Nefer se vio atacada de pronto por los labios del dios que chuparon su boca con ansias, pero no con desespero. Aun así, ella puso sus manos sobre su pecho y lo empujó hacia atrás para separarse solo unos milímetros.
-Te dije que no lo haríamos- le protestó seduciendo su cabeza.
-¿Ni siquiera un beso cachorra? Ni que te fuera a comer- él sonrió de lado pícaramente, aunque Nefer podía jurar que la estaba engañando con esos ojos de cachorro pidiendo algo.
-Como si no te conociera, maldito dios calenturiento, empiezas por un beso y terminas literal devorándome. Y no- ella se mantuvo firme, aunque sus brazos habían perdido su fuerza para mantenerlo alejado. Era como si su mismo cuerpo buscara volver a sentir se tan bien como cuando estaba con el dios, desnudos y gimiendo.
Anubis se dio cuenta de ello.
-Dile eso a tu cuerpo mi amor- recorrió la
El dios a pesar de que no quería dejar las cosas así al final se rindió y se inclinó para dejarle un beso en su frente.-Como diga mi cachorra, pero a cambio te voy a devorar completa- se relamió de forma obscena y antes de que ella pudiera protestarle nuevamente la agarró de los hombros y la giró boca abajo- Upa- dijo con una sonrisa.Y de estar viendo el rostro excitado del dios, Nefer ahora estaba contra la cama. Vio como el dios estiraba un brazo por encima de ella y le tendía una almohada.-Ya que no deseas gritar que es lo que pretendo será mejor que la muerdas- le murmuró contra su oído dejándole sentir el grosor de su erección entre sus nalgas.Y Nefer supo que Anubis hablaba en serio. Sobre todo, cuando la agarró de la cadera y se la alzó.-Abre las piernas par amor. Voy a comerte- le dijo el dios besando uno de sus glúteos.
Hamil sentía la atmósfera tensa del Imperio. La amenaza se sentía a kilómetros de distancia. Su mayor enemigo estaba cerca y la seguridad que el Orbe Celestial les brindaba se estaba desvaneciendo.En las fronteras, las tropas enemigas se aglomeraban poco a poco y la esencia asesina se sentía desde lejos. Realmente daba miedo. Se sentía intimidada a pesar de haber sido entrenada para matar.No había visto a Nastet en dos días, desde que había ido a verificar la situación y se estaba preocupando.Su maestro era el guardián de las puertas del Imperio y de las fronteras, maldición que pesaba en sus hombros desde hace miles de año. Condenado a volverse una bestia fatídica en vez de una glamurosa figura mística, con una máscara que ocultaba un rostro que nunca mostraba. Sentía angustia por su maestro, si solo pudiera liberar algún castigo sobr
Nefer había pasado toda la tarde rompiéndose la cabeza con que le compraría a Anubis. Su chucho le había regalado una manilla y ella había caído en la cuenta que nunca le había dado nada. Además de sexo no era que ella pudiera dar mucho tampoco, en lo que se refería a lo material. Así que quien mejor para resolver esa encrucijada que Tiara.Ahora estaban las dos de aquí para allá visitando las diferentes tiendas buscando algún regalo bajo las recomendaciones por parte de la rubia.A su espalda podía escuchar al dios protestar cada vez que desaparecían entre el tumulto de personas en algún local. Seguro que no pelearía tanto si supiera que todo eso lo estaban haciendo pensando en él. Por supuesto, la exigente y tirana de Tiara lo había hecho cargar más de lo planeado, alegando que necesitaba algunas cosas para la casa, pero aú
