El árabe llamó a Candace para saber si ya había sido ocupado el puesto de la secretaria pero desafortunadamente la muchacha le dijo que aún seguía la vacante libre pero le dijo que seguía la búsqueda por la chica adecuada. Se frotó la sien, mientras intentaba calmarse y no perder los estribos. Sabía que fue un error contratar a Anastasia a sabiendas de lo inútil que podría ser, pero aún así le dio la oportunidad y acabó metiéndose en eso; ahora tenía que buscar a otra persona adecuada para el puesto y que cumpliera con todos sus requisitos. —Bien, no te equivoques a la hora de seleccionar varias chicas que sean candidatas buenas al puesto y me haces llegar lo antes posible sus currículum a mi correo —demandó, aflojandose un poco la corbata, al otro lado de la línea se escuchó un suspiro. La asistente se encontraba exhausta por todo los pendientes que tenía, no había podido pegar un solo ojo en la noche, de solo pensar que tenía tantas cosas por hacer y encima tendría que encargarse
Los días fueron pasando poco a poco pero el dolor parecía no querer irse de su sistema pues mientras más horas se sumaba a su vida, el dolor crecía sin parar. Aún así trataba de no echarse a morir en una cama o saltarse las comidas porque estaba consciente de que eso no le hacía nada bien al bebé. Lo que había cambiado esos días era la estrechez que ahora sentía por ese pequeño que la habitaba. Y de alguna manera ya lo amaba sin poder evitarlo. Pensar que pasado los meses tendría que entregar el niño al árabe, le rompía el corazón. Pero no evidenciaba aquel vínculo delante del hombre. No quería que ella se diera cuenta de que había forjado ese apego desde ya, fingía no tener el mínimo interés por la criatura, pero eso no era cierto. Cuando estaba a puerta cerrada ya dejaba de fingir o de aparentar que le importa un bledo. Cómo ahora. Victoria se encontraba en el baño mientras se frotaba aquella crema humectante sobre su abdomen que le había regalado el propio Rashid, asegurando que
—De acuerdo. Es que no estoy acostumbrada a que hagas esto, Rashid. —Siempre hay una primera vez, sé que puedo parecer un tipo duro pero también tengo un corazón, además se trata de mi hijo. —Es aún muy pequeño —le recordó.—No importa. Quiero que me sienta, que sepa que soy su padre. —No te preocupes, creo que tendrás el resto de tus días para dejárselo saber, algo que yo no —dejó salir el aire sonoramente. —¿Hay algo que no me dices? —buscó su respuesta en su mirada aunque ella no se lo dejaría saber. Así que sería difícil dar el atino. —No, no estoy ocultando nada. Mentía. Rashid no lo supo en ese momento. De modo que dejó una que otra caricia, antes de dormirse junto a ella, ajeno a toda la contradicción que la envolvía, ese amor ferviente y creciente que sentía la muchacha por el bebé. No se imaginaba cuan difícil estaba siendo no experimentar tantas cosas lindas en una etapa inolvidable como esa, mucho más al ser su primera vez. Fue la última en conciliar el sueño y mien
La muchacha se terminó tres piezas de pizzas, quedando satisfecha con ello. Al cabo de un tiempo le dieron ganas de subir a la terraza a tomar un poco de Sol no era lo más divertido que podía hacer, pero tampoco tenía muchas opciones y viendo el lado positivo, desde las alturas tenía una magnífica vista en la terraza, podría ver parte de la ciudad, un perfecto increíble panorama. Ya estaba arriba, contemplando las hermosas vistas hacia la ciudad de Nueva York también podía sentir el viento soplando suavemente sobre su rostro y batiendo inevitablemente cada hebra de su pelo. Era justo esa tranquilidad que necesitaba, dándole pequeñas dosis de felicidad qué volvían a irse al recordar la realidad que vivía. Tenía una enorme camisa blanca holgada la cual se levantó a la mitad de su abdomen y se puso de frente a los rayos de sol. Sabía que era bueno coger un poco de luz natural y a su bebé también le haría muy bien. Ahora más que nunca lo llamaba de esa forma, su bebé, su diminuto regalo
