Esa voz. Aun cuando era fría y cortante, era la voz de él, de la persona que tanto había esperado. Levantó la mirada para enfocar su rostro con las lágrimas amenazando con salir, no sabía si por el alivio de que no fuera otro o por lo fuerte que la sostenía. Allí estaba Anubis, delante de ella. Tocándola, mirándola tan profundamente que intimidaba. No era un sueño, ni su imaginación jugándole una mala pasada. Estaba allí, en carne y hueso.
Con un ágil movimiento Nefer se encontró con su cuerpo entre la fría y desgastada pared y aquel cuerpo que incluso bajo la lluvia no había perdido su calor. Agarraba sus muñecas por encima de su cabeza
Si estar muerto de sentía así, no sabía de porque la gente le tenía miedo pasar al otro mundo, porque terrible no era precisamente la palabra para describir la sensación que la envolvía. Aunque bueno, ella nunca fue de oro, hizo algunas cosas no tan convencionales, sobre todo para sobrevivir, aunque por lo visto todos, al final, iban al mismo lugar. No tenía quejas. Estaba más cómoda que la mayor parte de su vida. Su cuerpo no dolía, no tenía problemas para respirar, estaba cálido y refrescante a la vez. Se sentía realmente bien.Nefer abrió los ojos poco a poco dejando que se acostumbraran a la tenue luz del lugar. Pues al parecer no, no estaba muerta. Estaba vivita y col
Abubis descendió por su cuello besando el lugar donde el pulso se volvía más frenético. Quería morder la piel, marcarla, pero ahora no era el momento. Con su peso dejó acostado a la chica sobre la baldosa mojada y dirigió los delgados muslos para que le abrazaran la cintura. La fricción que se generó entre su miembro y los labios de su interior que ya se encontraban húmedos e hinchados los hizo gemir a los dos.Volvió a tomar sus labios e insertó la lengua lo más profunda que pudo mientras con las unas de sus dedos rozó uno de los pezones de Nefer mientras su mano acunaba el suave seno -Parece feliz o gran Ra- La voz de su acompañante sacó de sus pensamientos al dios regente.Levantó la mirada de su tablero para admirar a la diosa menor mientras hacía elegantes acrobacias con las espadas de entrenamiento.-Pues esto se está volviendo interesante- el líder sonrió de lado de forma extraña. Había un brillo exótico en sus orbesLa menor se detuvo y lo miró dudosa. Nadie a parte de Ra era capaz de leer el tablero del Cielo, su joya más preciada.Mi sádico dios
Nefer se rompía la cabeza dándole vueltas a sus pensamientos. Amarrarlo, no, eso no funcionaría, él era muy fuerte y rompería las ataduras. Torturarlo sexualmente por más de una hora sin dejarlo culminar, eso podía funcionar pero sabía que el dios la seduciría y todo se iría a la basura. Morderlo como lo había hecho en el cuello, tampoco funcionaría, el muy maldito cicatrizaba muy rápido.Unos brazos la rodearon y la atrajeron hacia el sólido cuerpo.-No me entretengas Anubis, estoy pensando- regañó al dios que la miró con una inmensa son
Nefer se escondió detrás de la ancha espalda de Anubis mirando solo por el costado del brazo al nuevo inquilino y se sorprendió casi cayendo de nalgas de la impresión. Había visto a la tal esfinge en su forma original. Sabía que solo usaban su forma humana por comodidad o para rituales, pero tener la imagen real de ellos delante era un poco chocante.A pesar de haber estado con Horus un tiempo en el Imperio, nunca había visto su forma de dios y era más que impresionante, intimidante para ser exactos.Su cuerpo había aumentado de masa muscular, al igual que la altura hasta llegar a los dos metros y medios. Su piel normalmente pálida ahora tenía una coloración cercana al oro viejo y resplandecía con las ondas del agua en sus pies. Las grandes alas en su espalda parecían hechas de diversos metales y cristal donde la luz traspasaba, y su cabeza. Eso era lo más impresion
Nefer miraba de un lado a otro con los ojos desbordados sin comprender nada. Aunque había una cosa que estaba clara. Quien fuera aquella persona estaba muy por encima de Anubis, tanto que ella podía sentir su poder invadiendo el destruido cuarto de baño. El hombre se giró y la recorrió desde la punta de la cabeza hasta el final de sus piernas enrojecidas.Sintió un estremecimiento y comenzó a arrastrarse como podía hacia atrás obviando el dolor.-Quieta- le ordenó y ella solo pudo obedecer cuando sus brazos se quedaron inmóviles, no por el efecto nulo de sus palabras, sino por el miedo que le infundía- Así que tú eres la razón por la que estos inmaduros dioses están peleando. Me esperaba algo mucho mejor la verdad-Nefer se encontró en una encrucijada con solo unas pocas palabras. No supo si defender a Anubis por el insulto o sentirse ofendida p
Nefer vio el reflejo de la espada brillar sobre ella y por segunda vez la vida pasó ante sus ojos, como que se estaba volviendo costumbre, una muy desagradable. No le daba tiempo a retroceder, a escapar, una sola imagen lo invadió demostrándole quien era dueño de todos sus pensamientos.Otra vez.Anubis.Mencionó su nombre, esperando lo peor, cuando unos brazos rodearon su cintura y la alzaron esquivando la espada que impactó en la piedra del suelo agrietándola.Los ojos de Nefer se abrieron al sentir el contacto del suave y oscuro pelaje contra su piel. Y ahogando un jadeo de alivio abrazó el grueso cuello que apenas sus brazos cubrían y enterró el rostro.Sintió el cuerpo mayor gruñir y tensarse mientras la sostenía contra él con tanta fuerza que sabría que le dejaría marcas, pero no le importaba, con tal de sentirse protegi
Si aquella no era la situación más incómoda de la vida, estaba cerca de serlo.Nefer apenas podía acomodarse sobre los cojines en el piso, delante de la mesa con innumerables platos. Y la peor parte era la mirada de Ra frente de ella analizando cada uno de sus movimientos. Anubis estaba a su lado aunque no era suficiente para calmar su nerviosismo, algo le daba buena espina.-Come- Ra le ordenaba a cada rato. Y aunque le costaba reconocerlo lo necesitaba, estaba famélica y con un hambre que se comería todo aquello, sino fuera porque sus tripas se retorcían peligrosamente. Todo fuera mejor si los ojos de los dioses no estuvieran sobre si como ágilas.Sintió la mano de Anubis en su espalda baja a pesar de no perder de vista a Ra. Deseaba estar en otro lugar, más tranquilo, al lado del dios. Porque las cosas siempre eran tan complicadas en su vida amorosa.Cogió algo del plato que no