II

PUNTO DE VISTA DE AYLA

Violet volvió a su habitación, yo permanecí un momento en la cocina en silencio. Ya el helado se había acabado. Llevé la copa al lavavajillas y salí un momento de la casa de la manada. El aire del mar estaba fresco, la luz del sol aún no se lograba vislumbrar y el sonido de las olas lograba tranquilizar en parte mi mente, sin embargo, mi corazón estaba inquieto.

Traje a mi mente la conversación de hace unas horas con Lucien. 

Flash Back

- Cariño… Helena ya está dormida - Lucien susurró a mi oído. 

Me encontraba recostada en la cama junto a Helena, en su habitación de princesa, esperando a que conciliara el sueño profundo; ya lo había logrado hace varios minutos, sin embargo, me quedé ensimismada mirando su rostro, no lograba hacerme a la idea de que mi tiempo como mamá de una pequeña niña había sido tan corto. Helena apenas había cumplido los seis años, sin embargo, lucía como una adolescente. Mi pequeña de ojos verdes y cabello de arcoíris, se estaba transformando en una jovencita a pasos agigantados, sin poder tener control alguno de ello. Su magia crece más rápido de lo que logra controlarla y yo no puedo ayudarla. Además de tener la presión constante de sentir que alguien puede estar tras nuestros pasos y no poder resolver lo que ha pasado con mis poderes… y mi loba. Una lágrima se escapó de mi ojo, la cual sequé casi instantáneamente, para evitar que Lucien viera mi pesar.

Me levanté de la cama con cautela para evitar que se despertara Helena y salí de la habitación. Afuera me esperaba Lucien, con una sonrisa, yo le sonreí de vuelta, intentando ser lo más convincente posible.

Tomó mi mano con suavidad y me condujo hasta la habitación. Me abrazó y besó con devoción e intensidad. 

- Te amo, Ayla.

- … - Le sonreí - Te amo, Lucien.

- Sé que estás pasando por mucho y tienes muchas cosas en tu cabeza. Puedes confiar en mí, cariño.

- No quisiera abrumarte con mis pensamientos, Lucien. Además… no creo que te gustara saber lo que estoy pensando.

- ¿Por qué no intentas averiguarlo? ¿Qué tan malo puede pasar? Enojarnos, pelear y tener una buena sesión de sexo de reconciliación - bromeó.

- Estoy hablando en serio - le dije sonriendo divertida. 

Me abrazó por la cintura y me llevó a la banqueta junto a la cama, para que nos sentásemos. Luego me miró con sus hermosos ojos verdes, al verlo así, pensé en mi hija Helena, mirándome y mi corazón se rompió. 

- Tengo muchas cosas en mi corazón, Lucien. Siento una gran carga por lo que ha ocurrido con Helena, por lo que está pasando, por como no fuimos cautos con quien ingresó a nuestra casa, por Mina, por Darius… por Alira. 

- Tu loba… 

- Han pasado dos años y ella permanece dormida, Lucien. ¿Acaso puedes sentirla? ¿Puedes sentir nuestra conexión de pareja?

- Claro que sí… - Dijo, aunque la duda se agolpaba en sus ojos, respiró hondo como buscando en su interior - ¿Ves?, allí está. 

- No mientas… - dije, pero me interrumpió.

- … Y si aun así fuera. He decidido amarte. El amor que siente mi parte humana, supera cualquier conexión lobuna que la diosa de la Luna haya puesto o cortado entre nosotros. Alira ya despertará y volveremos a estar los cuatro. Liam sigue esperando a Alira, y no aceptará a nadie más.

Nos abrazamos, escuché su voz en mi cuello. 

- He estado pensando mucho en mi sirenita - dijo. Se refería a Helena - me siento impotente y muy responsable. Siento tanto que mis mañas del pasado hayan alcanzado a mi familia. Si tan solo hubiese sido un lobo decente y no me hubiese involucrado con Eve.

- No menciones a esa loba sarnosa… menos en nuestra habitación - dije suavemente - las cosas del pasado allí deben quedarse. Ella es solo una mosca que decidió venir a ensuciar nuestra vida, después de tener sus patas metidas en la mie… - Lucien me tapó la boca para evitar que terminara de decir mis palabrotas. 

- No ensucies tu boca por ella, mi amor. No lo vale - dijo. Miró al suelo e inhaló profundamente, como queriendo darse valor - he pensado mucho en Helena. Siento que jamás estará segura, estando aquí con nosotros, siempre tendremos el miedo de que alguien la vigile o quiera dañarla. Además, muy a nuestro pesar, ella es casi una jovencita ya, y no ha logrado desenvolverse en nuestra manada producto del miedo que sentimos de que algo pueda pasarle.

Comprendía sus palabras, que eran como puñales en mi corazón. Quizás lo que él pensaba era muy similar a lo que mi mente estaba urdiendo, en contra de los sentimientos de mi corazón.

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