MÍAEn cuanto abro la celda, Basil se viene contra mí y me besa, siento que el alma regresa a mi cuerpo. —No deberías estar aquí —me susurra al oído—. Pero me alegra que lo hicieras. Me tomo un par de segundos para inspirar su olor.—No quisiera interrumpir, pero debemos marchar antes de que vengan los cuervos del Capo, y terminen de matarnos —dice Donovan. Le miro, tal vez no debería hacer esto, pero lo hago de todos modos, no sé si las cosas pudieran cambiar en algo, sin embargo, quiero que se sienta culpable, quiero herirlo más de lo que ya parece. —Fue Emma —le doy el mapa que me dio, a Basil—. Ella es quien trazó las rutas de escape, en caso de fallar una, están seis más. En cuanto menciono eso, Donovan tensa el cuerpo, me da la espalda. —No vino —Habla Basil mirando a su amigo. —Ella dijo que ha tomado su decisión, que su lugar ahora está con la mafia italiana, mencionó algo de haberle dado un cierre y que ya no está en deuda con ustedes, no les debe ya nada. Basil cierr
MÍAHace dos horas que desperté, la ansiedad me carcome las entrañas, dos horas en las que he permanecido encerrada en una especie de habitación que se asemeja más a una celda de alta seguridad, no hay ventanas, pero sí un sistema de ventilación por lo alto del cuarto con paredes grises, una cama, eso es todo, me han puesto un par de esposas que me atan a la cabecera de la misma.No tengo miedo por mí, o por Basil, no los conozco bien, pero sé que Donovan no dejará que le hagan daño, además, los dos saben cuidarse, mi padre sería incapaz de hacerme daño, la única preocupación que tengo en estos momentos, es Emma, ella estaba muy golpeada cuando la vi por última vez.Nos separaron, no opuso resistencia, de hecho, parecía que estaba resignada a morir, lo pude ver en su mirada, no había miedo, pero sí decepción hacia la vida.—No puede ser cierto —susurro sin aliento.Comienzo a inquietarme más de lo normal, hasta que el sonido de la puerta al abrirse, llama mi atención, levanto la mirad
MÍASaliendo del despacho de mi padre, me encuentro con tres de sus hombres que supongo, son mis escoltas, me voy directo a mi habitación, aunque me detengo en seco en medio del corredor, mirando a los tipos que no se atreven a verme.—¿En dónde tienen a Akisha? —inquiero.No me responden.—Les hice una pregunta.—No te van a responder.Miro a mis espaldas, Ángel viene caminando hacia mí, les lanza una mirada cargada de hostilidad.—Tengo el permiso del Capo, yo me encargo —demanda y ellos obedecen enseguida—. Andando.—¿A dónde me llevas?—Querías ver a Emma, ¿no es así? —me mira de soslayo.Caminamos en silencio por un corredor que desconozco.—¿También estás enfadado conmigo, por liberar al Boss? —la pregunta se desliza de mis labios sin que lo pueda evitar.—No soy nadie para juzgar las razones que hayas tenido para hacerlo, se considera traición, pero no es por eso por lo que estoy enfadado.—¿Entonces qué es?—El que las dos personas a las que consideraba amigas, me han estado m
BASIL—¡Boss, su madre y su tío lo están esperando en la fortaleza! —me dice uno de mis hombres.El ruido del helicóptero hace que la cabeza me estalle, las heridas que me sangran no se comparan con lo ardido que estoy, dejar a Mía en Italia, por culpa de su padre, es algo que me lo va a pagar Lucian Bennett, muy caro.Donovan y yo subimos al auto que nos espera, en cuanto cierro la puerta, él se comunica con sus Voyevikis.—Me parece que, de esta, no vas a escapar —argumenta de mal humor.—No pienso casarme con Nicola Campbell, mucho menos follar a Lorena.—Dudo que tengas que preocuparte por Lorena, pero de Nicola, no estoy seguro, con todo lo que ha pasado en Italia, tu madre y tu tío, ya deben estar enterados de lo que pasó, sin contar que pareces hecho mierda, solo atisbaste su rabia y rencor contra los italianos.—Al final del día, yo soy el Boss, yo decido, yo elijo.No decimos nada más, llegando a la fortaleza, me voy directo al despacho, en donde mi tío no hace más que camina
