Victoria ya no sabía qué hacer para calmarse un poco y olvidar el tremendo hecho de que faltaba poco para que se llevara a cabo una fiesta de compromiso falsa de la que no quería participar y sin embargo estaba empujada a hacerlo. Aprovechando la ausencia del magnate quién le había exigido o dado la demanda de que no se encargara de los asuntos de la casa, cómo limpiar, pues para eso llegaba una mujer que hacía todas las tareas allí, comenzó a limpiar la cocina. Y luego de eso pasó la aspiradora por las alfombras de living, se sentía exhausta pero haciendo eso de alguna forma estaba liberándose de todo ese enojo que sentía dentro de ella. En su sistema no se detuvo esa furia, sino que continuó con la labor al dirigirse a la habitación de Rashid y tomarse el atrevimiento de cambiar algunas. No tenía idea en el lío en que se iba a meter, pero ahora eso mismo le importaba un rábano. Podría ser una habitación muy grande y lujosa con todo lo que nunca se habría imaginado pero le faltab
—No como crees, es decir, hice lo que es correcto. Pero finalmente cedido por ella misma. Sabes qué no estoy de acuerdo con todo esto qué estás haciendo. Ella es una chica muy buena y no se merece estar metida en esta mentira que puede terminar afectandole. —¿Por qué crees que la afecta haría todo? —Porque... Pues, las mujeres son muy diferentes a los hombres. Es decir, sensibles y emocionales y tendemos a confundir las cosas o caer con mucha más facilidad. Mientras que ustedes pueden tomarse las cosas más a la ligera en cambio uno puede incluso llegar a meter en el corazón y sabes que eso es igual a salir herida. —¿Qué? Yo no le voy a romper el corazón a nadie. Además, Victoria es una muchacha fuerte, incluso impulsiva, ¿es que estás queriendo decir que ella podría enamorarse de mí? Porque me odia y mucho. Nosotros no somos compatibles y sabes que no está mi plan, solo quiero el bebé. Ya no digas más tonterías. —Solo estoy diciendo la verdad, además tú eres el causante de todo es
Rashid entró a su habitación, sintiéndose extraño y distinto a lo que solía. Pensó seriamente en las palabras de su asistente y también con mayor ahínco en lo que le había mencionado la novia de su mejor amigo. ¿De verdad estar cerca de Victoria podría hacer que algo crecer dentro de él? Estaba seguro de poder tener el control de sus emociones nunca antes tenía que haberse preocupado por eso, ahora sí. Ya no estaba tan seguro de poder quedarse sin inmutar en su lugar y no sentir como cualquier otra persona. Sin embargo, nada de eso era cierto. Sentía más que nunca, y por ella. Solo que aún no le daba un nombre a ese sentimiento y sinceramente no quería hacerlo. Después de un rato meditando y dándole vueltas al asunto en su cabeza, decidió darse una ducha, a diferencia de otros días estar un rato bajo la cascada, no logró que ordenar su mente, seguía siendo la misma maraña y un desorden loco. Se metió en la cama con el nombre de Victoria clavado en su cabeza, no importa las veces qu
—Siempre ganas, eso tampoco cambia. ¿Me darás la tarta o no? —extendió las manos, a lo que él sonrió. Qué extraña esa chica, de pronto molesta, y ahora... —Sí, ten. Toda tuya, pero no comas todo ahora mismo, te podrá hacer daño. —No te preocupes, ahora déjame sola. Asintió con la cabeza y estaba apunto de marcharse pero fue ella quién ahora lo retenía. —No, quédate. Has comprado este pastel para mí pero no me lo comeré todo, quiero compartirlo contigo. —Oh no, sabes que no me van los postres y esas cosas. —¿Bromeas? Eso no decías la noche en la que te comiste varios trozos de la tarta de queso. —Pero esa tarta, puedo apostar, que tenía menos azúcar y calorías que esta. —Pareces una chica, ¿es que te preocupa engordar? No tiene nada de malo comer o consumir azúcar siempre que no sea con regularidad. Además yo te veo en forma —añadió, aunque luego se dio cuenta de que había sido innecesario la añadidura —. Ven, come un poco conmigo. Victoria tocó la colcha a su lado para que f
