- “Primero quiero hacerte una pregunta Roy Miller, espero que seas sincero respondiéndome.”- me dijo la señorita Walter. La miré y asentí, mientras me acomodaba en el sillón frente a la que ella estaba sentada. Perfectamente sabía que yo no le iba a ocultar nada, cualquier cosa o persona que me acercara a Hanna, me servía. - “Bien como acabas de ver soy muy directa, odio irme por las ramas, así que al lio. ¿Qué sientes por Hanna?”- preguntó la rubia mientras cogía la copa de vino blanco que tenía delante, sobre la mesita de café de mi despacho había un banquete digno de los dioses, que había mandado Gordon a traer desde uno de los mejores restaurantes de la cadena de hoteles Miller. Imaginé que ante el trato que había recibido de la rubia, Gordon había intentado demostrar lo eficiente que era. - “No suelo hablar de mis sentimientos con nadie y menos con desconocidos, pero, como entenderá encontrar a Hanna es mi prioridad ahora mismo, así que seré sincero con usted señorita Wal
Roy. - “Bien, veo que lo ha entendido, bueno pues aun así tardo mucho en decidirse, sólo cuando estuvo a punto de dejar la carrera, para ponerse a trabajar, por medio de otra compañera de clase que trabajaban para la agencia, cedió a realizar una entrevista, ella también tenía un total desconocimiento sobre este trabajo, y pensaba de él lo peor. Pero cuando lo conoció se lo tomó como un medio de vida, que para su hermana supuso tener una vida normal, y tranquila, dentro de su mundo conocido. Todo iba bien hasta varios factores coincidieron, tú entraste en su vida, su novio la engañó, su hermana tuvo el accidente, y después el incidente, que tú ya conoces, porque estuviste implicado, que hizo que ella rompiera una de las reglas que teníamos, como lo hizo mal nacido del cliente, y fuera despedida.”- me dijo parándose para tomar algo de la mesa, y llevárselo a la boca. Volví a revivir la ira arrasadora al pensar en esa noche, y en el desgraciado de Collins, sobre todo cuando intentó
Hanna. - “Señorita Müller, después de la última revisión del estado de su pierna, creo que no va a ver problema para que Mia, continué su rehabilitación en Inglaterra. La verdad es que la evolución de su pierna, después de un mes de tratamiento, ha sido espectacular. Como le dijeron al principio este tratamiento ha conseguido grandes resultados en la recuperación de las terminaciones nerviosas de los músculos, pero con su hermana ha sido todo un éxito. El problema ahora radica en el estado de ánimo de Mia, es una niña de nueve años, los niños tienden a recuperarse muy rápido de los traumas, y olvidan muy rápido, anímicamente hablando, así que ella se ve capaz de volver a su vida anterior, y desea reunirse con sus amigos, volver al colegio. Tras hablarlo con ella, me he dado cuenta, aunque no quiera decírselo, para no preocuparla, que se siente muy mal por perder este año de clase, y tener que repetir el año que viene. Pero quizás no tenga que hacerlo, en definitiva sólo han sido dos
Narrador. Según termino de hablar con su mejor amiga Beatriz Walter, sonrió sin poder evitarlo, quería a Hanna y a su hermana como si fueran su propia familia. La rubia descarada, no tenía familia, había crecido en un orfanato de Exeter, al sur oeste de Inglaterra, se hizo modelo de publicidad, para ganarse la vida, y como una forma de estar cerca de los que verdaderamente le gustaba, que era el estilismo y el diseño. No era una top model, más bien una modelo del montón, por eso se unió a la agencia de acompañantes, y así poder conseguir influencias, además de más ingresos. Fue allí, gracias a la Madame, que se le ofreció una oportunidad para explorar sus dotes, y su talento, como estilista, organizando el vestuario, el maquillaje y los complementos que deben llevar los acompañantes para sus citas de trabajo. El día que Hanna entró a la empresa para hacer la entrevista, fue Bea, quien vio en ella un diamante en bruto, una belleza exótica, con un enorme corazón, e insistió a la Mada
