La primavera había llegado, llenando todo con los colores y diversidad tras la anterior estación tan diferente, donde la alegría parecía haberse extinguido, pero ahora ahora volvía, llenando con su distintivos colores y regalando las mejores vistas. Para aquellas vacaciones inesperadas a los padres de Victoria habían decidido quedarse en la granja de sus abuelos. Había mucho espacio para jugar y corretear sin parar sin tener cuidado con algún auto ya que estaban alejados del tránsito del mismo. Era un lugar tan paradisíaco que la llevaba a pensar en la perfección en todo momento. Un destino apropiado para ella. Cuando alzaba los ojos al cielo, entonces admiraba un cielo muy celeste libre de nubes oscuras o grises que anunciaran la llegada de la lluvia, cuando miraba al frente tenía otra vista igual de hermosa a la anterior. Ella quería fotografiar el lugar pero no tenía el teléfono y menos una cámara, así que se tenía que conformarse con solo mirar y guardar ese recuerdo en su cabez
Actualidad—¡Papá! —se levantó asustada.Se recogió en su lugar mientras observaba volar algo que había estado posado en su brazo. ¿Era una mariposa? Se encontraba completamente desorientada y no tenía ni remota idea de dónde se encontraba, lo único que sentía, era un temor absorbente que la estaba consumiendo en ese momento y no conseguía la serenidad que tanto le urgía a su sistema. Cómo pudo se puso en pies y comenzó a exclamar por ayuda aunque probablemente nadie la iba a escuchar y si se trataba de un secuestro como ya se lo imaginaba, sus esfuerzos por ser escuchada no valdría nada. Había poca luz en aquellas cuatro paredes dónde se encontraba, de hecho el lugar parecía que era demasiado viejo y eso le daba un aspecto más terrorífico. —¡Ayuda, por favor sáquenme de aquí! Después de un rato gritando sin parar ya le estaba doliendo la garganta y no le quedó más remedio que rendirse y dejarse caer nuevamente sobre el suelo frío y sucio. Abrazando a sus piernas dejó que el llan
No supo de dónde, pero la mujer de pronto cogió una silla y se sentó allí y obligó a Victoria a que se tumbara sobre el suelo y la escuchara atentamente. No queriendo llevarle la contraria porque conseguiría solamente que le fuera peor, obedeció sin rechistar, pero en el fondo a regañadientes. —Comencemos, Rashid y mi hija Mónica habían iniciado una relación y yo pensé que sería para toda la vida. Tanto su familia como la nuestra estaban muy emocionados por ellos. Ambos de la misma sociedad adinerados y jóvenes. Tenían un gran futuro por delante. Tristemente las cosas no salieron como lo teníamos planeado y ellos rompieron. Me dolió mucho ver a mi hija sufriendo por un hombre porque lo amaba demasiado y yo también le tenía aprecio, incluso veía a Rashid como a un hijo. Pero se comportó como un completo patán con mi hijita. Aseguró que ella no valía la pena como mujer y ya no necesitaba de su compañía. Es así como resolvió separarse de ella sin importar dejarla en ese estado. Lo peor
Por otro lado, Rashid a última hora había decidido finalmente ir a ese centro psiquiátrico tras pensarlo muchas veces y reflexionar. No le comentó nada a su mejor amigo quién de seguro volvería a insistir para que no asistiera a ese sitio. Le alegraba contar con personas como él, que se preocupaban, pero habían decisiones que nadie más debía de tomar por él. Estaba de camino al centro psiquiátrico cuando vio la pantalla de su teléfono iluminada era una llamada entrante de Amina. Decidió apagar el teléfono, luego la llamaría y le explicaría todo.Al otro lado estaba la muchacha muy preocupada. Alaric se ubicaba a su par. Fue el siguiente en llamarle a su amigo para ver si tomaba el teléfono pero resultó que también no pudo comunicarse. —No me atiende. No sé a donde pudo haber ido. Fui a su oficina pero estaba vacía y lo que me parece más raro es que canceló la reunión de esta tarde, la verdad no sé por qué de pronto se fue de la compañía. —¿Y ya le preguntaste a su asistente? Puede
