—Es una tontería. —Te he sacado una sonrisa. —Lo has hecho —volvió a suspirar. —Bueno, voy a llevar esto a la cocina. ¿Vale? —Bien. Amina se puso en pies y se dirigió a la salida. Luego de eso, la muchacha se recostó en la cama y clavó los ojos en el techo. De pronto se escuchó un estruendo y el grito ahogado de una persona. De volada se levantó y se aproximó a la salida, al asomar la cabeza se dio cuenta de que la muchacha estaba en shock en el pasillo, con el teléfono a la oreja y habían destrozos en el suelo. —¡Oh por Dios, no me digas eso! ¿Los dos? La joven abrió los ojos de par en par, Amina la vio. —¿Qué pasó? —¿Los dos están muertos, Alaric? Aquella pregunta, incrédula, que deseaba obtener una negativa y no ser confirmada, fue suficiente para que Victoria recordara y sintiera tanta carga que se desmayó. El golpe la llevó directo a la inconsciencia y Amina la auxilió rápidamente. (...)Se despertó en la habitación de un hospital, sintiendo como le dolía terriblemente
Todos vistiendo de negro, el día oscuro, a la par del ambiente nebuloso presente. A juego con las lágrimas y esa ligera brisa que hacía brincar las hebras de su cabellera. Muerte... Igual a dolor, infinito sufrimiento que no desaparecía. Era difícil que se fuera. La pérdida de una persona muchas veces es difícil de afrontar y de superar, incluso dicen que el tiempo no es suficiente para curar las heridas; mucho menos un enorme hoyo que queda en el corazón y que ninguna otra persona podrá llenar, aún así sin otra alternativa, sino seguir adelante, es complicado avanzar y más cuando ir hacia delante siempre es dificultoso por los recuerdos que vienen en forma de hilo a nuestra mente. La muchacha sabía perfectamente lo que era sentirse alejada de las personas que más quería y ponerse al corriente para siempre de que jamás se acortaría. Qué no existiría otro día para volver a ver a sus progenitores que habían dejado este mundo. Así que aún con la noticia de la fatídica muerte de los p
—Necesito estar solo, por favor, vete a tu habitación y duerme un poco. Sé que tampoco has podido dormir estos días me lo dijo Amina. De hecho pienso llamarla para que venga y esté contigo. —No, no es necesario que la llames y que venga para que esté conmigo, además solo voy a dormir. —Hazlo —le repitió, dándole un beso en la frente —. Yo también haré lo mismo, te lo prometo. —De acuerdo, descansa.Tras compartir otras miradas, la muchacha se retiró de la habitación y se fue la suya para descansar. Una vez dentro, sobre la cama. Casa sin darse cuenta comienzo a sentir la somnolencia y finalmente cayó en los brazos de Morfeo. Despertó cuando el sol se había ido y ahora la noche lo envolvía todo. Bostezó y estiró sus extremidades sentándose en la cama. La verdad es que le había hecho muy bien descansar esas horas y recuperar un poco el sueño perdido. También se preguntaba si Rashid había logrado conciliar el sueño finalmente. Se preocupada con demasía de él, y de su estado. Aún así
Victoria al poco tiempo de dejar todo en orden, también volvió a su habitación y se acostó, preparada para dormir. Pero pegar un ojo era muy complicado tenido un bucle de cosas en la cabeza. No paraba, odiaba sentir esa necesitada por quedarse despierta y no dormir como debía ser. No sabía si él podría enfadarse de verla en su habitación, quizá sí le permitía dormir con él. De esa manera se puso en pies y fue con él. Para su sorpresa, tras no tocar la puerta, y por ende no saber si se encontraba despierto o no, fue a su recámara, él estaba despierto. —¿Puedo quedarme contigo? —Sí, ven. Se acostó a su lado, Rashid no tenía ningún problema en permitirle estar allí. De hecho, sentía cierto conforte con ella a su lado. —No puedo dormir, y sé que tú tampoco. Pensé que tal vez pueda dormirme si estoy contigo —agregó. —No soy un aliciente o algo parecido —susurró. —Yo creo que sí. —Estás siendo muy dulce. ¿Por qué? —Necesitas a alguien, y yo soy esa persona. Por eso, Rashid. Y yo cr
Victoria abrió los ojos con el alba, de inmediato notó sobre la mesita una cajita aterciopelada. Frunció el ceño, antes de alargar la mano y cogerla entre sus manos. Avistó entonces una nota doblada, y no dudó en leerla. "Victoria, gracias por estar allí, la verdad, con todo lo que ha pasado, no creo que haya fiesta de compromiso. Usa el anillo". Al abrir la cajita se encontró con un hermoso anillo, grande y atractivo. Habría querido algo más sencillo y que fuera con ella, sin embargo ese también era muy bonito. Le gustaba mucho. Torció los labios. No sabía por qué razón se imaginó a él poniéndole el anillo, un deseo que definitivamente no pasaría. Y se quedaría en un hecho aún sin realizar. La verdad es que no comprendía por qué estaba frustrada y desilucionada por así decirlo, a sabiendas de que a secas le dejó el anillo en la mesita de noche. —No significas nada para él, dormir con Rashid no cambia nada, Victoria —se dijo a sí misma, mientras miraba el anillo en su dedo anular.