Narrador. Gordon decidió ignorar, como siempre, todos los comentarios de carácter sexual, que esa mujer le dirigía. Y con un nuevo suspiro entró en el despacho de su jefe, con el teléfono en el mundo lejos de su oreja para no oir tentadoras palabras de la rubia. Su jefe, Roy William Miller, estaba imbuido como este último mes, entre los contratos y los proyectos del grupo, para así no pensar en la mujer que lo tenía así. Esta era otras de las razones por las que el asistente se negaba dejarse seducir por una mujer, si era así como te quedaba después de que esos seres peligrosos entraran en tu corazón, prefería ser un soltero toda su vida. - “Señor la señorita Walter quiere hablar con, usted hay noticia de la señorita Müller.”- le dijo el asistente poniendo el manos libres de su móvil. –“Señorita Walter el señor Miller la está escuchando.”- repitió el eficiente asistente. Alegrándose que delante de su jefe la rubia se tuviera que controlar. Que equivocado que estaba el pobre. - “R
- “¿Otra vez no quieres comer Hanna? Llevamos dos días de viaje, y sólo comes naranjas, limonada, algunos frutos secos y algunas galletas de agua. ¿Te sientes mal?”- me preguntó Mia. La verdad es que desde hacía días no tenía mucho apetito, y en ocasiones me provocaban nauseas, en un principio pensé que había cogido un virus, incluso pensé en aplazar el viaje, pero ya llevaba bastante tarde a mis clases, y Mia quería reincorporarse lo antes posible a las suyas. - “Tengo algo de nauseas, desde que se me pasen comeré bien, te lo prometo, voy a llamar a Bea para ver si ya nos ha encontrado casa, ya que llegaremos mañana, y debemos ver donde nos vamos a alojar, además estoy interesada en saber si me cogió la cita con el director del colegio para te reincorpores lo antes posible, termina de comer, ahora vuelvo.”- le dije levantándome de la mesa de restaurante de carretera donde habíamos parado a comer. Salí del restaurante, aunque hacía un poco de frio, era enero y aun había bastante ni
Narrador. - “Roy William Miller, dime que has hecho algo para localizar a…”- la voz de Ailan se cortó, en el mismo momento que entró en el despacho de su hermano, y lo vio sentado en su silla, mientras frente a él, sentada sobre la mesa de su despacho, con toda la libertad, una rubia despampanante con ojos verdes con un traje ajustado, de lana verde corto y hasta la rodilla, con unas botas altas y unas medias negras, una maldita bella durmiente de libro, le sonreía. - “¿Qué ocurre aquí? ¿No le estarás poniendo lo cuernos a Hanna? ¿verdad? Porque yo te mato, Arturo.”- dijo Ailan mirando a su hermano con fuego azulado en los ojos. Roy miró a su hermana con fastidio, estaba muy interesado en la conversación que tenía con Beatriz Walter, sobre los avances que habían hecho con la casa, y el colegio de Mia, para que tuviera que intervenir su maldita hermana en ese momento. - “Tu debes ser Ailan, Hanna me ha hablado mucho de ti.”- dijo Bea sonriendo a la atractiva mujer que tenía delan
Roy. Miré mi reloj, últimamente hacía mucho eso, era mi forma de contabilizar los minutos y segundos que pasaban desde que Scarlet había vuelto a casa y no estaba mi lado, lo pensaba hacer hasta que por fin nos reuniremos, y poder así arreglar lo nuestro, o romperlo del todo, esperaba que no fuera así, y que lo que me decía mi hermana, y su amiga Beatriz fuera cierto, esa mujer me amaba. Exactamente, pasó cuatro mil ochocientos sesenta minutos, doscientos noventa y un mil seiscientos segundos, traducido en tiempo real, tres días y nueve horas, así de obsesionado estaba con la llegada de la mujer que amo, y mi tiempo de espera para acercarme a ella era peor castigo que un hombre como yo, acostumbrado a la inmediatez de las cosas, podía pasar. Había tenido que ceder, algo incomprensible en mi forma de ser, como os he dicho soy más de acción, la paciencia no es mi fuerte. Pero ante la petición de las mejores amigas de la bruja, mi hermana Ailan, y la señorita Beatriz Walter, incluso