MÍAIncómodo. Esto es lo que roza estar al lado de Bill Grant, es que no puedo tener un solo respiro, desde que llegué, mi vida ha sido un completo caos, no solo por el hecho de que esté a punto de casarme con quien es mi jefe y ceo de la empresa en la que sigo trabajando, tampoco el que Lance me mire con odio y que nos estemos encontrando seguido, tampoco el hecho de que ahora mismo me encuentre frente a frente con el padre. Acepté venir solo porque insistió, y porque no tengo nada mejor que hacer hasta que Basil me llame. Me remuevo incómoda sobre mi asiento mientras él se encarga de pedir la comida a la mesera. —Eso es todo —le dice entregando la carta del menú. La chica le sonríe con coqueta actuación y me da náuseas, es decir, Bill sigue siendo un hombre atractivo, pero… al parecer le gustan muy mayores a la chica. —Enseguida le traigo su comida, con permiso. La chica ni siquiera hace el esfuerzo por ser amable y mirarme, todo lo contrario, se marcha y quisiera decirle que p
MÍAObservo como el servicio sirve los platos correspondientes, quisiera decir que me siento bien con esto, pero no es así, en especial cuando Alisa y Lance están sentados delante de mí, mientras que Basil se encuentra a mi lado, ignorando a su sobrino pero enfocado en silencio en su padre, quien a su vez nos mira a los dos como si fuéramos la cosa más extraña del mundo. —Creo que hacen una hermosa pareja —es Alisa quien rompe el silencio—. Si me permite decirlo, señor director. Se dirige hacia Basil, cree que no me di cuenta cuando ella se bajó más la blusa del escote, es una mujer que solo intenta provocar ahora a Basil. Espero que no sea tan tonto como su sobrino como para caer en sus garras. Basil se le queda viendo unos segundos antes de responder. —Gracias, ¿quién dices que eres? —su tono es tan gélido, que hace que un escalofrío recorra mi espina dorsal. Alisa se acomoda en su asiento como si no fuera suficiente, hace a un lado su cabello y carraspea. —Mi nombre es Alisa
MÍATrago grueso, no puedo creer que me esté pasando esto a mí, es decir, quisiera estar dentro de una pesadilla pero no es así, intento removerme, sin embargo, al hacerlo, Basil refuerza su agarre pegándome más a su cuerpo, por lo que mi espalda choca contra su pecho. Remojo mis labios como si estuviera sedienta, respiro profundo hasta que me tranquilizo y es cuando noto algo duro golpeando mi trasero. —Basil —susurro.No obtengo respuesta. —Basil —aumento mi tono de voz. Cansada y sintiendo que poco a poco me quedo sin aire, tomo una fuerte bocanada de aire. —Basil.—Mía.Su voz ronca me da escalofríos, su agarre se afloja y supongo que es porque se ha despertado. —Basil, suelta… Su agarre vuelve a ser fuerte, me siento aprisionada. —Basil… Sabiendo que está despierto, ahora soy yo la que intenta soltarse de su agarre, y lo logro, hasta que él poco a poco me libera, o al menos eso es lo que creo, ya que enseguidame gira y pese a estar a oscuras, puedo distinguir su rostro e
MÍAEspero paciente a las afueras de la oficina en donde nos casaron, al parecer, Basil tenía algo que hacer o algo de qué hablar con el juez que nos caso, camino de un lado a otro con la mirada perdida, esto debería de ser suficiente para hablar con el abogado de papá y que me entregue la herencia, el problema es que esto es en secreto, el mundo entero tiene que seguir pensando que apenas nos vamos a casar. Por lo que no es una opción viable y queda totalmente descartado, respiro con profundidad, Basil no me lo había comentado, pero sé que mañana es la fiesta de compromiso, y según sus nervios, el fin de semana quiere que nos casemos por la iglesia, cosa que piensa anunciar mañana por la noche a todos los invitados. Me muerdo el labio inferior, aun no estoy muy segura de que casarnos por las leyes divinas sea lo correcto, en especial porque siento que será más difícil separarnos en un futuro, por el asunto del papeleo y todo. La puerta se abre de pronto, y sale Basil con el mismo
