IV

PUNTO DE VISTA DE AYLA

Besé a Lucien y tomé las manos de Violet, inhalando profundamente. No le permití a mi cerebro un espacio para dudar. Cerré los ojos y esperé que Violet hiciera su magia. Sin darme cuenta, ambas nos encontrábamos a las afueras de la manada Luna Granate. Nos acercamos caminando a los guardias que vigilaban la entrada. Me dirigí a ellos

- Buenos días - inicié -  estamos aquí para ver a Alfa Jacob. Soy Ayla, Alfa de la manada Luna Amatista y ella es Violet, mi hembra Beta. 

Los lobos al escuchar mi presentación se notaron desconcertados. Supongo que no es algo común que aparezca un Alfa en la frontera, desprovisto de un vehículo y, que además se trate de una hembra. Hasta el momento, no tengo conocimiento que ninguna manada sea dirigida por una hembra, además de Luna Amatista.

El lobo se quedó un momento de pie con la mirada perdida, supe de inmediato que se estaba comunicando por enlace mental. 

- Alfa Jacob enviará en seguida un vehículo para transportarlas hasta la casa de la manada - dijo

- Te lo agradezco, odiaría ensuciar mi vestido - dije en tono de broma.

Esperamos un corto tiempo y llegó un vehículo conducido por un lobo llamado Luke, Gamma de Luna Granate. Nos llevó en silencio hasta la casa de la manada. Violet me enlazó mentalmente.

<<Ayla… ¿Qué hacemos aquí? ¿Si tienes asuntos en esta manada, cómo es que no estaban enterados de que vendrías?>>

La miré y estaba a un segundo de contestarle, cuando Luke habló repentinamente.

- Bienvenidas Alfa Ayla y Beta Violet, nuestro Alfa, las espera en la oficina. Frente a ustedes está la casa de nuestra manada.

Siempre me sorprende conocer una nueva manada; y es que me llama mucho la atención, darme cuenta de lo distintos que podemos llegar a ser, a pesar de pertenecer a un mismo mundo. La manada Luna Granate, está ubicada entre las montañas, existe mucho verde y el aire es muy puro. Las edificaciones son todas de un estilo muy clásico y acogedor; me evocaba mucho al aire de nuestra cabaña secreta en la manada Luna Zafiro, aunque nuestra cabaña tenía un estilo incluso más moderno.

Nos bajamos del carro y nos dirigimos hacia la casa de la manada. Una loba de edad avanzada nos recibió en la puerta, tenía aspecto de ser la ama de llaves. Poco después nos encontramos de frente a la puerta del despacho de Alfa Jacob. La loba golpeó la puerta y en seguida se escuchó la voz respondiendo desde dentro de la habitación.

- Te lo agradezco Mariet, puedes irte. Alfa Ayla, adelante.

Abrimos la puerta y nos encontramos de frente con el gran escritorio - por supuesto, con un aire muy clásico - y con Alfa Jacob sentado junto a él, rellenando y firmando los últimos documentos. Nos mantuvimos un par de segundos en silencio, hasta cuando Alfa Jacob soltó, al fin, la pluma; y su mirada se enfocó en nosotras.

- Alfa Ayla, Que agradable sorpresa me llevé cuando me contactaron para dar la noticia de que te encontrabas en mi manada.

- Alfa Jacob. Mi hembra Beta Violet y yo, estamos muy agradecidas que nos des un tiempo en tu apretada agenda, para recibirnos.

- Faltaba más, Alfa Ayla. Jamás dejaría plantada a la loba más poderosa del mundo. Perdóname el no poder recibirte de una mejor forma.

Los ojos afables de Alfa Jacob me observaron con interés, queriendo saber el motivo de mi visita. 

- Alfa Jacob, las manadas Luna Granate y Luna Zafiro han sido aliadas desde que Lucien estuvo en el poder. Mi pareja tiene mucha confianza en que puedas ser de ayuda para nosotros en este momento.

- Desde luego. Alfa Lucien siempre fue un poderoso y sabio aliado y un lobo de convicciones. No puedo imaginar tener que dejar mi manada por seguir a mi pareja. Aunque, si tuviese tanta suerte como él la tuvo, supongo que no lo pensaría dos veces, antes de entregar incluso mi vida.

- Lucien es un gran lobo. - dije, con una sonrisa - Y tuvo que renunciar también a sus prejuicios, para estar conmigo; es lo que me hace confiar ciegamente en su opinión. Él ha dicho que eres el Alfa apropiado en quien podemos encomendar esta misión.

- Los prejuicios de Lucien - dijo pensativo - sí… era bien conocida su aversión por las lobas vurmitas. La diosa de la Luna tiende a ser muy caprichosa. Mi padre y yo jamás aspiramos poseer una vurmita, para alcanzar poder. Nuestra manada se caracteriza por desarrollar a los lobos en el arte de la lucha, desde muy pequeños. Nuestro poder no depende de una loba, sino de nosotros mismos. No tomaría jamás a una loba por pareja, que no sea aquella que la diosa predestinó para mí, ni siquiera si se tratase de una loba poderosa. Y mucho menos, contra su voluntad, como hacían los antiguos Alfas. Es por esto, que en la antigüedad, mi padre jamás hizo alianza con ninguna manada que hubiese mal usado los poderes de una loba mágica. Tal como dice Alfa Alan: las vurmitas son un don que se debe proteger y no sacar provecho de ellas - recordé a Alan, en el tiempo que nos conocimos. 

- Es por esto que estamos aquí, Alfa Jacob. Necesitamos de tu ayuda, para proteger a una vurmita. 

En aquel instante, Alfa Jacob comprendió la seriedad de nuestra visita. Podía percibir la mirada de Violet sobre mi, intentando descifrar lo que estaba a punto de hacer. Efectivamente, hace unas horas, cuando hablé con Violet, no le revelé mis intenciones al visitar al Alfa de la manada Luna Granate. La conversación y mis palabras en ese momento, deben haber conectado los cabos sueltos que Violet tenía en su cabeza con respecto al motivo de nuestra visita.

Alfa Jacob nos indicó con su mano, para que pudiésemos sentarnos y ponernos cómodas. Hasta ese momento, Violet y yo, aún permanecíamos cerca de la puerta, de pie. Nos acercamos y sentamos en las sillas frente al escritorio, en silencio, mientras Alfa Jacob se sentaba, con la mirada fija en una esquina, como si estuviese teniendo una conexión mental. En aquel lapsus, Violet me conectó también. 

<<Ayla, ¿Estás pensando en hacer lo que creo que harás?>>

Permanecí en silencio, sin responder.

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