Meses después… Rita se encuentra sin trabajo, Zoe se había ido luego de que perdiera a su bebé, daryl cayó en el psiquiátrico y ella tomó la decisión más difícil de su vida, pero la que ella consideró correcta, y fue renunciar. Para ella Zoe tenía un lugar especial en su corazón, en los últimos meses ellas se habían vuelto más amigas que otra cosa y la manea en que su jefe la trató no le pareció justo. Está en su departamento, con los pies doliéndole por haber caminado casi todo el día buscando un nuevo trabajo, pero su juventud, inexperiencia y falta de una recomendación porque su jefe estaba saliendo de su locura, le están jugando muy en contra. —No importa, Rita… hiciste lo correcto —su teléfono suena y responde sin ver quién es, respondiendo con la voz apagada—. ¿Aló? —¿Rita? ¿Qué te pasa? —la voz preocupada de Robert la hace sonreír y suspira. —Nada. —No me digas que nada, tú no eres así. Vamos, cuéntame, yo te contaba todas mis penas y siempre me escuchaste. —Sabes que n
Al llegar a Londres, Carlo la ayuda a bajar porque una fina llovizna cae en la ciudad. Se quita su chaqueta para usarlo como paraguas y ella se siente agradecida, especialmente porque su ropa no es la adecuada para el clima.—Gracias, no se me ocurrió ver cómo estaría el clima aquí, hace un poco de frío.—Ya lo solucionaremos —cuando sube al auto, él sacude la chaqueta que es impermeable y se la coloca a Rita, quien no puede evitar aspirar el embriagante aroma que desprende.—No… no era necesario.—No queremos que te enfermes, no sería bueno para Zoe.—Es verdad, gracias por esto —se acurruca dentro de la chaqueta que le queda enorme y siente casi como si Carlo le estuviera dando un abrazo, mientras que él se imagina exactamente lo mismo.El trayecto Rita lo hace pegada a la ventana, se le hace una ciudad preciosa y enorme. Realmente elegante, ve por allí un parque que le encantaría recorrer y piensa en lo poquito que extrañaría Roma de quedarse definitivamente aquí para estar con Zoe
Los meses se pasaron con él viajando a Londres, sin hacer nada por intentar nada con Rita, porque eso de la distancia no era lo suyo. Sin embargo, para Zoe cada vez era más cercana la idea de regresar a Italia para tomar represalias contra quienes le habían hecho la vida imposible, pero era una idea escueta y que no le atraía demasiado.Sobre todo, porque se arriesgaba a que reconocieran a Hope como hija de Marchetti y eso no lo quería ninguno de ellos. Al final, el tiempo pasó en años y todo sigue medianamente igual, sólo que con una sobrina a la cual malcriar cada vez que va de visita, lo que ocurre una vez al mes por un par de días.Carlo está concentrado en su trabajo, con el ceño fruncido y mirando el documento mientras mordisquea su bolígrafo. El sonido de su teléfono lo saca de su concentración y cuando oye la voz grave de Robert.—Carlo, te necesito en Londres… el avión está esperando por ti —ante aquellas palabras todo el cuerpo se le crispa.Debe ser algo realmente grave. Es
Cuando se separan, ninguno de los dos puede evitar esbozar una sonrisa que dice lo felices que están de que eso al fin ocurriera. —Esperé más de dos años para atreverme a esto —le dice él con voz ronca. —¿Tan mala impresión te causé? —Todo lo contrario, pero soy un hombre que no le gusta dejar las cosas a medias, y ahora que regresarás a Roma… me siento al fin libre. —¿Y si Zoe no hubiese decidido regresar? —Hace seis meses estaba estudiando en el papel trasladarme aquí… —¿Por Zoe? —se atreve a preguntar ella y él sonríe. —Por ti… ¿tienes idea de lo difícil que ha sido concentrarme desde nuestro viaje? —le acaricia el rostro y Rita lo ve con expresión perdida, no se puede creer que las fantasías de ella fueran correspondidas. —Pues tú tampoco me lo pusiste fácil. En verdad pensé que no estabas interesado en mí. —Imposible, tendría que ser ciego… pero ahora, quiero que entremos, no quiero que te enfermes. Entran al calor de la casa, en la cocina Rita se mueve por un par de ta