MÍAEn cuanto digo su nombre, el aire colapsa en mis pulmones, no puedo creer que me encuentre en esta situación, Basil no me suelta, al contrario, ajusta más su agarre contra mi cintura, Alisa llega detrás de Lance, como siempre, y nos mira de hito en hito, esperando seguro una discusión. —¿Se te ofrece algo, sobrino? —es Basil quien rompe el silencio. Noto como tensa la mandíbula mi ex. —Sí, quiero saber cómo es que ahora todos los proyectos han quedado a cargo de… —me mira con rabia, como si pronunciar mi nombre fuera una blasfemia—. Mía Bennett. Rechina los dientes y no sé qué es más gracioso, si el que Lance esté haciendo una clase de berrinche, o de que Alisa pareciera tan sorprendida y ardida por lo mismo. —Ella no tiene experiencia —espeta Lance. Siempre haciendo menos mi trabajo y esfuerzo. —¿En serio? —Basil me suelta, toma mi mano y nos vamos directo a su oficina. En donde entramos, Lance y su amante también, perdón, su secretaria, la puerta se cierra y enseguida Ba
BASILUNA HORA ANTES. Mi polla se endurece con el solo recuerdo del sabor y la suavidad del coño de Mía Bennett, esa mujer se ha metido muy por debajo de mi piel sin que lo haya planeado, cometí el error de llamarla Portia, algo que me pesa no solo en los hombros, sino, en el pecho. No pienso cometer los mismos errores, y puede que al principio hice esto con fines egoístas, en especial porque la investigué. No, no es Portia, no se parecen en nada, son dos polos opuestos pese al gran parecido que tienen las dos, y ahora, puede que me esté comportando como el hijo de puta más grande de la historia, al tenerla solo para mí, al quererla solo para mí, pero no me importa, ella es mía, tiene que serlo, no es por el contrato, debe estar mal si piensa que la dejaré ir. Muevo el cuello con estrés, su piel, su sabor, el sonido de sus gemidos, él cómo decía mi nombre mientras tocaba su orgasmo, sentir su coño estrecho, quiero partirla, quiero abrirla en dos, algo me dice que la polla de mi sob
MÍAMINUTOS ANTES… Cuando Lance se me viene encima, todo parece estar en cámara lenta, al principio pensé que solo se trataba de un sucio juego de mi mente, pero después, supe que no era así, esto de verdad estaba pasando. —¡Suéltame! —intento alejarlo. Empujo su duro pecho pero este apenas y se mueve, siento que me estremezco de un modo que jamás creí posible, pero lo hago. —No creí que fueras una zorra tan astuta, Mía —brama tirando de mi cabello con una fuerza tan descomunal, que siento que me va a arrancar el cuero cabelludo. —Lance, déjame en paz —hay un nuevo intento porque entre en razón. Sin embargo, lo veo, la oscuridad retorcida en su mirada, esa que por un segundo me congela, tira con más fuerza y me duele la cabeza, así como todas mis extremidades. —Pudiste haber arruinado mis planes, pero no voy a dejar que él tenga la gloria por completo. —Qué… qué quieres decir con eso… Mi garganta se siente seca, rasposa, deseo que venga cualquier persona, quien sea que me pue
MÍALos labios de Basil se estampan de manera brutal contra los míos, me cuesta respirar, e incluso procesar lo que está pasando, mi mente se pone como una hoja en blanco hasta que recuerdo que esto no puede estar pasando, no le tengo miedo, pero es una locura. —Basil —logro articular entre besos. No me suelta. —Esto pasó porque aún no te he reclamado —brama besando ahora mi cuello. A diferencia de con Lance, esto se siente bien, demasiado bien, me excita de un modo que no creo capaz luego de un intento de violación, creí que estaría aturdida, pero no lo estoy, mucho menos cuando sus manos comienzan a recorrer mis caderas hasta llegar a mis nalgas, ahí las estruja. —Necesito marcarte para que nadie se te acerque —me dice al oído. —¿Qué quieres decir con eso? —jadeo.El agua caliente empapa nuestros cuerpos desnudos, haciendo que sienta la dureza de su erección golpeando mi vientre bajo. —Que eres mi esposa, ahora tienes que ser mi mujer —dice apagando la regadera. El agua deja