-¿Están bien?- Anubis preguntó con la respiración acelerada por encima de su hombro, y con cada músculo de la espalda marcándose bajo la camisa mancha de sangre y algo desgarrada.Las chicas asintieron con alivio, sobre todo Nefer. El sentimiento de seguridad que recorrió a Nefer fue indescriptible. Saber que estaba a salvo detrás del chacal le sacó una sonrisa, más no con Horus cerca. Se estremeció solo de ver su rostro y de recordar todo lo que había pasado a su lado y por culpa de él.El serpa que había sido agredido se levantó y se sacudió el cuerpo de su compañero muerto sobre él, quitándoselo de arriba y soltando un gruñido que le heló la sangre a las dos más jóvenes. Tanto Anubis como Horus se pusieron en alerta y prestaron su atención al agresor.En la mano de Horus se materializó A
Ese era el mejor momento para discutir. Pensó irónicamente Nefer mientras los dos dioses, ante ella, comenzaban una acalorada disputa de quien la cargaría para salir de allí rápidamente. A patitas, la sombra los alcanzaría, así que habría que usar ciertos poderes divinos para escapar, aun si estaba en contra de las leyes.El único pequeño problema que la tenía nervioso era esa misma sombra, que se acercaba a ellos con una velocidad bastante preocupante.-Ni se te ocurra ponerle un dedo encima Horus- Anubis parecía soltar su rabia por cada poro de su piel.-Tienes las manos llenas, un empujoncillo no vendría mal- Y Horus por su parte se mantenía inquebrantable con sus nervios de acero.Nefer pateó la acera restregándose el pelo. Sino fuera porque los hombres le sacaban más de medio metro les hubiera dado un sopapo por la cabeza. Ya la ten&
Anubis abrazó fuerte contra su pecho el cuerpo de Nefer mientras caía por un vacío directamente hasta que sintió que el suelo se precipitaba bajo ellos ya aterrizó sobre sus rodillas en una superficie irregular. Abrió los ojos con vacilación sin comprender mucho lo que había ocurrido y los sucesos volaron en su memoria muy rápidamente. La pared de sombra, la luz en su espalda, la mano que lo atraía y después...Y ahora esta sensación. La perfecta en esta ocasión. No había dudas. Habían llegado al Imperio.Miró a Nefer que se frotaba los ojos con dificultad. A su lado oyó a Horus rechinar los dientes. En sus brazos aún estaba Tiara que parecía algo más recompuesta que antes.-Este lugar es…- Nefer se desenrolló de sus brazos y se incorporó tambaleante, mirando a todos lados. Reconocía vagamen
Nefer tuvo que aguantarse del brazo de Anubis para no caer de nalgas de la impresión o del susto, ya ni sabía. Apretó fuerte la piel del dios que la hizo mirarla, aun cuando este mismo no salía de su asombro.-Anubis, fue ella- Nefer tragó sonoramente y los recuerdos de antes de ser expulsada del Imperior vinieron a ella -Ella fue la que me dijo todo aquello sobre ti y tu relación y fue la que me empujó en el estanque del Orbe- se estremeció cuando por reflejo su piel sintió la desagradable sensación de la sangre espesa sobre si. Aun si solo era un recuerdo.El dios tardó unos segundo en procesar la información para después no evitsr sacar sus dientes y gruñir convirtiendo su cuerpo a su aspecto real en su totalidad en menos de un segundo. Con un ágil movimiento y sin hacerle saño a Nefer pero sumido en la rabia se soltó de ella y saltó en
Nefer miraba anonadada de Anubis al nuevo dios buscando las similitudes físicas y allí estaban, el dios no mentía con sus palabras.Quizás el cabello de Anubis tenía dos tonos pero el más oscuro era similar al de quien se hacía llamr su padre. Y esos ojos, por dios, eran los mismos. Oscuros, profundos, solo que los de Anubis eran más… gentiles.El chacal agarró bruscamente su muñeca y la volvió a poner detrás de su espalda, quería mantenerla cubierta del nuevo invitado, lo más que podía. Sabía las consecuencias de que su pareja cayera en manos equivocadas, y las de su padre cumplían ese papel con creces.Los dedos grandes apretaron sin consuelo los delgados músculos inconscientemente y Nefer ocultó un lamento de dolor, no debía alarmar al dios con nimiedades, no ahora. De seguro tendría hematomas, ya despu&