Victoria al poco tiempo de dejar todo en orden, también volvió a su habitación y se acostó, preparada para dormir. Pero pegar un ojo era muy complicado tenido un bucle de cosas en la cabeza. No paraba, odiaba sentir esa necesitada por quedarse despierta y no dormir como debía ser. No sabía si él podría enfadarse de verla en su habitación, quizá sí le permitía dormir con él. De esa manera se puso en pies y fue con él. Para su sorpresa, tras no tocar la puerta, y por ende no saber si se encontraba despierto o no, fue a su recámara, él estaba despierto. —¿Puedo quedarme contigo? —Sí, ven. Se acostó a su lado, Rashid no tenía ningún problema en permitirle estar allí. De hecho, sentía cierto conforte con ella a su lado. —No puedo dormir, y sé que tú tampoco. Pensé que tal vez pueda dormirme si estoy contigo —agregó. —No soy un aliciente o algo parecido —susurró. —Yo creo que sí. —Estás siendo muy dulce. ¿Por qué? —Necesitas a alguien, y yo soy esa persona. Por eso, Rashid. Y yo cr
Victoria abrió los ojos con el alba, de inmediato notó sobre la mesita una cajita aterciopelada. Frunció el ceño, antes de alargar la mano y cogerla entre sus manos. Avistó entonces una nota doblada, y no dudó en leerla. "Victoria, gracias por estar allí, la verdad, con todo lo que ha pasado, no creo que haya fiesta de compromiso. Usa el anillo". Al abrir la cajita se encontró con un hermoso anillo, grande y atractivo. Habría querido algo más sencillo y que fuera con ella, sin embargo ese también era muy bonito. Le gustaba mucho. Torció los labios. No sabía por qué razón se imaginó a él poniéndole el anillo, un deseo que definitivamente no pasaría. Y se quedaría en un hecho aún sin realizar. La verdad es que no comprendía por qué estaba frustrada y desilucionada por así decirlo, a sabiendas de que a secas le dejó el anillo en la mesita de noche. —No significas nada para él, dormir con Rashid no cambia nada, Victoria —se dijo a sí misma, mientras miraba el anillo en su dedo anular.
—Ya lo verás, tarde o temprano ustedes van a terminar juntos y entonces te vas acordar de mí. Es que él te trata de una manera diferente a como a tratado a sus novias. De verdad que ustedes dos hacen una pareja perfecta y quiero de todo corazón que terminen juntos y formando en hermosa familia. Con esto no estoy buscando darte ilusiones o alas porque en realidad va a pasar. Victoria sacó el labio inferior y suspiró profundamente antes de contestar a sus palabras, sinceramente sí sentía que le estaba dando ilusiones y simplemente no debía sentirse tan llena de esa emoción prohibida paseando dentro de su sistema y recorriendo cada fibra de su ser. —Cambiemos de tema. —Vale. ¿Estás con Rashid? —No, tengo entendido que tenía que hacer algunas cosas el día de hoy por eso se ha marchado temprano, no se a qué hora va a regresar —declaró suspirando. —Entiendo. Sí, a pesar de todo es un hombre de negocios y necesita resolver sus cuestiones y pendientes. Aunque lo más importante es su esta
Más bien, él también perdería a esa joven que había dado un giro inesperado en su vida y de alguna manera él era el único afectado se sufría su ausencia. Ya no estaba tan seguro de continuar por ese curso, pero tampoco sabía si tendría que cambiarlo. Ya nada era claro, de hecho había demasiadas nubes oscuras alrededor de su idea principal. Estaba por rendirse. Tal vez lo mejor era dejar todo eso a un lado sino continuar por ese mismo camino. ¿Qué haría con Victoria? Ella ya había firmado un contrato para darle que el bebé que esperaba, pero el árabe ya no estaba convencido de que tenía ese deseo de convertirse solo en padre. También se había mirado en un escenario en el que su bebé preguntaba por su progenitora, y él sin saber responder solo guardaba profundo silencio. No quería un futuro para su hija o hijo de esa manera, sin saber de su existencia. Se ponía en el lugar de Victoria, estaba al corriente de aquel vínculo especial que estaba naciendo entre la joven y el bebé. De momen