Tras la boda de su amiga y tener que despedirse de Carlo con la mayor discreción posible, Rita se va a su cuarto para comenzar a empacar sus cosas. El viaje de retorno sería en un par de días, mientras Carlo deja todo listo para que Zoe llegue con todo a buscar su justicia, porque para Rita lo que ella quiere no es venganza.Zoe se para en la puerta abierta de su cuarto con una sonrisa y dos tazas enormes de chocolate, Rita deja las cosas allí, recibe una taza y se sienta en el borde la cama, Zoe cierra la puerta y se sienta alejada de la puerta, lo que a la morena le indica que su amiga quiere decirle algo que nadie más puede saber.—Está delicioso —le dice gimiendo por lo delicioso del contenido, pero le dedica una mirada seria—. Aunque el secreto se me hace más delicioso.—¿Cuál secreto?—Ese que vienes a contarme —Zoe sonríe y deja su taza entre sus manos para calentar un poco su ánimo.—No quiero regresar.—No lo hagas —sentencia Rita y Zoe sonríe con tristeza mientras niega.—Es
El regreso a Italia les dejó varias sorpresas, además de una fiesta de presentación bastante productiva.Rita está en su cuarto arreglando su equipaje para irse unos días con sus padres tal como se lo anunció a Zoe, ya que la parte más complicada estaba lista, ella ahora puede relajarse un poquito.En ese instante Carlo cruza la puerta de la mansión para ver a su prima y saber qué piensa de lo ocurrido la noche anterior, después de todo el plan secreto resultó perfecto y él se siente muy a gusto.Entra a la cocina en donde están tomando desayuno, pero no puede evitar buscar a su Rita con la mirada. A Zoe no le pasa desapercibido, no es tonta y ya sabe que esos dos se traen algo, pero si no quieren decir nada ella lo respeta, sabe que para su primo no debe ser sencillo y también conoce la historia de Rita, así que no los culpa que quieran mantenerlo en secreto.—Está en su habitación… —le dice Zoe mientras sin dejar de leer en la tablet—, terminando de empacar.Carlo se apresura a sali
Rita se baja del avión en el aeropuerto Amerigo Vespucci y camina con seguridad para retirar sus maletas, al salir para tomar un taxi respira ese aire que sólo su tierra natal le puede dar, sonríe al sentir ese aire delicioso que la lleva a meterse dentro de su abrigo y espera paciente a que un vehículo libre pueda llevarla. En cuanto logra meterse dentro de uno, el hombre con amabilidad le pregunta dónde la lleva. —A Settignamo, por favor. —Eso le saldrá costoso, puedo acercarla a la ciudad y tomar el autobús. —Si usted no tiene problema en llevarme, no importa lo que cueste —le responde ella con una sonrisa. Luego de lo que parece una eternidad, el auto se detiene frente a su hogar de la infancia, le paga el importe y se baja animada. Da unos suaves toques en la puerta y la voz de su padre le llega como si fuera la mejor de las canciones. —Yo abro, cariño, estoy aquí —la puerta se abre y su padre se queda sorprendido—. ¡¡Vieja, ven ahora!! —padre e hija se funden en un abrazo
Carlo se siente extraño, sabe qué es, pero se niega a hacer algo porque se verá como un maniaco posesivo. Hasta que ya no puede más y le manda un mensaje. Ella le responde los primeros, pero luego ya no lo hace más. Comienza a escribirle cuánto la extraña, las ganas de estar con ella y al final se rinde, porque ella no lee ninguno, así que le dice que descanse y que la ama. En su oficina el tiempo hace una enorme pausa, se mantiene pegado a la pantalla del teléfono viendo cómo Rita ha leído el mensaje y seguramente lo ha releído miles de veces, pero seguro quedó tan impactada como él lo está. Aquellas palabras que sus dedos teclearon en ese mensaje salieron de lo profundo de su ser. La ama, de eso no tiene duda. Sus dudas son de lo que él puede ser para ella y eso lo aterra, porque en su mente Rita es magnífica, con valores inquebrantables, pero él… todavía no sabe cómo es exactamente, su cabeza es un caos. Ve que Rita está escribiendo, pero al final no llega ningún mensaje. Dec