—Soy una tonta, por eso. Entonces bajó la cabeza molesta consigo misma, por no saber manejar sus emociones y abstenerse de ceder a ese hombre que justo buscaba eso, verla caer y como en otra ocasión también en ese instante lo había logrado con ella. Victoria no quería hacer esa chica de nuevo que cedía, pero él había vuelto a ganar. Además de que cada vez que había un roce, un beso o algo más entre ellos su estabilidad emocional se iba en picada y se complicaba más, quedando mucho más enredada que antes en sus propios sentimientos. Eso no era justo para ella. Se iba a retirar de inmediato porque ya no quería estar cerca de él, pero el hombre fue más listo y lo detuvo tomándola por el brazo sin pretender causarle ningún daño, de hecho su tacto era delicado en ese momento. Ella hizo un esfuerzo sobrehumano para no perderse de nuevo en esos ojos que la observaban de intensa manera, suspiró hondo antes de proceder a mirarlo otra vez. ¿Qué era lo que pretendía? Vez tras vez se cuestion
A medida que pasa el tiempo y empiezas a crecer, algunas ideas que tuviste en determinado momento se convierten en otras, se transforman, algunas se descartan y ya no existen más o dejan de tener ese sentido que antes le veías, pero hay cuestiones que se quedan intactas en tu cabeza incluso con el paso de los años y una de ellas es los momentos felices y agradables que vives al lado de las personas que más te importan. No hay nada que pueda sustituir la alegría que trae estar cerca de la gente que te quiere y te brinda el mismo apoyo y amor. ¿Qué es lo que sucede cuando pierdes todo eso y solo te quedan los recuerdos? Algunas personas piensan que ya no tiene sentido vivir, pero un segundo se convierte en minuto y los minutos forman las horas y luego el dolor habita los días y en ti, sin embargo se puede seguir viviendo. Es posible seguir adelante con la determinación adecuada. Flash back. Victoria solo tenía cinco años y medio cuando sus padres la llevaron por primera vez a la pl
Toc toc. Dos toques repetitivos sobre la puerta la alertaron. —Victoria, creo que has tardado demasiado en el baño y me empiezo a preocupar. ¿Todo se encuentra en orden? —Así es, ya voy. —Vale, pienso preparar la cena y así comes un poco. —Gracias por ofrecerte, pero sinceramente no tengo nada de apetito. —Es comprensible, pero toma en cuenta que estás embarazada y debes alimentarte por lo menos con una pequeña porción y así me quedaré tranquila. —Está bien, solo comeré un poco y nada más —aceptó abriendo la puerta. —Bien, solo así me quedaré más tranquila. —Okay. Entonces la muchacha se retiró de la habitación y la dejó para que se vistiera a solas. Por su lado, Amina se dirigió a la cocina y comenzó a revisar en la zona para ver si encontraba los ingredientes que necesitaba para así preparar una sopa. Por fortuna había de todo un poco, y en menos de lo que pensó, hizo la preparación. Quizá no cocinaba tan bien como su amiga, pero lo intentaba y suponía que con amor sabrí
—Es una tontería. —Te he sacado una sonrisa. —Lo has hecho —volvió a suspirar. —Bueno, voy a llevar esto a la cocina. ¿Vale? —Bien. Amina se puso en pies y se dirigió a la salida. Luego de eso, la muchacha se recostó en la cama y clavó los ojos en el techo. De pronto se escuchó un estruendo y el grito ahogado de una persona. De volada se levantó y se aproximó a la salida, al asomar la cabeza se dio cuenta de que la muchacha estaba en shock en el pasillo, con el teléfono a la oreja y habían destrozos en el suelo. —¡Oh por Dios, no me digas eso! ¿Los dos? La joven abrió los ojos de par en par, Amina la vio. —¿Qué pasó? —¿Los dos están muertos, Alaric? Aquella pregunta, incrédula, que deseaba obtener una negativa y no ser confirmada, fue suficiente para que Victoria recordara y sintiera tanta carga que se desmayó. El golpe la llevó directo a la inconsciencia y Amina la auxilió rápidamente. (...)Se despertó en la habitación de un hospital, sintiendo como le dolía terriblemente
