Capítulo 4 Ruinas

La mañana caliente y sofocada de Jerusalén se puso

de pie, a las siete de la mañana estaba casi imposible

quedarse en la habitación sin el aire acondicionado

conectado, el calor del verano era un factor contrario para los

cinco, ya que vinieron de Europa e incluso en el verano, el

calor no era tan fuerte como allí, el aire se encendió dejando

las habitaciones cómodas, cuando bajaron para tomar el

desayuno un colorante de aire caliente invadió el hotel, pero

luego una brisa más fría pasó, caminando por los pasillos del

hotel por el sueño todavía, Eliot y los demás se sentaron en el

pequeño, pero acogedor comedor y comieron, algunas

escenas bíblicas componían el restaurante, como una

cantidad enorme de pan sirio y varias frutas.

Mientras tanto en Francia dentro de la Orden el

celular del señor Byron tocó alto e interrumpió su discurso.

- ¡Un minuto! - Él salió de la sala cerrando la puerta detrás

de sí.

- ¡Padre! Estamos en Tierra Santa, ya estamos listos para esa

noche, no se preocupe, el Fénix me dijo que todo está bien y

hasta ahora nada de lo malo ha ocurrido.

- decía el chico en el pequeño celular.

- Genial, en cinco días vuelva, necesitamos desvelar eso y en

breves cambiar la humanidad, mostraremos el camino de la

luz a los que no creen, sólo una cosa más mi hijo, no se

arriesga mucho, ya perdí a una persona importante y, no

quiero perder otra. Este secreto no vale su vida.

- el señor Byron habla estas últimas palabras con los ojos

mareados y con su cara triste.

- Quédate bien mi padre y mi maestro, volveré incluso antes

de que te extrañe. Los otros mandan los saludos. ¡Hasta

luego!

- Eliot apagó el teléfono miró hacia fuera en un balcón del

hotel ya los pies del Monte de los Olivos notó el diseño de las

piedras, al lado de ellas una fina gramo. "En un lugar árido la

hierba nacía de forma delicada y hermosa". Pensaba el chico.

Dentro de la Orden el padre de Eliot regresaba a la

sala de clases, donde contaba para los más jóvenes los

acontecimientos, él mostraba los símbolos y los secretos

escondidos del público en general, cuando una pregunta

interrumpió las explicaciones.

- Pero, esos secretos deberían ser mostrados al público, pues

con el conocimiento esa ignorancia y miedo desaparecían?

¿Verdad?

-preguntó un joven.

- Desde antes de Cristo intentamos explicar hechos y fuentes,

pero para algunos la ignorancia es un capullo de donde no

logran ver el mundo con los ojos que aquí vemos incluso los

masones, juzgan como brujos y sabemos muy bien que ellos

no son eso. Para la gran mayoría de los hombres sectas y

fraternidades estudian el diablo.

- el señor Byron suelta una risa siendo acompañada por

algunos jóvenes.

-More, pero si esas sociedades no son malas y sabemos que

no lo son, ¿qué piensan? ¿Por qué? ¿Usan esas excusas para

subyugar algo que no entienden? - decía el chico que se

mostraba indignado.

- Déjame contar una historia. - empezaba la explicación.

En Jerusalén los cinco caminaban hacia el centro de

la ciudad vieja, dentro de las murallas, los muros de las

murallas daban un contraste enorme con las calles modernas

de la nueva capital, mirando desde una perspectiva diferente,

la ciudad nueva de Jerusalén se confundía con otras ciudades,

pero con algo muy diferente ella nació alrededor de la vieja,

que aún mantenía los muros enormes, que mostraban el brillo

de otrora de la capital de la fe.

Los paseos por la ciudad estaban dando margen

para las investigaciones y para los mitos antiguos, la energía

que emanaba de esas paredes era impresionante, incluso el

Fénix que sólo hablaba con Eliot era sentido por el chico. El

día comenzaba a ponerse, mostrando una hermosa puesta del

sol. El primer intento estaba a punto de empezar.

En un punto distante, un sentimiento inundaba la

cabeza de un líder religioso, algo estaba por ocurrir y pronto,

su mente le daba la señal, pero él no podía saber lo que era.

Entonces una visión él tuvo, y en su visión él veía el mundo

en ruinas en pedazos el sentimiento pasó y luego ese líder

levantó y abrió las cortinas.

De vuelta a la Orden, el señor Byron comenzaba su

explicación.

- El mundo es un lugar extraño, las personas no quieren

detener el conocimiento, pero no es por qué no se conectan,

sino que, así que aprendieron a portarse en la sociedad, pero

hay quienes no aceptan una imposición, sea religiosa, política

o incluso filosófica, y por lo que nos consta fue siempre así. -

dice el señor apoyado en su bastón.