—Ya lo verás, tarde o temprano ustedes van a terminar juntos y entonces te vas acordar de mí. Es que él te trata de una manera diferente a como a tratado a sus novias. De verdad que ustedes dos hacen una pareja perfecta y quiero de todo corazón que terminen juntos y formando en hermosa familia. Con esto no estoy buscando darte ilusiones o alas porque en realidad va a pasar. Victoria sacó el labio inferior y suspiró profundamente antes de contestar a sus palabras, sinceramente sí sentía que le estaba dando ilusiones y simplemente no debía sentirse tan llena de esa emoción prohibida paseando dentro de su sistema y recorriendo cada fibra de su ser. —Cambiemos de tema. —Vale. ¿Estás con Rashid? —No, tengo entendido que tenía que hacer algunas cosas el día de hoy por eso se ha marchado temprano, no se a qué hora va a regresar —declaró suspirando. —Entiendo. Sí, a pesar de todo es un hombre de negocios y necesita resolver sus cuestiones y pendientes. Aunque lo más importante es su esta
Más bien, él también perdería a esa joven que había dado un giro inesperado en su vida y de alguna manera él era el único afectado se sufría su ausencia. Ya no estaba tan seguro de continuar por ese curso, pero tampoco sabía si tendría que cambiarlo. Ya nada era claro, de hecho había demasiadas nubes oscuras alrededor de su idea principal. Estaba por rendirse. Tal vez lo mejor era dejar todo eso a un lado sino continuar por ese mismo camino. ¿Qué haría con Victoria? Ella ya había firmado un contrato para darle que el bebé que esperaba, pero el árabe ya no estaba convencido de que tenía ese deseo de convertirse solo en padre. También se había mirado en un escenario en el que su bebé preguntaba por su progenitora, y él sin saber responder solo guardaba profundo silencio. No quería un futuro para su hija o hijo de esa manera, sin saber de su existencia. Se ponía en el lugar de Victoria, estaba al corriente de aquel vínculo especial que estaba naciendo entre la joven y el bebé. De momen
Más tarde recibió la visita inesperada de Adalia Metternich, su exnovia. Una alemana de complexión delgada y de ojos azules como el cielo. Era una mirada muy potente y coqueta, le extraño verla por allí en su oficina después de tanto tiempo. Había terminando en buenos términos, tras una relación de tres años juntos. Ahora nada existía entre ellos, ni una comunicación a distancia. Sabía que de seguro estaba allí por la muerte de sus padres. Tenía un vestido blanco sobre las rodillas, muy ajustado a su cuerpo. El cabello caía sobre sus hombros y espalda en ondas. —Rashid, cuánto tiempo sin vernos. Espero no estés tan ocupado, le hablé a tu asistente, me ha permitido entrar ahora, ¿cómo estás? —se le acercó y lo rodeó dándole un abrazo que iba más allá de un gesto cariñoso. —Un poco mejor, es terrible lo que pasó. —Sí, apenas me tomé y cogí un vuelo, necesitaba saber de ti en persona. Las noticias vuelan muy rápido, está en la prensa, siento mucho lo sucedido. Sabes que puedes contar