ANASTASIAEl doctor me vuelve a repetir las mismas preguntas una vez que estamos a solas, y es que los que presenciaron el accidente, piensan que estaba huyendo de Jared, debido a la aparente discusión que estábamos teniendo, y los que no, se inventaron el que él solo le estaba queriendo molestar y me empujó a propósito para que yo cayera al suelo y me mataran. Le respondo con la verdad, que él no tiene nada que ver con mi accidente y que todo está bien entre los dos, que fue imprudencia mía por no fijarme a los lados que venía un auto a gran velocidad. De cualquier manera, creo que esto es una señal para que comprenda que entre él y yo nunca va a ocurrir algo. —Listo, la herida no es grave, y en unas semanas vas a estar bien de la muñeca de la mano —el doctor me sonríe con lástima. Piensa que soy una de esas mujeres que son atacadas por sus parejas, pero no lo soy. —Gracias —le devuelvo el gesto. Enseguida, la puerta se abre y la figura de Jared aparece, le echa un vistazo rápid
JAREDDolor, eso es lo que siento, no dejo de ver el rojo de la sangre en el lavabo, nuevamente, una vez más estoy al borde de la muerte, y esta vez se siente como si fuera la última, alejé a la persona que más he amado en la vida por una razón, y esa es que estoy muriendo. Como ya es costumbre, limpio mi desastre, cuando lo hago, me coloco en el rostro la mejor cara que me sé poner, y esa es la de hijo de perra. Al salir, Francia termina de empacar sus últimas maletas, ella y yo llegamos a un acuerdo, sencillo, no nos vamos a joder más de lo que necesitamos, ante la sociedad y ante mi padre Byron, seremos esposos, a puertas cerradas, solo un par de desconocidos que a veces follan, y es que para ser honesto, es algo que ni quisiera me interesa en estos momentos. —¿Estarás bien sin mí? —me pregunta con un deje de confianza. Me recargo en el muro del umbral de la puerta, no me siento bien, los mareos cada vez son más frecuentes y, sin embargo, he aprendido a disimular el dolor. —Qu
NARRADOR OMNISCIENTELos giros que tiene la vida no siempre son soportables para las personas, y eso es algo que Anastasia sabe perfectamente bien, su cabeza no ha dejado de dar vueltas con lo mismo, tiene un enorme asunto qué resolver, está embarazada del hombre que le rompió el corazón y las ilusiones. Pero ese no es el mayor de los obstáculos por saltar, no es el hecho de que Jared Hill pueda enterarse de que está esperando un hijo suyo, ya que es bien sabido que Lizabetha tiene una gran boca, algo que comparte sin duda con Baster, y corre el riesgo de que le cuente en cualquier momento, sino, su familia. Los Ferrer son una de las familias inglesas más importantes, su madre nació en Italia, por ello, ha vivido en ambos sitios desde que era una niña con uso de razón, por eso, siempre han estado bajo el ojo del huracán. Sabe que su madre la mantiene vigilada, una de las razones por las que dio el grito en el cielo cuando supo que estaba en Estados Unidos, ya que allá le es más difí
ANASTASIAHa pasado una semana entera en la que no he querido encender el móvil, sigo procesando el hecho de estar embarazada. Es algo que no dejo de hacer. Hace dos días fui al hospital y logré que me dijeran que todo marcha a la perfección, me dieron un par de vitaminas que me ayudarán, me recomendaron cierta alimentación. También logré desempolvar la casa. Ahora parece un sitio decente. De cualquier manera, no he tenido comunicación con nadie, estoy sola en esto, me remuevo inquieta en la cama, no he podido dormir y me pregunto si es por el bebé. Abro los ojos en plena madrugada. Observo la hora que marca el reloj, una vez encendidas las luces, son las cuatro, la boca la tengo seca y me recuerdo que he estado tomando mucha agua. Salgo de la habitación con el deseo de un poco de agua cuando escucho el ruido de una puerta, me detengo en seco antes de bajar las escaleras.No hay nadie, no hay personal, solo yo, y no hay vecinos a la redonda. Remojo mis labios, ya me había enfrentado