Todos vistiendo de negro, el día oscuro, a la par del ambiente nebuloso presente. A juego con las lágrimas y esa ligera brisa que hacía brincar las hebras de su cabellera. Muerte... Igual a dolor, infinito sufrimiento que no desaparecía. Era difícil que se fuera. La pérdida de una persona muchas veces es difícil de afrontar y de superar, incluso dicen que el tiempo no es suficiente para curar las heridas; mucho menos un enorme hoyo que queda en el corazón y que ninguna otra persona podrá llenar, aún así sin otra alternativa, sino seguir adelante, es complicado avanzar y más cuando ir hacia delante siempre es dificultoso por los recuerdos que vienen en forma de hilo a nuestra mente. La muchacha sabía perfectamente lo que era sentirse alejada de las personas que más quería y ponerse al corriente para siempre de que jamás se acortaría. Qué no existiría otro día para volver a ver a sus progenitores que habían dejado este mundo. Así que aún con la noticia de la fatídica muerte de los p
—Necesito estar solo, por favor, vete a tu habitación y duerme un poco. Sé que tampoco has podido dormir estos días me lo dijo Amina. De hecho pienso llamarla para que venga y esté contigo. —No, no es necesario que la llames y que venga para que esté conmigo, además solo voy a dormir. —Hazlo —le repitió, dándole un beso en la frente —. Yo también haré lo mismo, te lo prometo. —De acuerdo, descansa.Tras compartir otras miradas, la muchacha se retiró de la habitación y se fue la suya para descansar. Una vez dentro, sobre la cama. Casa sin darse cuenta comienzo a sentir la somnolencia y finalmente cayó en los brazos de Morfeo. Despertó cuando el sol se había ido y ahora la noche lo envolvía todo. Bostezó y estiró sus extremidades sentándose en la cama. La verdad es que le había hecho muy bien descansar esas horas y recuperar un poco el sueño perdido. También se preguntaba si Rashid había logrado conciliar el sueño finalmente. Se preocupada con demasía de él, y de su estado. Aún así
Victoria al poco tiempo de dejar todo en orden, también volvió a su habitación y se acostó, preparada para dormir. Pero pegar un ojo era muy complicado tenido un bucle de cosas en la cabeza. No paraba, odiaba sentir esa necesitada por quedarse despierta y no dormir como debía ser. No sabía si él podría enfadarse de verla en su habitación, quizá sí le permitía dormir con él. De esa manera se puso en pies y fue con él. Para su sorpresa, tras no tocar la puerta, y por ende no saber si se encontraba despierto o no, fue a su recámara, él estaba despierto. —¿Puedo quedarme contigo? —Sí, ven. Se acostó a su lado, Rashid no tenía ningún problema en permitirle estar allí. De hecho, sentía cierto conforte con ella a su lado. —No puedo dormir, y sé que tú tampoco. Pensé que tal vez pueda dormirme si estoy contigo —agregó. —No soy un aliciente o algo parecido —susurró. —Yo creo que sí. —Estás siendo muy dulce. ¿Por qué? —Necesitas a alguien, y yo soy esa persona. Por eso, Rashid. Y yo cr
Victoria abrió los ojos con el alba, de inmediato notó sobre la mesita una cajita aterciopelada. Frunció el ceño, antes de alargar la mano y cogerla entre sus manos. Avistó entonces una nota doblada, y no dudó en leerla. "Victoria, gracias por estar allí, la verdad, con todo lo que ha pasado, no creo que haya fiesta de compromiso. Usa el anillo". Al abrir la cajita se encontró con un hermoso anillo, grande y atractivo. Habría querido algo más sencillo y que fuera con ella, sin embargo ese también era muy bonito. Le gustaba mucho. Torció los labios. No sabía por qué razón se imaginó a él poniéndole el anillo, un deseo que definitivamente no pasaría. Y se quedaría en un hecho aún sin realizar. La verdad es que no comprendía por qué estaba frustrada y desilucionada por así decirlo, a sabiendas de que a secas le dejó el anillo en la mesita de noche. —No significas nada para él, dormir con Rashid no cambia nada, Victoria —se dijo a sí misma, mientras miraba el anillo en su dedo anular.