Algo que he aprendido de todo lo que he vivido es a cambiar mucho. Después de todo, cuando estaba en la manada Luna Plateada, yo tenía tanta paciencia que por mucho que los demás intentarán molestarme mandándome a hacer lo mismo, yo lo hacía sin ningún inconveniente.

Pero, esa paciencia ha quedado en el olvido desde que soy la esposa de Edmond. Ya que, además de perder la paciencia con él, ahora la estoy perdiendo con el hombre frente a mí.

Uno del que no tengo otro conocimiento aparte de que él estuvo en mi sueño cuando perdí la conciencia por un ataque de los dos reyes alfa y que es un vampiro. Uno que ha venido a jugar conmigo, cuando yo lo que menos tengo es tiempo para sus tonterías.

— Entonces, me marcharé. — digo caminando hacia la puerta, pero el hombre extraño se mueve tan rápido que se interpone en mi salida.

— ¿De verdad no tienes ninguna curiosidad por tu pasado?

— Si lo tengo, pero, como veo las cosas, evidentemente tendré que resolverlo sin tu