MÍABasil no ha dejado de follarme, me ha hecho suya en posiciones que jamás hubiera imaginado, me duele todo el cuerpo, me sorprende la cantidad de orgasmos que me ha hecho sentir y que me han dejado agotada. —Quiero que te quites esa idea de la cabeza —dice.Encima de mí, mientras su dura polla me perfora la matriz, mis piernas están tan abiertas para recibirlo. Nuestros cuerpos desnudos, tan cerca el uno del otro, como si quisieran fundirse de verdad en uno solo. —Ya no amo a Portia. Frunzo el ceño.—Lo digo en serio, lo que viste en el balcón, no fue real, fue por la impresión de saber que todo este tiempo estuvo viva, pero nunca saliste de mi mente —confiesa sin moverse, haciendo un poco incómoda la experiencia. —No tienes que darme explicaciones. —Lo hago porque eres mi esposa y quiero. Me siento agotada. —Basil, creo que lo mejor es que te muevas… —Intentemos esto en serio. —El qué. —Tú y yo, en serio, intentemos esto en serio, quiero que te entregues a mí por complet
MÍA—¿Ahora lo ves, Mía? Me quedo sin aliento, Dimitri parece divertido con su demostración, mientras que mis ojos no dejan de enfocar a Basil, cargando en brazos a Portia. —Llegas tarde —le dice ella con voz quebrada, apenas y se puede sostener de pie. —Lo siento —responde él, atento y con los ojos sobre mí. Dimitri se aparta y niega con la cabeza. —Basil acaba de demostrar que Portia siempre estará antes que tú, si esta fuera una situación real, estarías muerta y ella viva, ¿qué se siente que solo seas una salida fácil para el Boss? —¡Silencio! —grita Basil tratando de hacer contacto visual conmigo—. Mía, mírame. Dimitri se sigue riendo. —Mía.Dimitri Sokolov puede ser un hijo de perra, pero en esto tiene razón, un nudo se forma en mi garganta al tiempo que el tipo que me sostenía, me suelta. Todo pasó demasiado rápido como para que Akin y los otros pudieran reaccionar. —Esto es lo que pasa y te espera al lado de mi sobrino —Dimitri me sonríe—. Debiste haberte quedado en It
BASIL —Te amo, nunca he dejado de hacerlo, Basil. Repite Portia, me quedo callado, cuando me doy cuenta del peso de sus palabras, me alejo, provocando que frunza el ceño. —¿Sucede algo malo? —me pregunta, aún sabiendo la respuesta. —Estoy casado —digo lento. —Solo te casaste con Mía Bennett, por su parecido conmigo —arguye con demasiada facilidad. —No es así. —No me puedes mentir a mí ¿recuerdas? Te conozco mejor que nadie, sé cuando mientes y cuándo no, no amas a esa mujer, tampoco… —Las cosas han cambiado. Mi seguridad vuelve, hay veces en las que todo eso se tambales frente a Portia, el pasado vuelve y es lo más parecido a estar viviendo en aquella época, no obstante, nada es real ya. —Al principio sí, cuando la vi pensé que eras tu, pero rápidamente me di cuenta de que son polos opuestos. —Nunca nadie me va a sustituir. Asiento. —Me he enamorado de Mía, por eso me casé con ella, porque la sola idea de soportar a alguien más cerca de ella, o formando parte
MÍASé lo que Basil está haciendo, y eso es marcar su territorio, cree que no me di cuenta de la mirada asesina que le envió a Luis, un buen vecino que se ofreció a ayudarme con las compras, fue amable y necesitaba ayuda. Pero ahora, pensando mejor las cosas, quiero que se marche corriendo, quiero que desaparezca de la atención de Basil. Cuando rompo el beso, molesta con él y por todo lo que ha pasado entre los dos desde que llegamos a Rusia, me aparto de mala gana. —Muchas gracias por ayudar a mi esposa —le dice a Luis, quitándole las bolsas—. Yo me encargo desde aquí. El pobre Luis asiente, me mira y sonríe. —Hasta luego, Mía, nos veremos después. —Muchas gracias…Basil tira de mi brazo y me lleva arrastrando hasta la puerta de la habitación que alquilé. La puerta se cierra a mis espaldas y me voy directo a la mesilla de centro, dejando ahí las bolsas que sostenía en la mano. —¿Cómo es que me encontraste? —inquiero con molestia. —Siempre lo haré, mejor, cuéntame por qué mierd
