JAREDManejo como un loco, no lo puedo evitar, desde que vi esa jodida foto en la que ella besaba a otro, sus labios y manos encima de alguien más, maldita sea, no pensé que me pondría tan mal, es decir, no somos nada, no tengo el derecho de reclamarle algo, no obstante, la sangre me hierve como lava volcánica y siento el imperioso deseo de echarme para atrás, ir al departamento de donde salió con el cabello alborotado, y matar al hijo de puta que seguro la folló. ¿Por qué le habrá dado lo que a mí todavía no? ¿Cuánto habrá gozado? ¿Gime o grita cuando le meten la polla? Todas esas preguntas comienzan a martirizarme, piso el acelerador, hace más de cinco minutos que hemos dejado atrás a los paparazzi y reporteros, su móvil suena y enseguida la miro de soslayo, ella frunce los labios al ver la pantalla de su móvil. Me muerdo la lengua cuando alcanzo a ver el nombre de su padre en ella, por un segundo pensé que se trataba del hijo de puta que debería estar muerto. —¿A dónde me llevas
ANASTASIAFrancia, la rubia de ojos verdes que saluda de manera cariñosa a Jared, con un beso en los labios, hace que mis esperanzas se caigan de picada, no muestro mis sentimientos, no hago nada, solo me quedo ahí, bajo el umbral de la puerta, viendo como ellos dos ríen como si nada, como si yo existiera, es entonces que me doy cuenta de que sobro ahí. Por lo que tomo mis cosas lista para marcharme. Esa es mi intención hasta que Francia se percata de mi presencia y posa sus ojos sobre mí, ladeando una sonrisa socarrona que eleva las comisuras de sus labios en dirección del cielo. —¡Oh, por Dios! —chilla—. ¡Anastasia, no te vi! Miente, sello mis labios al tiempo que me envuelve entre sus brazos. Su aroma a perfume floral me pica y arrugo la nariz, ocultando mi reacción entre la curvatura de su cuello y el cabello rubio que tanto la caracteriza. —Hola —saludo con menos entusiasmo. No intento hacer contacto visual con Jared, siento que si lo hago, voy a terminar mal. —¿Jared te in
ANASTASIAAbro la puerta de la casa principal de la familia Hill, Martín y Luca tienen las mejores ideas cuando están justos, ya me lo había contado Bea, anoche, en cuanto terminé de llorar, fue Luca quien le marcó a Nicola, le expusimos el tema, me prometió patearle el culo cuando regresara, quiso consolarme diciendo que su hermano menor era una escoria que no merecía a una mujer como yo, y que debo estar ciega o falta de amor para querer estar con Jared, no lo pienso igual, claro. El punto es que me aseguró que Jared pasaría la noche en casa, ya que Byron no se encuentra y llegará tarde, lo que me dará el tiempo suficiente para preparar la sorpresa que le tengo, me indicó donde encontrar una copia de la llave, y ahora estaba aquí, sola, con dos bolsas del súper en mano, al principio no quise, pero Luca me dijo que luchara una vez más que seguro se ha comportado de ese modo porque no quiere lastimarme. Por lo que mi misión no solo es hablar con Jared a solas, sin interrupciones, si
ANASTASIANo dejo de observar la ventana de la cafetería a la que me trajo Daniel, no solo es casi medianoche, sino, que para terminar con mi mala suerte, está lloviendo, la idea de venir a este sitio fue solo mía, ya que ir a otro lugar con más lujo, implicaría el que me pudiera ver algún paparazzi, y lo que menos necesito en estos momentos es uno que me esté jodiendo justo cuando me han roto el corazón. Las manos las siento frías, y de soslayo me doy cuenta de que Daniel termina de pagar por los dos cafés, la cajera le sonríe, no obstante, él parece no percatarse, ya que permanece absorto en sus propios pensamientos. Cuando los míos van directo a una sola persona y al tiempo que he perdido. Ahora entiendo la preocupación en la mirada de Luca, es como siempre suele suceder, él sabía lo que iba a pasar. Por ello, pese a que Martín estaba entusiasmado por la loca idea, mantuvo su distancia, me apoyó con reservas, y ahora, tendré que decir que lo siento, porque una vez más no seguí su
