía que la había extrañado tanto hasta ahora que nos abrazamos y saltiteamos como niñas al reencontrarnos.—¡Bienvenida, morena! —dice dándome una vuelta con la mano. —¡Qué hermosa te pusiste, amiga! Estás radiante. Ese color tostado te queda divino.—Gracias —Vuelvo a abrazarla. —Te extrañé mucho, Lucy.—No creo que hayas tenido tiempo para eso, pero agradezco tu intención de hacerme sentir bien. —Bromea mientras nos dirigimos hasta la sala a tomar asiento. —Suficiente tengo con tú hayas sido feliz. ¿Lo fuiste? Cuéntamelo todo, por favor.—Todo estuvo hermoso, amiga. Fueron los mejores días de mi vida. Fui muy feliz, como nunca antes.—Te lo merecías, Dora. Has estudiado y trabajado mucho estos años, también necesitas descansar y despejarte y que mejor que al lado de tu papurri alemán.—Tome muchas fotos, necesitamos un día entero para verlas todas. También traje cosas para ti que es
Pandora MullerCinco, cuatro, tres, dos, uno... los fuegos artificiales iluminan el cielo asunceno en el comienzo de un nuevo año.La algarabía es mucha, hay gente abrazándose unas a otras, entre risas y gritos, todos muy felices.—¡Felicidades, amiga! —Lucy, quien se encuentra a mi lado, me abraza. —Que este año te traiga muchas sorpresas y felicidad.No creo que su deseo se cumpla, pero aun así agradezco que me desee algo tan bonito e intente levantarme el ánimo cuando sabe que todo me cuesta mucho más que antes, hasta sonreír.—¡Feliz 2022, mi querida Lucy! —Respondo con una sonrisa fingida. —Estoy segura de que este año será mejor que las anteriores.—Lo será amiga, la esperanza es lo último que se pierde.Me vuelve a abrazar y mi corazón no se calma. Estoy muy sensible y todo lo que quiero es irme a casa y llorar; sin embargo, me niego a dejarme caer, al menos no frente a mi familia, frente a mis amigos del barrio. No es momento para eso.—¡Felicidades, hija! —Mis padres se acerc
Pandora Muller¿Cómo voy a decirle a mis padres lo del bebé? Es la pregunta que más veces me hago cuando voy llegando a casa. Ni yo misma puedo asimilarlo aun y no sé como abordar el tema con ellos sin sonar una irresponsable. Ya soy adulta, se supone que debo saber como cuidarme para no llegar a esto.—¿Estás bien? —Pregunta mi amiga estacionando el auto frente a casa.—No.—¿Quieres que pase contigo?—No —Repito. —Es algo que debo afrontar sola. Tengo más de dos meses, casi tres, Lucy, no podré ocultarlo por mucho tiempo de todos modos.—Si me necesitas, me llamas —Aprieta mi mano antes de darme un beso en la mejilla. —Estaré pendiente del celular.—Gracias, Lucy.Nos despedimos. Ella se va a su casa y yo me quedo en la puerta suspirando, cogiendo un poco de valor antes de entrar.Entro y las luces ya están apagadas en la sala. Mis padres ya deben estar en su habitación.Mis pasos por la escalera son pesados y pausados. Llego hasta la puerta de la habitación y hago dos toquecitos an
Norman StoneMi celular vuelve a sonar y resoplo. Tiro mi bolígrafo a un lado y miro la pantalla. Lo mismo que todos los días. Es la quinta vez que ignoro su llamada solo hoy.—Doctor Stone, su padre desea una reunión con usted. Lo espera es su oficina en quince minutos —Nancy, mi asistente, comunica por el intercambiador.—¿Le dijiste que estoy ocupado en el proyecto? —Pregunto escueto y fastidiado.—Si, doctor, lo hice, pero mencionó que era urgente y que no debía dejar de ir.Masajeo mis sienes en un último intento para mermar mi estrés antes de ir a verlo. Estoy cansado de lo mismo y no le veo el caso a este sermoneo constante que solo nos quita el tiempo a ambos.Ajusto mis lentes y salgo a paso firme, pero pausado, hacia el siguiente piso, donde se encuentra la oficina de mi padre.—Buenas tardes, director. El doctor Andrés lo está esperando —Me informa su asistente mucho antes de que llegue hasta su escritorio. Conozco la intensidad y el mal humor de mi padre, así que imagino s
Pandora Muller —Sabes que los dulces son malos si los comes demasiado, ya hablamos de eso muchas veces —Tomo los cachetes de mi hija entre mis manos y dejo un beso corto en su nariz. —¿Qué vamos a hacer si te dañan los dientes? Tengo que llevarte con la doctora Ruiz y va a ponerte una inyección.—Solo poquito, mami —Amelia hace un puchero tan adorable que no evito sonreír ante el drama que está armando.—La abuela cocinó un almuerzo delicioso para nosotras y si comes dulces, no podrás comer la tarta de manzana que hizo especialmente para ti —Trato de hacerle entender, pero sus ojitos azulados empiezan a cristalizarse y suspiro. Siempre lo hace. Siempre consigue chantajearme de ese modo.La tomo en brazos y la abrazo. Estos años no han sido para nada fácil en mi etapa como madre primeriza. Aunque mis padres son unos abuelos muy amorosos y presentes en la vida de Amelia, hay momentos en los que me duele que su padre no esté con ella y que me dé ese apoyo extra en su cuidado, en especial
Pandora Muller —¿Estás completamente segura? —Mi amiga pregunta en un jadeo en el celular al enterarse de mis intenciones. —Es un cambio muy drástico.—Si quiero iniciar una nueva vida, tengo que hacerlo bien —Río y le indico al peluquero que proceda. —Seré otra Dora. Aunque obvio, no como Dora, la exploradora.—Ni se te ocurra cortar la videollamada, quiero estar presente para evitar que hagas una tontería —dice mientras ríe también. —Definitivamente te volviste loca. El frío de Alemania te está haciendo estragos en la cabeza.Continuamos hablando mientras el profesional hace su trabajo. Lo decidí ayer de noche y Lucy es la primera persona a quien le cuento. Voy a cortar mi cabellera y dejarla hasta los hombros. Quiero y necesito empezar todo de cero y esto forma parte de mis nuevas decisiones.Mañana empieza mi trabajo en la empresa de mis tíos, Amelia y yo ya estamos totalmente instaladas y esta semana nos pasamos arreglando nuestras cosas y conociendo los alrededores en varios pas
Norman Stone —¿Se puede saber el motivo de esa sonrisa? —Pregunto a mi amigo a quien encuentro pensativo y sonriente en su consultorio en el horario de su receso. —Son pocas las veces que lo haces desde que pasó lo de Isabel, así que deduzco que debe ser muy hermosa.—Estaba leyendo unos mensajes, es todo —Desestima apagando la pantalla de su celular. —¿Y tú que haces por este humilde consultorio? Conseguir verte en horario de trabajo y un lunes es todo un milagro. ¿A qué santo debemos rezarle?—Creo que al mismo que consiguió hacerte sonreír —digo en broma. —Ayer en el almuerzo estabas perdido ¿Al fin me vas a contar de quien se trata? Porque es obvio que es una mujer o no estarías en modo baboso activado.—Es muy pronto para decir que tengo ese botón activado, Norman, además, ya estamos viejos para comportarnos como pendejos —Se ríe, pero no me engaña. Sé que se trata de una mujer.—¿Conociste a alguien? Porque ya me habías dicho que aquí no hay nadie que te llame la atención.—Si,