MÍALo supe desde el principio, cuando le pedí a Basil que me prometiera que no dejaría que su pasado con Portia se pusiera entre nosotros, una parte de mí, la más desconfiada, estaba segura del resultado, este mismo, solo le bastó a ella chasquear los dedos para que Basil le prestara atención. —¿Qué haces aquí? —le pregunta Basil. Los ojos de Portia se enfocan en mí, pasando por un denso recorrido hasta llegar a la unión de mis manos con las de él, no hace ningún gesto, es como una hoja en blanco, tan difícil de leer. —Necesitaba hablar contigo —ella vuelve a anclar la atención en Basil, da un paso en falso y se tambalea. Puedo sentir cómo Basil por impulso, sin pensarlo, da un paso adelante, aunque se detiene cuando intento soltarme de él. —Dejé órdenes de que te quedaras en la fortaleza principal —parece que él recupera su voz. Portia frunce el ceño. —Viktoria me ha corrido, Dimitri está ahí, por lo que ni siquiera se inmutó cuando le pedí que me trajeran a nuestro hogar. E
BASILLo vi en su mirada, la herida, el dolor, el sentimiento muerto, Mía me quiere lejos de ella y eso me mata, el maldito beso que Portia me dio solo sirvió para alejarme de la madre de mi hijo, y ahora, siento que se me está deslizando de las manos. —Basil. Levanto la mirada, jamás creí que llegaría a odiar tanto a Portia, Mía está afuera, esperando, se niega a entrar, tomo mi móvil, el cual he dejado sobre el escritorio y lo lanzo contra la pared. —Oye… En menos de dos segundos tengo rodeado su cuello con una mano. Empleo la fuerza que está fuera de mi control, porque en estos momentos es la persona que más quiero matar. —No te atrevas a interponer entre Mía y yo, no me provoques —ajusto más mi agarre, tanto, que estoy seguro de que le corto el suministro de aire—. Mía es mi esposa, mi mujer y la madre de mis hijos, no la miras, no la tocas, ni siquiera te atrevas a idear un plan para que yo la deje, porque eso no va a suceder. Los ojos de Portia se abren desmesurados debido
MÍA Basil camina de un lado a otro, no deja de hablar por teléfono en ruso, mientras el doctor con su asistente, me terminan de tomar la presión, la cabeza me duele, no puedo creer que apenas hayamos pisado la nueva casa, y ya esté hecha cenizas, lo poco que alcancé a escuchar al despertar, fue que al parecer fueron los Calabria, una organización secreta en la que estaba Portia. Pensar en ella solo hace que mi estado se desmejore, Basil no lo vio, pero yo si, la manera en la que ella lo veía, con cierto triunfo, me miraba como si estuviera segura de que el destino de Basil y el mío, sea no estar juntos, y bueno, puede que no esté tan errada como creemos, a estas alturas, pienso lo mismo. Tengo que recordarme que estoy aquí por mi bebé, y porque regresar a Italia cuando mi padre se ha comportado de un modo estratégico y gélido conmigo, no es una opción. —Todo está bien, señora Sokolov. La voz del doctor me saca de mi ensimismamiento. —¿Por qué me he desmayado? Basil mencionó
MÍALas cosas no siempre funcionan como pensaba, eso lo supe desde qué era una niña. Toda mi vida, nunca he tenido algo a lo que llamar como mío, hasta ahora, que estoy embarazada, desciendo mi mirada hacia mi vientre aún plano, saber que en este espacio tan pequeño, está siendo ocupado por alguien, parece demasiado irreal. Miro a mi alrededor, no me gustan los hospitales, después de que Portia volviera a dar su vida por salvar la de Basil, vinimos hasta aquí, a uno de los mejores hospitales privados en Rusia, aun recuerdo que hace dos horas llegó acelerado, con los ojos casi desorbitados y el miedo palpable en su sistema, exudando rabia y hablando con desesperación para que atendieran a Portia. Todo el tiempo la cargó en brazos, no hubo un solo momento en el que se acordara de mí, más que solo para decirle a Akin, que estuviera pendiente de mí, que no se despegara de mí en un solo momento y que lo siguiéramos, fue todo.Ni una sola mirada, una palabra, nada, ni porque estoy esperan