ANASTASIALlegó el día, por fin, estoy terminando de firmar los documentos que le van a entregar la libertad a Luca para que pueda estar al lado del hombre que ama; Martín. La tinta se desliza con facilidad sobre el papel blanco hasta que finalmente terminamos. —Muy bien, señor y señora, ambos han quedado divorciados oficialmente —nos dice el juez—. Felicidades. Asiento y recibo con un inmenso cariño el abrazo que me da Luca. —Sabes que te amo, princesa —me susurra al oído—. Demasiado. —Y yo a ti —le doy un fuerte beso en la mejilla—. Fue un placer haber vivido esta aventura contigo, creo que no podría tener, jamás, mejor marido que tú. —Opino lo mismo —acuna mi mejilla con su mano—. El hombre que se case contigo, va a encontrarse con un verdadero tesoro. Mi corazón se infla de felicidad, porque tengo la sincera sospecha de que ya he encontrado a esa persona especial, nos volvemos a abrazar, Luca decidió que Martín se quedara, para evitar que el escándalo fuera más grande de lo
ANASTASIAMe quedo estática, observando cómo Jared la rodea por la cintura, la tiene tan pegada a su cuerpo que parece que quisiera que perteneciera a él como una segunda piel. Me estremezco, se supone que somos oficiales, o al menos eso es lo que pensaba. Ni siquiera escucho lo que dice su asistente a mis espaldas, hasta que Jared abre los ojos y se anclan en mí, es cuando rompe el encanto y se separa abruptamente de ella, la rubia de ojos verdes se gira y frunce el ceño cuando se percata de mi presencia. —Anastasia —dice Jared. Un nudo se forma en mi garganta, pero me niego a que me vea de un modo tan vulnerable, por lo que empujo el dolor que me pica como aguijón en el pecho, y uso la máscara de indiferencia que aprendí a usar desde que era una niña. —Jared —sonrío falsamente—. Me alegra verte de nuevo. Siento la interrupción. La rubia se cruza de brazos y me mira de arriba abajo. —¿Quién eres tú? —me pregunta, recargando todo su peso en el escritorio. —Yo… —Es una amiga,
JAREDMientras tomamos mesa en el lujoso restaurante que eligió Francia, mi cabeza no deja de dar vueltas en Anastasia, no sé qué le pasa, actúa como si le fuera infiel, como si fuéramos cosa seria, no lo somos, se lo dejé claro desde el principio, no soy un mentiroso, no juego, lo sabe, y, sin embargo, sentí algo cuando me vio besando a Francia. Vi en sus ojos lo rota que estaba, la desilusioné, el dolor era tan palpable, que lo sentí como mío propio, me hizo sentirme como un cabrón, puede que lo sea, tengo planeado hablar con ella más tarde. Ahora tengo que poner toda mi atención y energía en la rubia de ojos verdes que se encuentra frente a mí, Francia habla y habla de cosas a las que no le presto atención, solo me importa un tema que tratar, y es lo que Byron y su padre quieren que hagamos por el bien familiar, un acuerdo mutuo solo entre ellos. Uno del que no estaba enterado hasta hace poco, otra de las razones por las que me he mantenido a taya con Anastasia, esto me absorbe
ANASTASIATermino de beber el último trago, siento que el aire me sofoca, he bailado un par de canciones con Lizabetha, quien permanece bajo el escrutinio celoso de Baster, él la sigue a todas partes con la mirada, no hay una sola cosa que ella haga y que él no lo vea, y cuando los dos se miran, es como si un magnetismo animal se apoderara de ellos, eso sí que me da envidia de la buena. No puedo evitar desear que Jared sea así, pero eso poco a poco lo voy viendo lejos, y el pecho me sigue doliendo, ¿cuándo es que me volví tan vulnerable? Siempre he sido una mujer fuerte y decidida, pero es como si ese hijo de puta, me estuviera absorbiendo toda la energía y esa seguridad en la que me refugiaba, ahora se veía entre ruinas. La música está a todo volumen, Baster le dice algo al oído a Lizabetha, y esta le responde del mismo modo, luego mueve la mano para darle poca importancia a lo que sea que estén hablando, él le lanza una silenciosa amenaza y luego se pone de pie para perderse entr
