El tiempo pasa mágicamente, frente a mí no tengo al rey de los alfas, ni mucho menos, yo soy la loba dañada, sino que somos dos personas que disfrutan de hablar cosas de la vida, desayunar en el mar y jugar un poco.
Incluso intenta convencerme de enseñarme a nadar. Pero el miedo puede más que mi deseo por saber hacerlo, es por eso, que me quedo en el yate observando cómo el hombre que me ha hecho tan feliz en tan pocos horas, nada en medio del mar.La vida es tranquila para mí cuando estoy cerca de él. Bueno, es tranquila cuando no le dan esos ataques sexuales salvajes que pueden acabar con mi vida. Por lo que, en momentos como estos soy capaz de disfrutar de un momento de relajación teniéndolo a él cerca.‘¿Qué piensas hacer, Antonella? ¿De verdad vas a colocar en una balanza lo que él te proporciona y la manada Luna Plateada te da? Porque sin necesidad de cSabiendo que debo arreglar las cosas rápido antes que el rey alfa me castigue y quizás no pueda soportar ello, me arrodillo y lo único que logró es que él maldiga y se marche lejos de mí.Aunque quiero seguirlo y pedirle disculpas muchas veces, no me atrevo al sentir el aura tan pesada y hostil que libera su cuerpo. Además, las feromonas que parecían ya controladas por todo el sexo que tuvimos anteriormente parecen alterarse y es por ello, que tengo que mantener la mayor distancia posible de él.Porque si fue capaz de ser tan salvaje conmigo teniendo sexo solamente por liberar tantas feromonas y saciar su necesidad, no sé qué pasaría conmigo al agregarle a todo ello el enojo que siente.— Lo has arruinado todo, Antonella. — susurro observando la parte del yate de donde él desapareció.— Señora Waldorf, regresaremos al territorio. — anun
El tono de su voz parece chocar contra mi piel, causando que yo gimoteé sin intención de hacerlo. Pero no puedo culparme por ello cuando estoy viendo el hombre con el que únicamente he tenido relaciones sexuales tomando mi ropa para poder tocarse.Claramente, el ambiente se presta para todo este tipo de cosas porque además de verlo, estoy escuchando sus gemidos y sus feromonas están impactando tanto en mí que siento que mis piernas han perdido fuerza y que voluntariamente soy capaz de ayudarlo, pero no a tocarse si no a sentirme.Por lo que, intentó retroceder antes de que pierda la voluntad de hacerlo. Pero, como ha sucedido en otros momentos, no soy capaz de alejarme.— Obsérvame así, Antonella. No sabes cuánto me excita que lo hagas de esa manera. — dice él continuando con la fricción de su mano envuelta en mi ropa y su intimidad.— Esto es una completa locura
Me prometí que no iba a volver a caer en la trampa, pero soy muy débil. Las feromonas están en mi contra y es por ello, que sucumbo a este tipo de tentaciones. Así que, aunque prometí marcharme a mi manada e intentar encontrar otra solución, ahora me encuentro en los brazos del rey alfa que tanto disfruta estar en mi interior.— Dime algo, Antonella, ¿Ya no soy el rey de los precoces? — pregunta él y yo me avergüenzo completamente porque sé que fue uno de los pensamientos que tuve la primera vez que estuvimos juntos.— ¿Por qué no me dijiste que podías leer mis pensamientos?— Se supone que eso es una información de todos saben. Aunque la conexión no es igual cuando uno está teniendo relaciones sexuales a cuando uno ha sido marcado, evidentemente se puede leer la mente. — explica Edmond.‘Debí haberme esforzado e