La clase estaba en su término cuando el señor

Byron pidió al niño permanecer en la sala, Christopher le

temió haber hecho algún comentario equivocado y por eso

llegó quieto cerca del maestro, que le miraba con curiosidad,

sus cabellos negros arrepentidos no se comportan, porque su

pelo tenía un remolino que lo pintaba, incluso contra la

voluntad. Sus ojos curiosos buscaban las respuestas para todo

y fue justamente por eso que él había encontrado en la Orden,

su padre y madre, no le gustaba la idea, pero algo allí dentro

lo dejaba más feliz, con la certeza de estar ayudando a la

sociedad de al- de forma.

- Maestro, ¿yo por casualidad hice o hablé algo mal en la

clase de hoy? - decía el niño.

- De alguna forma. - dijo el señor Byron apoyando su peso en

el bastón.

- Te llamé aquí mi joven, pues tienes algo especial y tus

preguntas son realmente instigadoras, pero creo que no para

niños de tu edad.

-Yo sé de eso, pero no puedo hacer preguntas menos

elaboradas, su hijo, el maestro Eliot siempre dijo para que yo

me sobre saliera sobre los demás, pues eso me haría grande. -

decía el chico cortando las mejillas.

- Christopher, siga siempre su corazón, nunca desista de sus

sueños, sé que usted es especial, y que va a hacer muchas

cosas importantes, pero también sé que es sólo un chico,

aunque me gustaría poder entrenar. ¿Qué piensa usted? -

decía el maestro mirando al pequeño, en los ojos.

- ¡Nuestra! - Él dio un salto de alegría y abrazó al maestro,

luego él soltó.

- Lo siento, me emocioné. - el maestro bajó y abrazó al chico.

- No se disculpe por los gestos de cariño, son ellos los que

nos hacen ser diferentes, su abrazo fue espontáneo y merece

ser cultivado. Entonces a partir de la próxima semana usted

viene a tener clase conmigo, después de eso.

- Claro maestro. - el niño salió corriendo de la Orden,

cantando y muy feliz.

La noche se ponía de pie, y se mostraba más fría,

del auto del Monseñor de los Olivos Eliot, Alfred y los otros

salieron, y entonces la verdadera misión comenzó. La

ubicación del arbolito era precisa e incluso con los obstáculos

del camino ellos estaban cerca, las piedras se deslizaban

fuera de la colina y en los pies de ella una sola higuera, fuera

de los muros de la ciudad vieja y distante de la nueva ciudad.

Un pequeño desierto totalmente sin vida se mostraba para

aquellos que no tenían miedo de lo desconocido.

En ese momento dentro de la Orden en París el

señor retiró los ojos de lectura y colocó la mano sobre la cara,

presionando los ojos, una imagen estaba en su mente, cuando

entonces él miró de nuevo una figura siniestra en su frente. Él

entonces cerró nuevamente los ojos y la figura salió, pero

otra apareció con una luz acogedora, entonces él tomó sus

llaves y cerró la Orden.

El sueño no venía para el joven Christopher, el

señor Byron y para los cinco que estaban a punto de

desentrañar el misterio, entonces en la primera noche los

cinco en Jerusalén comenzaron el descenso de la colina.

- ¿Lugar muy extraño para alguien morir? ¿No lo creen? -

preguntó uno de los miembros.

- Las personas desesperadas no eligen el lugar de su

ejecución mi querido amigo, ellas sólo arreglan fuerzas y se

matan, pero tengo que competir con usted. - decía Alfred,

mirando fijamente al lugar árido y lleno de piedras.

- ¿Podemos pensar un poco antes de hacer preguntas idiotas?

No se dan cuenta de que acabamos de pasar por la vía del

dolor, dentro de los muros de la ciudad vieja, Judas

simplemente corrió en esa dirección, pues de aquí nadie lo

veía, pero de ese lugar él podría ver a su maestro siendo

muerto en la cruz, y de ese mismo lugar hoy no conseguimos

esa visión, pues varias construcciones nos impiden, pero aquí

está los márgenes de la Derekh Yerikho, donde el mayor

miserario descansa. - dice con claridad Eliot, cuando uno de

ellos mira hacia abajo y ve la bulliciosa avenida.

- Los tiempos son otros, no podemos mirar como si

estuviéramos en dos mil y catorce, tenemos que mirar como

si estuviéramos en el año cero.

Una piedra se soltó de la superficie de la ladera y se paró en

los pies de Alfred. Eliot ya estaba bastante cerca del árbol de

árboles cuando un viento helado lo hizo retroceder, algo

estaba muy mal. Todo estaba demasiado fácil.

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