MÍA Lo amo. En cuanto me doy cuenta del peso que tienen esas dos palabras que he dicho, el corazón se me sale del pecho, mi respiración se acelera, mi padre me mira furioso, ordenando a todos que se marchen, sé lo que acabo de decir, lo que acabo de hacer, la princesa italiana acaba de declarar su amor por el Boss ruso. Todos se marchan, incluso Emma, quien ni siquiera se toma el tiempo para ver el estado en el que ha dejado a Basil, solo nos quedamos los tres. —Mía, eres mi mundo entero, por ti es que hago todo esto, pero lo que acabas de hacer va a tener consecuencias grabes —sus palabras son sentencia. —Lo sé. —No, no lo sabes, ese hombre al que defiendes, no es más que un asesino. —Como tú —duele lo que digo, pero es la verdad y es lo primero que acepté cuando me enteré de que él era el capo de la mafia italiana. Porque para ser un líder o un miembro de la mafia, de cualquier organización, hay un requisito que se debe cumplir, y eso es matar a alguien, uno que no pi
EMMATarde que temprano iba a pasar, eso me repito una y otra vez mientras permanezco en silencio, frente a la puerta en donde está encerrado y amarrado, Donovan, mi maldito Karma, puede que la Emma del pasado hubiese tomado diferentes decisiones, pero no ahora, no cuando todo lo que necesito, es terminar con esto. —Hay demasiadas cosas de las que tenemos que hablar. La voz de Ángelo me devuelve a la realidad. —Emma. Escucharlo, decir mi verdadero nombre, no hace más que enfadarme, pero cuando volteo a verlo para encararlo, solo me encuentro con una sonrisa socarrona. —El capo me ha contado toda la verdad —su sonrisa se desvanece. —¿Por voluntad propia? —entrecierro los ojos. —Bueno, no, le pedí que como único requisito para aceptarte en mi escuadrón, tenía que saber todo de ti, así que me dio los archivos que necesitaba, sé todo, Emma, todo de ti, como el hecho de que Basil Sokolov fuera tu mejor amigo, y que el hombre que está encerrado detrás de esa puerta; Donovan Stillv, e
MÍA Espero a que mi padre o alguien me diga que esto es una broma, mientras sigo sosteniendo a Basil, sí, siento cosas por él, aunque no sé si sea un amor demasiado fuerte como para superar cualquier cosa, en especial, esto. —Eso no tiene sentido —susurro. —Cariño, hablemos con calma, pero antes —me mira, estoy cubierta de sangre—. Deja al Boss. Me sobresalto. —No —expreso—. No puedo hacer eso, necesito llevarlo a que lo curen. —Princesa, es nuestro prisionero. —Si de verdad me amas, deja que haga lo que quiera esta vez, me lo debes, papá. Tenso el cuerpo, ambos nos quedamos viendo hasta que asiente lento. La verdad es que espero cualquier cosa de él, me preparo lento para un rechazo, hasta que chasquea la lengua, mira mal a Basil, saca su móvil y llama a alguien en un perfecto italiano. —Vendrán por él. —Papá —sentencio. —No le pienso hacer más, al menos no, por ahora, te lo prometo —me asegura. Enseguida, las puertas se abren y entran cinco hombres armados, Bas
MÍAMe congelo por completo, en cuanto las palabras brotan de los labios de mi padre, el aire se me atasca y comprime mis pulmones, por un segundo creo que he escuchado mal, que se trata de un sucio juego de mi mente, pero no, la mirada firme y gélida del hombre al que consideré por mucho un héroe, me fulmina. —No estás hablando en serio —susurro con temor. —Lo estoy —asiente lento—. Princesa, Franco es la mejor opción, es él de quien debías haberte enamorado, tu encuentro con él ya estaba planeado y destinado, de no ser por los hombres de Danilo Campbell, estaríamos ya celebrando tu boda con él. Doy un paso atrás. —No puedes —cierro los puños—. No puedes obligarme a casarme con alguien a quien ni siquiera conozco. —Ya tendremos demasiado tiempo para conocernos mejor —expresa Franco Smirnov—. Me gustas, Mía, desde el primer momento en el que te vi, en el que Lucian me mostró fotos tuyas. Frunzo el ceño y él parece darse cuenta de que lo rechazo hasta con el pensamiento. —Sé que