Aunque pienso si es buena idea que yo regrese a la manada por mis objetos de valor, debido a que Edmond no es un hombre que simplemente amenaza, no puedo negarme a al menos despedirme de mis recuerdos y traer conmigo a mis mascotas.Por lo que, rápidamente me acerco al hombre comprendiendo perfectamente que debo calmarlo.— Ten esto mientras regreso. Si estás muy estresado, puedes oler un poco, las acabo de usar, pequeño pervertido. — digo entregándole mi ropa interior.Quiero morirme de la vergüenza por lo que acabo de hacer, pero reuniendo el valor que tengo, me alejo de donde él se encuentra y giró levemente para observar la sonrisa complacida que me muestra.— Sí que sabes cómo calmarme, querida. — dice él acercando lo que le he dado a su rostro.Antes de que haga algo pervertido delante de mí, me salgo de este pequeño compartimiento y camino hacia l
Me resulta ilógico que el alfa Robert diga eso, pero, dudo que esté bromeando cuando no toleraría pensar en mí como una alfa. Por eso, intento saber qué es lo que pasa, ya que, no puedo confirmar por mi propia cuenta ello.Antes de buscar un espejo o algo en el que pueda ver mi reflejo, el alfa Robert me toma del brazo con tanta violencia que la advertencia de Edmond me preocupa, al saber que los francotiradores no fueron una broma para él.— ¡¿Cómo es posible que seas una alfa?! — grita él aturdiéndome.— Suélteme, por favor. Si no quiere morir, lo mejor será que me suelte. — digo con dolor.— ¿Acaso vas a matarme?— Yo no. Pero, estoy segura que los francotiradores que envió el rey alfa no dudarán en matarlo. — digo con seriedad.Como lo sospechaba Edmond, mencionar su nombre hace que me suelte y l&oa
Con paso firme camino hacia el establo donde era esclava desde antes que saliera el sol hasta muy tarde en la madrugada. La casa del alfa, es muy transitada por muchos lobos de la manada que se detienen al verme, pero, a diferencia de antes, no comienzan a molestarme, si no, que me observan aturdidos.Sabiendo que ellos no serían capaces de cambiar de la noche a la mañana, me acerco a un espejo pegado a la pared y comprendo porque aunque me observan con desagrado, no son capaces de atacarme.‘Realmente soy una alfa.’ me digo mentalmente.— Pero, mira que tenemos aquí… — dice alguien mientras yo observo la mirada roja y como mis feromonas del mismo color, me recorren.— ¡Antonella, jamás te dije que podrías marcharte! — grita el alfa Robert y yo lo observo con los ojos entrecerrados.— Se lo dije anteriormente, ya no pienso servirle.— ¡Eres una mujer lo
El ambiente puede cortarse con un cuchillo por lo tensionado que esta todo con tantas feromonas liberadas. Pero, agradezco que Edmond haya aparecido porque aunque hasta el momento me había defendido como nunca lo hice, no podría luchar contra el alfa Robert.— Rey alfa… — dice el alfa Robert retrocediendo y controlando sus feromonas.— Pensé que no podías sorprenderme más. Pero, es evidente que me equivoqué. — dice Edmond caminando hacia mí, para revisar mi estado.— ¿Qué haces aquí?— Los inútiles de los francotiradores me llamaron diciéndome unas tonterías que clasificaban como motivos para matarlos, así que, vine a hacerme cargo personalmente.‘Me alegra que no hayas desconfiado de mí.’ Me digo mentalmente.— ¿Q-qué está sucediendo aquí? ¿Por qué
Edmond se muestra como todo un caballero cuando subimos al auto, por lo que, me marcho ante la mirada curiosa y los susurros de los lobos que antes me despreciaban y ahora no se atreven siquiera a mirarme directamente.— Lo lamento. — dice Edmond.— ¿De qué te lamentas? — pregunto confundida.— No esperé como te dije que lo haría. Me preocupé que esos desgraciados se atrevieran a cumplir con sus comentario y…— ¿De qué comentarios hablas?— ¿No lo has escuchado? — pregunta él y yo niego.El miedo me invade ante lo que tiene por contarme, porque sé que un hombre como él tiene muchas cosas que hacer, para él venir aquí y como si nada dedicarme tiempo por unos simples comentarios.— Bueno…— Quiero que me lo cuentes, necesito estar preparada para cualquier ataque.— Oh, que