Victoria sabía que en cuanto abriera la nevera notaría la ausencia de la pizza sobrante, y justo eso pasó. —No me digas que te has acabado la pizza, Victoria —la miró entrecerrando los ojos hacia ella.En contesta, se encogió de hombros y sonrió confirmando así que había sido ella. —Tenía hambre. Él suspiro. Pidiendo paciencia. Pero no le dijo nada más. Volvió a echar un vistazo en la nevera y encontró en el frigorífico aquel pastel que no recordaba haber visto antes. Curioso lo sacó. —¿Asa salido a comprar una tarta? —quiso saber. —No, yo la hice, es mi tarta favorita y mamá solía hacerla. De hecho ella me enseñó a mí. —Bien —se limitó a decir, no iba a reñirle por eso, además tenía buena pinta y tomó una pieza —. Espero que no te moleste. —No, para nada. Sonrío para sus adentros, al verlo no poder resistirse por la tarta de queso. —Umm, ¿en serio la hiciste? —Sí, ¿te gustó? —La tarta de queso es mi favorita. Te ha quedado deliciosa, Victoria —le regaló un cumplido acompañ
La amena conversa continuó, Amina realmente era muy dulce y eso le gustaba. Hasta tuvo la sensación de que podrían ser amigas. —Bueno, ¿qué otra cosa te gusta hacer? a mí por ejemplo además de la carrera universitaria, soy una amante de los viajes, razón por la que casi estudio turismo, pero mis padres tuvieron gran pesan en mi decisión, aunque a mí también me gusta la carrera de comunicación social. —Bueno, sinceramente me gusta mucho cocinar, de hecho preparé hoy una tarta de queso, mi favorita, y mamá solía hacerla para mí cuando era chiquita entonces es algo muy especial para mí conservar la receta y prepararla. Me recuerda a ella. —Siento mucho tu perdida, VictoriaLe expresó mientras puso una mano sobre su rodilla con la intención de transmitir ese consuelo que necesitaba la joven. —La verdad es que la extraño muchísimo, pero la tengo presente en cada cosa que hago. Sé que ella nunca dejará de estar conmigo, vive mi corazón y en todos los recuerdos que forjamos. —Es una for
—No no, pasa. Terminó de abrir la puerta y se hizo a un lado aún confundido y pensando probablemente de qué la presencia de ella no era real. Tenía que estar soñando. —Vale, muchas gracias. Es que ha sido horrible. El árabe la siguió y la volvió hacia él, mientras posaba ambas manos sobre sus hombros comprobando así de que ella sí era de carne y hueso y se encontraba prácticamente refugiándose en su habitación. Acarició la zona para calmar un poco esa sensación tensa que desprendía y el miedo en ella. —¿Estás bien? Su labio inferior tembló y negó con la cabeza mientras, para la sorpresa de ella misma, recibía aquel abrazo masculino que tanto necesitaba y cerró los ojos dejándose llevar por ese adoso tan reconfortante y plácido. —Lo perdía. Él se iba y... —dijo contra él sin poder completar la frase pero el magnate supo de inmediato a qué se refería. Aunque luego ya no supo si sería eso. —Ha sido todo parte de un mal sueño, vamos a dormir. Asintió. Ambos se metieron a la cama
Las horas parecían pasar con mucha más lentitud de lo normal. Solo quería hacer algo para distraer su mente, pero el problema era qué hacer. No lo sabía. Finalmente se le ocurrió averiguar un poco sobre el proceso del embarazo, necesitaba informarse un poco más respecto a ese tema quede solo pensar le daba un poco de nervios. El parto consiste en una serie de contracciones uterinas rítmicas y progresivas que gradualmente hacen descender al feto por la cérvix (cuello del útero) y la vagina (canal del parto) hacia el exterior.Leyó las primeras líneas, ya sentía como su corazón comenzaba a bombear deprisa. Era terrible, lo que sentía, el dolor tan potente, ese sentir desgarrador, la verdad es que no podía con tanto. Aún así, le siguió seguir en el indago. Suspiró. «El parto se compone de tres etapas principales:Primera etapa: periodo de dilatación (o trabajo de parto). Estos cambios permiten que el feto pase a la vagina.Segunda etapa: periodo de expulsión. Se trata del nacimiento