MÍAEn cuanto abro la celda, Basil se viene contra mí y me besa, siento que el alma regresa a mi cuerpo. —No deberías estar aquí —me susurra al oído—. Pero me alegra que lo hicieras. Me tomo un par de segundos para inspirar su olor.—No quisiera interrumpir, pero debemos marchar antes de que vengan los cuervos del Capo, y terminen de matarnos —dice Donovan. Le miro, tal vez no debería hacer esto, pero lo hago de todos modos, no sé si las cosas pudieran cambiar en algo, sin embargo, quiero que se sienta culpable, quiero herirlo más de lo que ya parece. —Fue Emma —le doy el mapa que me dio, a Basil—. Ella es quien trazó las rutas de escape, en caso de fallar una, están seis más. En cuanto menciono eso, Donovan tensa el cuerpo, me da la espalda. —No vino —Habla Basil mirando a su amigo. —Ella dijo que ha tomado su decisión, que su lugar ahora está con la mafia italiana, mencionó algo de haberle dado un cierre y que ya no está en deuda con ustedes, no les debe ya nada. Basil cierr
MÍAHace dos horas que desperté, la ansiedad me carcome las entrañas, dos horas en las que he permanecido encerrada en una especie de habitación que se asemeja más a una celda de alta seguridad, no hay ventanas, pero sí un sistema de ventilación por lo alto del cuarto con paredes grises, una cama, eso es todo, me han puesto un par de esposas que me atan a la cabecera de la misma.No tengo miedo por mí, o por Basil, no los conozco bien, pero sé que Donovan no dejará que le hagan daño, además, los dos saben cuidarse, mi padre sería incapaz de hacerme daño, la única preocupación que tengo en estos momentos, es Emma, ella estaba muy golpeada cuando la vi por última vez.Nos separaron, no opuso resistencia, de hecho, parecía que estaba resignada a morir, lo pude ver en su mirada, no había miedo, pero sí decepción hacia la vida.—No puede ser cierto —susurro sin aliento.Comienzo a inquietarme más de lo normal, hasta que el sonido de la puerta al abrirse, llama mi atención, levanto la mirad
MÍASaliendo del despacho de mi padre, me encuentro con tres de sus hombres que supongo, son mis escoltas, me voy directo a mi habitación, aunque me detengo en seco en medio del corredor, mirando a los tipos que no se atreven a verme.—¿En dónde tienen a Akisha? —inquiero.No me responden.—Les hice una pregunta.—No te van a responder.Miro a mis espaldas, Ángel viene caminando hacia mí, les lanza una mirada cargada de hostilidad.—Tengo el permiso del Capo, yo me encargo —demanda y ellos obedecen enseguida—. Andando.—¿A dónde me llevas?—Querías ver a Emma, ¿no es así? —me mira de soslayo.Caminamos en silencio por un corredor que desconozco.—¿También estás enfadado conmigo, por liberar al Boss? —la pregunta se desliza de mis labios sin que lo pueda evitar.—No soy nadie para juzgar las razones que hayas tenido para hacerlo, se considera traición, pero no es por eso por lo que estoy enfadado.—¿Entonces qué es?—El que las dos personas a las que consideraba amigas, me han estado m
BASIL—¡Boss, su madre y su tío lo están esperando en la fortaleza! —me dice uno de mis hombres.El ruido del helicóptero hace que la cabeza me estalle, las heridas que me sangran no se comparan con lo ardido que estoy, dejar a Mía en Italia, por culpa de su padre, es algo que me lo va a pagar Lucian Bennett, muy caro.Donovan y yo subimos al auto que nos espera, en cuanto cierro la puerta, él se comunica con sus Voyevikis.—Me parece que, de esta, no vas a escapar —argumenta de mal humor.—No pienso casarme con Nicola Campbell, mucho menos follar a Lorena.—Dudo que tengas que preocuparte por Lorena, pero de Nicola, no estoy seguro, con todo lo que ha pasado en Italia, tu madre y tu tío, ya deben estar enterados de lo que pasó, sin contar que pareces hecho mierda, solo atisbaste su rabia y rencor contra los italianos.—Al final del día, yo soy el Boss, yo decido, yo elijo.No decimos nada más, llegando a la fortaleza, me voy directo al despacho, en donde mi tío no hace más que camina