MÍANo puedo creer que esté aquí, de nuevo, en Rusia, a solo un par de minutos para volver a ver a Basil, los nervios hacen estragos en mi cuerpo, desde que llegamos al aeropuerto, no he dejado de temblar, mi corazón palpita con tanta fuerza, que estoy consciente de que incluso puede llegar a salirse de mi pecho.Me remuevo inquieta sobre el asiento del auto en el que viajamos Franco y yo, por más súplicas que le hice a mi padre, no aceptó que no viniera Ángelo en lugar de Franco, ¿por qué? Seguramente tiene planeado que ellos dos entren en alguna clase de conflicto. Cosa que no voy a permitir.—¿Por qué nos detenemos? —pregunto en cuanto el motor del auto se apaga en medio de la nada.—No pensarás que entraremos a esa reunión como si nada hubiera pasado, ¿verdad?Abro los ojos como platos.—¿No?—Tu padre tiene más enemigos, ahora que Viktoria y Dimitri Sokolov, están moviendo los hilos entre las demás organizaciones, pese a que, a Lucian tiene más apoyo, eso no quita el hecho de que
MÍA—Vaya, vaya, pero miren qué tenemos aquí —Donovan chasquea la lengua y hace a un lado, de manera brusca, a la chica con la que estoy seguro, estaba a punto de follar.Tiene los ojos inyectados en sangre, las pupilas dilatadas, huele a cigarrillos, alcohol y marihuana.—Donovan Stillv —sisea sin titubeos, Franco.Él esboza una sádica y cruel sonrisa.—Franco Smirnov, ¿Lucian te quitó la correa, pequeño cachorrito? —ironiza sin un tono de burla.—Donovan, por favor…—Tu guarda silencio, princesa italiana —espeta con firmeza.Frunzo el ceño.—Dudo que a Emma le haga feliz saber que estabas a punto de…—¿A punto de qué? Princesita —escupe con rabia latente—. Tú y ella se pueden ir a la mierda, hasta donde yo recuerdo, está muerta.Sello mis labios, no tiene caso hablar con él en este estado.—¿Qué hace un perro guardián de la Famiglia, y una princesa italiana en Rusia?—No es tu asunto.Termino con esto.—Vine a hablar con Basil, quería verlo —soy quien responde, dando un paso adelant
BASILLos engranajes en mi cabeza no dejan de girar, me quedo en silencio cuando Portia termina de contarme su verdad, cuando la vi en el balcón, pensé que era producto de mi imaginación, un sucio juego de mi mente, como había estado acostumbrado durante estos años en los que la creí muerta, pero cuando tuvo el atrevimiento de besarme, comprobé que era real.Aun así, correspondí a su beso porque lo necesitaba, porque me lo debía a mí mismo, solo que algo cambió, no sentí esa chispa que me calienta la sangre, no había fuego, solo una costumbre gélida que me caló hasta los huesos.Luego me pidió que habláramos a solas sin que Donovan ni nadie se enterara, por ello estamos aquí, en una de las propiedades de los Sokolov, una vieja cabaña en medio del bosque, en donde solíamos jugar cuando éramos niños.—Hace mucho que no venía a este sitio —rompe el silencio.Los segundos pasan, muchas noches desee esto, quería que ella estuviera con vida, ¿por qué no se siente igual al pasado?—Basil.—¿
MÍA—Mía.Ángelo viene detrás de mí, me quedo poco a poco sin aire, con la confesión que me acaba de hacer, mueve mi mundo y el alma se me cae a los pies.—Lo siento, no puede pasar —me dice uno de los hombres que custodian la entrada del despacho de mi padre.—A un lado —espeto con fiereza, cerrando los puños—. Tengo que hablar con mi padre.—El capo ha ordenado que no se le interrumpa —insiste el hombre.—Vamos, Mía —Ángelo tira de mi brazo con fuerza—. No hay nada que puedas hacer, de cualquier manera, ella ya debe estar en Rusia.Volteo a verlo mal.—¿Y se supone que eso debe dejarme tranquila? —siento cómo los latidos de mi corazón están a punto del desenfreno—. ¡Se trata de mi amiga, no de una muñeca a la que todo el mundo ha desechado!Puedo ver cómo Ángelo tensa el cuerpo.—Ese es el destino de un traidor de la mafia, Mía, tal vez no estés enterada de eso, porque no creciste bajo nuestras leyes, pero esa es la realidad…No dejo que termine de hablar, en menos de un parpadeo, l