ANASTASIASueño con él, con su mirada, con sus labios sobre los míos, con sus caricias erizando cada una de las fibras de mi piel, eso es lo que más me duele, que pese a todo, yo lo sigo añorando cuando está claro que él a mí no, yo pasé a ser un segundo plato de mesa para que después me desechara sin remordimiento, y ahora solo me queda una parte de él, una que estoy segura, me va a amar. Para cuando abro los ojos, todo el cuerpo me duele, en especial al intentar incorporarme, es como ser acuchillada por filosas navajas, eso es lo que siento en estos precisos momentos, el dolor es tan insoportable, que al descender la mirada para ver qué es lo que realmente pasa, me congelo. El vientre lo tengo vendado, mis brazos están conectados a varios monitores, intento quitarlos justo cuando la puerta se abre y un doctor entra acompañado por una enfermera. —Señorita Ferrer —me dice el hombre. La enfermera se muestra seria mientras se acerca a mí, revisa mis signos vitales, en general que to
ANASTASIAAl parecer la suerte no está de mi lado, en cuanto siento la mano de mi madre sobre mí, los recuerdos de mi infancia regresan, lo cierto es que he crecido teniéndole respeto, más no amor, nunca fue una madre cariñosa, detallista, nunca estuvo para mí cuando más lo necesitaba, en especial aquella vez en la que la oscuridad me engulló y la única mano amiga era la de Luca. El problema es que una niña de esa edad, al ocurrirle cosas así, no necesita de amigos, o incluso del padre, sino, de la madre, y la mía siempre ha estado ocupada tratando de tener la mejor apariencia y que nuestras noticias siempre sean llenas de ejemplo ante lo moral de lo que la sociedad cree correcto, es por ello que Luca y yo, siendo más jóvenes y temerosos de lo que nos pudiera pasar, decidimos acceder al matrimonio. Luego él conoció a Martín y bueno, esa es otra historia. —Eres una zorra —brama e intenta darme una nueva bofetada. Esta vez mis reflejos son rápidos y lo evito, deteniendo su mano en e
ANASTASIANo puedo creer que me haya prestado para esto, pero era la única opción si lo que quiero es estar bien con mi familia, es decir, no es que busque su aprobación, pero ya suficientes problemas tengo como para que esto sea motivo de que me linchen. En cuanto le dije a mi padre que aceptaría casarme con Ares, repitiendo el mismo patrón que con Luca, se repuso mágicamente. Y ni que decir de mi madre, al escuchar lo que le había dicho a papá, parecía que se había olvidado de lo que pasó con nosotras hace unas horas, me abrazó y nos sacaron a los dos de la habitación para que ellos pudieran hablar, al estar fuera de la atención de mis progenitores, fue un respiro, uno que no tardó en irse al darme cuenta de que Ares me observaba en silencio. —Siento que mis padres sean pesados —digo. Él ladea una sonrisa de media luna. —Todos los padres lo son, los míos, en especial —me tiende la mano para que yo tome la suya—. Vayamos a dar un paseo en lo que ellos se ponen de acuerdo. Tomo s
ANASTASIAMe congelo por completo, no puedo creer lo que leo, las manos me tiemblan y por un segundo el móvil se cae al suelo, no respiro, he olvidado como hacerlo, vale, una cosa es no querer volverlo a ver, metafóricamente hablando, pero otra muy distinta es que se haga realidad o que le desee algún mal. No es así, no es de ese modo. Al principio no sé cómo reaccionar, hasta que Lizabetha suelta una carcajada nivel Dios. —¡Lo sabía! —exclama llena de euforia—. Todavía te interesa. Trato de procesar sus palabras hasta que me doy cuenta de que se trata de una broma. —Eres increíble —bufo con molestia—. Con esa clase de cosas no se juega. Encoge sus hombros, restándole poca importancia. —Solo buscaba confirmar mi punto —recoge su móvil—. Jared te sigue importando más de lo que te gustaría admitir. Me muerdo el labio inferior. De soslayo observo que Ares se sigue alejando, tratando de darnos todo el espacio que sea posible, no es necesario, sin embargo, lo hace. —¿Ves a ese tipo?