Tras desatar a las chicas, ellas se frotaron las muñecas, querían salir corriendo, pero al ver la vigilancia no se atrevían, les pusieron unas batas transparentes rojas, aún no sabían lo que estaba sucediendo.

—Se encuentran mis nuevas muñecas, listas. —entro el patrón del lugar, un hombre con tremenda barriga, calvo, dos dientes de oro que sobresalían de todos los demás, vestido con una bata roja— Dense la vuelta, quiero ver si valen el dinero que le pague a Nikola.

Ambas se voltearon a ver cuando escucharon que aquel hombre había mencionado a Nikola, Eliana hizo el intento de quitarse el amarre de su boca, pero aquel hombre la reprendió y la amenazo, el miedo se apoderó de ella.

—Tráiganme los juguetes, llego el momento muñequita de que ese cuerpecito se vaya acostumbrando a mis deseos. —las chicas retrocedieron, con sus cuerpos temblando.

Llevaron una mesa con diferentes herramientas de dolor sexual, ese hombre se creía un dominante, pero a su manera, tomo el par de pinzas, y se la