ANASTASIANo creo estar soñando, o al menos eso es lo que me repito cuando veo que Jared saca a golpes al chico con el que estaba a punto de perder mi virginidad, no es que la considere lo más valioso que tengo, pero es algo, y me hubiera gustado entregársela a Jared, pero ese deseo cada vez es más lejano. Cierra la puerta a sus espaldas y me tambaleo un poco, pero logro recobrar el equilibrio al sentarme en una posición mejor sobre la superficie plana en la que me encuentro, luego sus ojos me comen viva, está tan enfadado que casi me convence de que soy importante para él, cuando no es así, ¿a quién quiero engañar? —¿Qué haces aquí? —logro articular. —Lo mismo debería preguntarte —replica en tono gélido—. ¿Qué mierda estabas haciendo? —Pues intentaba follar —blanqueo los ojos—. Hasta que interrumpiste, ¿qué haces aquí? Baster no dijo nada de invitarte, se supone que esta es noche de chicas. Se pasa una mano por el cabello al tiempo que camina de un lado a otro. —¿Follar? —le da
JAREDMe estoy comportando como un cretino, lo sé, soy un hijo de perra, pero es que no quiero renunciar a mi libertad, Nicola es quien necesita estar atado a alguien, encontró a su alma gemela; Bea, pero yo no quiero conocer a nadie, no quiero que alguien se sienta mi dueña. No va a pasar. Por eso tuve que ser cruel con ella, porque aunque la quiera, sé que nunca le voy a poder entregar lo que ella quiere, mi corazón, jamás voy a ser el hombre que ella desea que sea.Y soy egoísta, porque no la quiero con nadie, pero tampoco la puedo conservar, si tan solo fuera como Francia, aliviada, fresca… cuando termina la canción, regresamos a la mesa donde parece que Lizabetha se enfrasca en una discusión acalorada con Baster, quien a su vez solo asiente, la escucha y frunce el ceño cuando ella se da por vencida y cae sobre su asiento con los brazos cruzados, entrando en una batalla silenciosa de miradas. Me debato en sí, es buena idea irrumpir, tal vez sea porque él me avisó que Anastasia e
ANASTASIA Para cuando abro los ojos, siento como si me hubieran borrado media vida, al ver que me encuentro dentro de una habitación que apenas y reconozco, hago un mohín e intento ponerme de pie, mala idea, porque de inmediato mis piernas tiemblan, el mareo hace que todo a mi alrededor gire, como si hubiese tomado mucho cuando no es así. Respiro hondo, trato de hacer memoria de lo sucedido hasta que todos los recuerdos vienen de golpe contra mí, en especial lo último después de salir del centro nocturno, al ver que Jared estaba tan feliz al lado de Francia. Cierro los ojos, desciendo mi mirada y entro en alarmas al notar que estoy solo con ropa interior y con una camisa que me cubre poco los muslos. Rápido diviso mi ropa, mi vestido sobre la cómoda, estoy a nada de desvestirme y salir, cuando una maldición masculina proveniente de alguna parte, hace que me congele. Dejo el vestido, salgo de la habitación y con pies de plomo camino por lo que parece un espacioso departamento al
JAREDManejo como un loco, no lo puedo evitar, desde que vi esa jodida foto en la que ella besaba a otro, sus labios y manos encima de alguien más, maldita sea, no pensé que me pondría tan mal, es decir, no somos nada, no tengo el derecho de reclamarle algo, no obstante, la sangre me hierve como lava volcánica y siento el imperioso deseo de echarme para atrás, ir al departamento de donde salió con el cabello alborotado, y matar al hijo de puta que seguro la folló. ¿Por qué le habrá dado lo que a mí todavía no? ¿Cuánto habrá gozado? ¿Gime o grita cuando le meten la polla? Todas esas preguntas comienzan a martirizarme, piso el acelerador, hace más de cinco minutos que hemos dejado atrás a los paparazzi y reporteros, su móvil suena y enseguida la miro de soslayo, ella frunce los labios al ver la pantalla de su móvil. Me muerdo la lengua cuando alcanzo a ver el nombre de su padre en ella, por un segundo pensé que se trataba del hijo de puta que debería estar muerto. —¿A dónde me llevas