Capítulo120
Isabella y Estrella estaban sentadas junto a una pequeña hoguera, calentándose las manos al fuego. Isabella se humedeció los labios agrietados y preguntó:

—¿Tienes alguna prueba de que ella esté entre las tropas que se retiran hacia los Pastizales?

—No, ninguna —respondió Theobald, —Pero cuando comenzó la batalla, la vi persiguiendo a un grupo de soldados enemigos, y desde entonces no he tenido noticia alguna de su paradero.

Estrella, con tono irónico intervino:

—Entonces, ¿por qué no echas un buen vistazo a todos los cadáveres esparcidos por la ciudad? Tal vez la encuentres entre ellos.

—Ella no está muerta —replicó Theobald, con una chispa de ira en sus ojos. —No la maldigas. Somos del mismo ejército, ¿cómo puedes desear la muerte de tu propia compañera?

Estrella levantó la mano y bufó:

—La batalla ya terminó, y yo no tengo intención de seguir siendo soldado. No me cuentes entre sus compañeras. Ella no lo merece.

Theobald, enfurecido, prefirió no seguir discutiendo con ella. Se giró
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