Más tarde recibió la visita inesperada de Adalia Metternich, su exnovia. Una alemana de complexión delgada y de ojos azules como el cielo. Era una mirada muy potente y coqueta, le extraño verla por allí en su oficina después de tanto tiempo. Había terminando en buenos términos, tras una relación de tres años juntos. Ahora nada existía entre ellos, ni una comunicación a distancia. Sabía que de seguro estaba allí por la muerte de sus padres. Tenía un vestido blanco sobre las rodillas, muy ajustado a su cuerpo. El cabello caía sobre sus hombros y espalda en ondas. —Rashid, cuánto tiempo sin vernos. Espero no estés tan ocupado, le hablé a tu asistente, me ha permitido entrar ahora, ¿cómo estás? —se le acercó y lo rodeó dándole un abrazo que iba más allá de un gesto cariñoso. —Un poco mejor, es terrible lo que pasó. —Sí, apenas me tomé y cogí un vuelo, necesitaba saber de ti en persona. Las noticias vuelan muy rápido, está en la prensa, siento mucho lo sucedido. Sabes que puedes contar
Cuatro meses después...Después de que ambos se habían declarado sus sentimientos, ahora vivían una hermosa historia de amor en la que ningún problema podría interponerse entre ellos, porque sus emociones eran más fuerte que cualquier otra cosa y sabían que podrían lograr grandes objetivos estando juntos. Rashid estaba seguro de haber encontrado la mujer de su vida y no quería apartarse de ella siquiera por un segundo. Como si hubiera sucedido un milagro, los temores de la joven habían desaparecido por completo a sabiendas de que no tendría que renunciar a ese pequeño que crecía dentro de ella. El contrato ya no tenía ninguna relevancia entre los dos, cuando las cosas habían tomado un rumbo diferente inesperado. Al final, Amina había terminado por tener razón ya que desde siempre le dijo a Victoria que ellos todo acabaría juntos. Y ahora vivían a los mejores momentos de su vida. Tanto el árabe como Victoria tenían que aprender a mejorar juntos y de esa forma poder crecer como perso
Al cabo de unas horas, la celebración había culminado y con ello todos los invitados se habían retirado a sus casas dejándolos a solas. Victoria se encontraba en medio del living ubicada sobre el sofá del salón, mientras encendida la televisión para colocar una película. Aún no tenía sueño, además es un poco aburrida, después de que todos se fueran. Y Rashid ahora se encontraban en el despacho que había en el piso arreglando algunos asuntos de último momento. No era nada raro que de pronto surgieran previstos en el trabajo, casi siempre sucedía lo mismo, no había duda de que el cargo de Rashid, era un tremendo peso sobre sus hombros. Incluso cargado de tantas cosas por hacer día a día, el hombre siempre buscaba la manera de estar con iré de compartir momentos agradables a su lado. Había cambiado tanto que, incluso teniendo una junta en equis día, hasta la pasaba para otro día si tocaba con la fecha que tenían para ir con la doctora. Eso le dejaba saber a Victoria que estaba por e
—Sí, aunque ya lo nuestro no es una fuerza, continuamos, ya sabes cómo es de pesada la prensa y no tardarían inventar cualquier otra historia ridícula y absurda. De hecho el tiempo que vamos a pasar juntos viajando de un lugar a otro es para unirnos más, sabemos que somos el uno para el otro, pero buscamos complementarnos más de lo que ya, me gustaría casarme con Rashid, porque lo amo, pero no quiero que eso sea de forma forzada. —Sería lo justo. Yo también quiero que ustedes sean felices, aunque ya lo son —emitió regalándole una sonrisa —. Desde ya sé que este viaje será fantástico para los dos. —Gracias por tus buenos deseos, espero que tú también puedas viajar pronto. —Sí, así será. ¿Así está bien de ropa? —quiso saber sentándose el borde de la cama ya no había más espacio en la valija para más prendas de vestir. —Sí, está bien ya con dos maletas. ¿Crees qué he exagerado con todo lo que llevo? —averiguó. —No, de hecho creo que llevas todo lo que vas a necesitar. Soy de las pe