Rashid entró a su habitación, sintiéndose extraño y distinto a lo que solía. Pensó seriamente en las palabras de su asistente y también con mayor ahínco en lo que le había mencionado la novia de su mejor amigo. ¿De verdad estar cerca de Victoria podría hacer que algo crecer dentro de él? Estaba seguro de poder tener el control de sus emociones nunca antes tenía que haberse preocupado por eso, ahora sí. Ya no estaba tan seguro de poder quedarse sin inmutar en su lugar y no sentir como cualquier otra persona. Sin embargo, nada de eso era cierto. Sentía más que nunca, y por ella. Solo que aún no le daba un nombre a ese sentimiento y sinceramente no quería hacerlo. Después de un rato meditando y dándole vueltas al asunto en su cabeza, decidió darse una ducha, a diferencia de otros días estar un rato bajo la cascada, no logró que ordenar su mente, seguía siendo la misma maraña y un desorden loco. Se metió en la cama con el nombre de Victoria clavado en su cabeza, no importa las veces qu
Rashid terminó de firmar el documento y se lo entregó a su asistente que aún esperaba recibir dichos papeles devuelta para hablarle sobre cómo iba la organización de la fiesta. —¿Qué pasa? —El organizador quiere verlo de nuevo, es que aún no elige el menú que se va a servir esa noche. Y es algo que usted debe hacer —explicó temerosa a su respuesta. —Está bien, déjale saber que iré esta tarde al lugar que me indique. ¿Eso es todo? —Sí, ¿quiere algo más? —No, llévale eso a Carlo, ¿ha llegado no? —Sí, de hecho se encuentra en la sala de reuniones, porque su oficina aún está siendo remodelada. —Le advertí qué para cuando regresara a trabajar, aún estarían con eso, bueno, hazle saber que mientras tanto puede ocupar la oficina de arriba. —Sí señor, se lo dejaré saber.—Gracias. Entonces se retiró. Entrelazó las manos sobre el escritorio y aguardó una sola señal que le dijera lo muy equivocado que estaba al pensar una y otra vez en Victoria, esa chica tan hermosa, tan perfecta en s
Deslizó el dedo en la pantalla, respondiendo a la joven. —Victoria. —Rashid. —Supongo que ya sabes qué saldrás con Amina, para elegir el vestido de compromiso.—Lo sé, pero habría estado bien que me lo dijeras tú personalmente esta mañana. Aunque no me extraña que todo sea siempre a última hora. —No te enfades, además creo que te hará bien ir de compras, para que despejes la mente, no te hace bien estar todo el tiempo en el piso. —Eso también lo sé, y sería un problema resuelto si no fueras tan sobreprotector conmigo o si me permitieras salir sin necesidad de que alguien más tenga que seguir mis pasos. Por lo que el culpable de mi encierro eres tú y nada más que tú. —Vaya, sígueme culpando de todo. —Y tú deja de eludir la culpa, como siempre. Solo te llamo para que sepas que no voy a tomar un solo centavo de tu bolsillo. Es decir, me compraré algo con el dinero que tengo. —¿Te oyes? De todos modos este dinero que tienes ha salido de mi bolsillo. Victoria resopló sonoramente,
Después de estar varias horas en esa tienda se marcharon a otra y luego vino la siguiente y después de la última, Amina la convenció para ir a comprar ropa interior en Victoria Secret. —Vas a volverte loca por todo lo que hay aquí —dio por hecho. No entendía cómo podría haber tanta ropa interior con transparencias y en su opinión, en la de muchos seguramente, muy sexys. Se cohibió, nunca había estado allí. Además, sentía que muchas se le quedaron mirando. —No seas tímida. Solo es ropa interior y de la buena. ¿Compramos? —¿Hay algo más decente? Créeme que no me llama la atención lo que estoy mirando —confesó provocando que la otra casi explotara en risas, pero ante la mirada de varias mujeres prefirió aguantarse. —Sí, ¿qué cosas dices, Victoria? Pero... ¿Es que nunca has pensado en hacer algo de esto para enseñar y seducir a un hombre? —le inquirió moviendo las cejas de arriba a abajo, pícara. —No, de ninguna manera. A mí esas cosas no se me dan, soy fatal, además ya te dije que