Henrik
Los últimos meses habían sido apenas soportables. Atina seguía siendo su amiga, pero pasaba más tiempo con William, por supuesto.
Sus sentimientos no habían cambiado en absoluto, pero decidió que haría un esfuerzo por tolerar la situación hasta donde le fuese posible, mientras ella estuviera bien. Además, William se había estado recuperando del accidente.
Lo que la abuela Anna pedía era demasiado, y no dependía solo de él. Pero por mientras, Henrik estaba haciendo su parte.
Desde hace un par de meses, Anna seguía en Francia, pero sabía que estaba informada de todo lo que sucedía allí, y una parte de él esperaba verla pronto.
Iba pensando en esto cuando vio que solo le quedaban minutos para llegar al instituto antes de que se cerraran los portones. Apresuró el paso. Ese era uno de los d&ia
AtinaMientras yo salía por el portón central, ellos se habían escabullido por algún lugar del que yo no tenía conocimiento. Pero en menos de cinco minutos estábamos fuera del EEI.“Quédense donde ella no pueda verlos” les pedí.El EEI tenía un enorme predio, pues el campus de su universidad estaba lindaba con el instituto. Caminé hasta el portón sur, donde me indicó Jess que estaba Luana.Su cabello rojo brillaba bajo la luz del sol. Su piel de porcelana, pristina, no tenía imperfección visible. Cuando la conocí me había parecido muy bella, pero ahora se me hacía irreal, como salida directamente de un libro de cuentos.Ella no estaba sola, William la acompañaba. Debí anticipar que él también estaría allí.Mi rostro ardía, muy a mi pesar. Pero cami
AtinaCuando me di la vuelta para irme- no quería que supieran que los había escuchado, choqué con profesor en el pasillo.“Lo siento, Atina” se discúlpo rápidamente.“No, discúlpeme a mí, Mr. Park”El ruido los había alertado. Jess se asomó y al verme, lo supo. No pude evitar lanzarle una mirada de reproche.“Ati… ¿cuánto llevas allí?”Salí corriendo de allí, y ella fue tras mí.“¡Espera!” gritaba mientras yo bajaba las escaleras. Fui a un área vacía del patio tan pronto como pude. Si teníamos que hablar, lo haríamos en donde nadie pudiera escucharnos.Jess estaba pálida, como si hubiera recibido un gran susto. Imaginaba que mi aspecto no era mejor.“¿Hace cuánto lo sabes?”Ella fingió no entenderme.“¡Vamos, Jess, sabes a lo que me refiero!” exigí.No quería gritarle, pero estaba demasiado molesta.“Desde el primer día” dijo mirando a todas partes “era demasiado evidente. Creo que todos
AtinaAlisté mis cosas para el viaje a San Pedro. La emoción vibraba en cada fibra de mi ser.Finalmente, y tras varios meses estresantes, las cosas estaban yendo bien de nuevo.Sonreí mientras me probaba la playera de la banda que me había regalado Regina.Ella había sido muy buena conmigo desde que nos conocimos, y cada vez me sentía más en confianza. Lo mejor de todo era que conforme pasaba el tiempo, Regina se veía más animada.A veces veía a William contemplándola, sonriente. Él no me lo decía, pero yo sabía lo mucho que le angustiaba la salud de su madre.Eso me recordó a mi propio padre. Hacía meses que apenas hablaba con él. Evadía mis preguntas, y actuaba como si estuviera profundamente avergonzado por lo sucedido con esos hombres. Lo cierto es que no había vuelto a saber de esos
AtinaHablaban bajo, como susurrando, pero igual podía oírlos. Al principio era solo un sonido lejano, pero luego fui hilando las palabras para darles sentido. La cabeza me dolía bastante, pero procuré no hacer ruido alguno bi abrí los ojos, pues no quería alertarlos. Aun así, podía imaginarmelos.“Podemos devolverla antes que despierte. ¿Sabes lo que va a pasar si alguien sabe lo que le hiciste?” preguntó, nervioso, el hombre.“¡No!” exclamó la mujer “no permitiré que me la quiten de nuevo”“Pero entiende” la voz del hombre se había tornado suplicante “esta muchacha no es Laura. Nuestra hija se fue”“¿Has visto su rostro?”El hombre emitió un profundo suspiro. “Sí, se parece. Se parece demasiado, pero no es ella”&ldqu
Atina“NO” sentenció mi madre. Podía entender sus razones.“¿No confías en que puedo cuidarme sola?”Ella me lanzó una mirada fulminante. Ok, mala pregunta.“Pero debes darme al menos un voto de confianza”“William ya es mayor de edad y puede ir solo. Tú necesitas una autorización y yo no voy a dártela”Agaché la vista, a punto de rendirme.“En dos meses, él va a mudarse a Alemania… esta puede ser una importante oportunidad de compartir con él antes de que se vaya”“Van al mismo colegio… ¿qué más juntos pueden estar?”Fran estaba allí. Me hizo un gesto discreto, para que me retirara. Era una de sus señas de “déjame intentar a mí”.Volví dos horas más tarde. Ella me estaba esperando con Fran.“Mi decisión final es que no” dijo ella.Si Fran no lo había logrado, ya era un caso perdido.“OK, mamᔓPero, te ofrezco algo. Él puede ir con nosotras cuando vayamos a visitar a
WilliamCuando llegó a su casa notó que la puerta no estaba cerrada. Desde que se habían mudado a una casa más pequeña y vivían solos, su madre había recalcado en la importancia de que fueran cuidadosos con las cerraduras. Ella no la habría dejado así.Pensó que alguien podía haber entrado a robar, pero no había señales de ello.“Hola, mamá. Estoy en casa, y quería saber si tu cerraste la puerta al salir” dijo apenas le atendió.“Claro, pero Atina está allí” hizo una pausa “¿será que acaso salió?”“¿Atina estaba en casa?”“Sí, le dije que esperara en tu habitación”William corrió hasta arriba. En el piso de su habitación vio una cajita con moño azul, pero ella no estaba. Re
WilliamNo se había levantado de la cama desde que llegó a su casa. Regina sabía que tenía problemas con Atina, pero tampoco quería preguntarle más de lo que él estaba dispuesto a compartir con ella.Ya era de noche, y ni siquiera se había cambiado la ropa.Regina tocó la puerta. “Cariño, ¿quieres comer algo?”“No, gracias” respondió apenas.“Avísame si cambias de opinión”Además de su propio dolor, el cuál no era capaz aún de dimensionar, también cargaba con el de Reuben. Éste le había enviado un mensaje diciéndole que ella había terminado su relación. Su amigo estaba destrozado y él ni siquiera podía tomar el teléfono y llamarlo.Lo que estaba pasando solo era su culpa.Cerraba los ojos y ve&iac
William “¿Entonces estás huyendo?” preguntó Bertha, pero aquello era más una afirmación.William calló un instante “Puedes llamarlo así”La pelirroja le dedicó una coqueta sonrisa “El William que conocí no le temía a nada”“En ese tiempo no tenía nada que perder” dijo con un suspiro.“Mmm… veo que algo te angustia… Me lo puedes decir, sabes que puedes confiar en él”William la recordaba como una chica agradable, y pese a que no tuvieron una conexión real, Bertha había actuado especialmente amable, incluso cuando terminaron la relación.“Gracias, Bertha, pero no creo que pueda hablar de esto con nadie ahora”“Es una chica” aventuró.La reacción de William a sus palabras solo se lo confirm&oa