—Porque ahora mismo ella puede estar en peligro, no estoy inventando nada. Pasa que siempre me dan esas estúpidas pastillas para que me duerma, pero me las apañé para no beberla ayer en la noche, mamá estaba aquí y empezó a decirme lo que haría. Pensaba que yo estaba dormida y que no podría escucharla, pero alcance a oír que secuestrar y a Victoria. Hablaba muy en serio, solo espero que no lo haya hecho de verdad. —¿Estás hablando en serio? —Muy en serio, no iba a bromear con algo así. Puede que no fui la mejor mujer del mundo en el pasado pero ahora solo estoy intentando ayudarte y que me devuelvas el favor. —Maldición, Amina me estaba llamando. Tal vez tenía que decirme algo importante pero yo apagué el teléfono. Qué idiota soy. De inmediato se sacó el teléfono del bolsillo y lo encendió. Mónica aferró su brazo. Él la miró. —Tengo la dirección a dónde suele ir muchas veces. Si llevó a cabo el rapto entonces deberías tomar nota, e ir a ver qué sucede. —Primero me quiero cerci
A la mañana siguiente, tras varios días pensándolo, decidió salir a caminar con Rashid. Tras lo acontecido, evitaba las salidas, pero ahora se sentía preparada para salir y no quedarse mirando a todos lados como si en cualquier momento volverían a secuestrarla. Ya no tenía miedo. Se quedaron hasta el mediodía en el central park. Luego de ello regresaron al piso. Había sido una salida idea para ejercitar las piernas y sentirse mejor. —Pudimos pasar por un restaurante, o comprar comida para traer, aquí no hay nada interesante —torció los labios. —Porque hace días que no haces las compras, y yo no podría. —Le pediré a Leonardo que lo haga. —¿A tu guardaespalda? —Sí, a él le diré. —Vale. Pero podemos hacer algo con lo que hay —se encogió de hombros. —¿Y qué se te ocurre? Se llevó un dedo a la barbilla, bastante pensativa. Y luego apareció esa sonrisita ansiosa en sus labios. Rashid entrecerró la mirada. Ya se hacía a una idea de lo que quería. —Pizza, podemos hacer una enorme piz
Rashid terminó yendo con Victoria a la joyería más cercana. Quería consentirla, que escogiera su anillo. Verla entusiasmada con la idea, lo ponía feliz. Por petición de Rashid, viajó en la parte de atrás del auto, se quedó observando por la ventanilla, las calles esa mañana del miércoles estaban más transitadas que antes. —¿Vas bien allí? Lo vio a través del espejo retrovisor. —Mucho. —De acuerdo. Hay un poco de tráfico más adelante —expiró. —¿Es que ha pasado algo? —averiguó bufando. —No lo sé, es probable. Bueno, estamos en New York —dijo obvio. —Podrías poner un poco de música. No sé, me siento aburrida. —¿Qué quieres escuchar? —Lo que sea. Así que encendió la radio. Dejó una canción muy pegajosa. Letra malísima, pero el ritmo no estaba mal. Después de un rato habían llegado a su destino. —¿Ves este de aquí? —le señaló el experto —. Va contigo, ¿quieres mirarlo? —Por supuesto, es justo lo que busco, lindo y sencillo. Rashid se les acercó, había estado mirando algunas
—Es un lugar de ensueño. Le he estado rogando a Alaric para ir. Tampoco sería la primera vez que voy a Dubái, de hecho mis padres eran de allá y recuerdo que cuando estaba chiquita un día fuimos pero de eso hace demasiados años que solo me han quedado pocos recuerdos en la mente. Rashid al contrario de mí, nació allá y cuando cumplió más o menos cinco años se vino con sus padres a este país. Él solía viajar bastante a menudo a Dubai antes de conocerte, de hecho el último viaje que hizo fue una semana antes de qué aparecieras en su vida. —Ya me muero por ir, me gustaría conocer y explorar todos esos lugares hermosos que tiene los Emiratos Árabes, las raíces de Rashid —soltó ansiosa. —Estoy segura de que será un viaje en el que aprenderás de la cultura, y ni hablar de la comida exquisita que ofrece. Ese día, Rashid volvió temprano del trabajo y no se olvidó de traerle lo que le había pedido en la mañana antes de salir a la oficina: Comida tailandesa. Desde que la probó por primera ve