JAREDLa sangre me hierve, la jaqueca que me atormenta no desaparece, firmo los últimos documentos que me hacen falta y cierro la carpeta que mi secretaria trajo mediante un contoneo vulgar de caderas, si estuviera en otra situación, sabría manejarlo, pero no, porque no puedo sacarme de la cabeza a Anastasia. Sé que la he tratado mal, no se lo merece, pero ella no comprende la dimensión de mis problemas, no tiene ni la menor idea de lo que se supone ser el hijo de Bryron. El apellido Hill no es cualquier cosa, y yo, por ser el hijo menor, teniendo como ejemplo a Nicola, sobre mis hombros cae una carga demasiado pesada. Respiro profundo, odio tratarla de este modo, pero si no lo hago, entonces me temo que los dos estaremos perdidos en un limbo, recargo todo mi cuerpo en el respaldo de mi silla giratoria, cuando la puerta se abre y es Byron, mi padre, quien entra con el ceño fruncido. —¿Sucede algo? —enarco una ceja con incredulidad. —No necesito que ocurra algo para venir y hablar
ANASTASIAHoras AntesSiento que el aire me quema los pulmones cuando veo a Francia sentada delante de mí, acepté venir a comer a este restaurante con ella, luego de haberme encontrado con ella a las afueras de la empresa en la que ahora trabajo. Quisiera decir que lo hice porque no soy mala persona, pero sinceramente, fue porque me da curiosidad saber qué es lo que me quiere decir. Ella pide el menú por las dos, en un perfecto italiano, el mesero se marcha, y yo le doy un sorbo a mi bebida, con la esperanza de que sea ella quien dé el primer paso. —Te ves bien, Anastasia —dice mi nombre con un tono de malicia. —Gracias —susurro.—No hay de qué, lo cierto es que te quería agradecer por la cena que nos preparaste a Jared y a mí, es muy lindo de tu parte —muestra su sonrisa más falsa, mostrando sus dientes perfectos. Solo es una máscara, lo puedo ver. —Sabes, por un momento pensé que esa cena era para Jared, creí que no sabías que llegaríamos Byron y yo —me mira fijamente. Guardo
ANASTASIALa lengua de Jared viaja por toda mi boca, encontrando la mía, succiona y muerde, está enfadado y yo demasiado ebria como para detener esta sensación que bulle en nuestro interior, ambos deseamos esto, mi mente está en blanco, quisiera tener el valor de mandarlo por la borda, de alejarme de él, sin embargo, mi cuerpo es traicionero. Me gusta el placer que me brinda, sus brazos fuertes me levantan y por instinto, rodeo su cuerpo con mis piernas, dejando que me lleve hasta la cama, donde me recuesta con delicadeza, mi espalda toca el colchón y mi piel se me eriza al ver cómo se quita la camiseta negra que trae puesta. —No pienso dejar que escapes, esta vez —arguye, al tiempo que desabotona sus vaqueros—. A la mierda con tu ropa. Se inclina una vez estando en bóxer, me desnuda hasta que me deja solo en ropa interior, es ahí cuando me doy cuenta de que esto va en serio. —Maldita sea —recorre con sus manos las curvaturas de mis caderas—. Sí que eres hermosa. Me come con luju
JAREDRojo, últimamente es mi color favorito, hay cosas que uno no puede olvidar, y una de ellas es lo que yace salpicando el lavabo, sangre, abro la llave para que el agua fría se lleve todo el desastre, siento que el aire me falta en los pulmones, los nudillos de mis manos están rojos, el vidrio del espejo roto, y miles de pedazos esparcidos por todo el piso. Curo mis heridas, no son graves, mientras lo hago, no dejo de pensar en ella, me regaló algo que nunca nadie había hecho, y eso lo valoro, lo cuido y lo protejo, ser el primero en follarla hace que mi vena posesiva salga a relucir. Nunca había sido así con nadie, con ninguna mujer, en cambio, ella, desde que la vi por primera vez, supe que sería distinto, al principio fue la razón más poderosa que tenía para alejarme de ella, una sabia decisión, luego, con el paso de los días, de los meses, me di cuenta de que lo que me dijo aquella vez Luca, era cierto, Anastasia es la clase de mujer que no se deja escapar, porque si lo hace