ANASTASIAHa pasado una semana entera en la que no he querido encender el móvil, sigo procesando el hecho de estar embarazada. Es algo que no dejo de hacer. Hace dos días fui al hospital y logré que me dijeran que todo marcha a la perfección, me dieron un par de vitaminas que me ayudarán, me recomendaron cierta alimentación. También logré desempolvar la casa. Ahora parece un sitio decente. De cualquier manera, no he tenido comunicación con nadie, estoy sola en esto, me remuevo inquieta en la cama, no he podido dormir y me pregunto si es por el bebé. Abro los ojos en plena madrugada. Observo la hora que marca el reloj, una vez encendidas las luces, son las cuatro, la boca la tengo seca y me recuerdo que he estado tomando mucha agua. Salgo de la habitación con el deseo de un poco de agua cuando escucho el ruido de una puerta, me detengo en seco antes de bajar las escaleras.No hay nadie, no hay personal, solo yo, y no hay vecinos a la redonda. Remojo mis labios, ya me había enfrentado
ANASTASIASueño con él, con su mirada, con sus labios sobre los míos, con sus caricias erizando cada una de las fibras de mi piel, eso es lo que más me duele, que pese a todo, yo lo sigo añorando cuando está claro que él a mí no, yo pasé a ser un segundo plato de mesa para que después me desechara sin remordimiento, y ahora solo me queda una parte de él, una que estoy segura, me va a amar. Para cuando abro los ojos, todo el cuerpo me duele, en especial al intentar incorporarme, es como ser acuchillada por filosas navajas, eso es lo que siento en estos precisos momentos, el dolor es tan insoportable, que al descender la mirada para ver qué es lo que realmente pasa, me congelo. El vientre lo tengo vendado, mis brazos están conectados a varios monitores, intento quitarlos justo cuando la puerta se abre y un doctor entra acompañado por una enfermera. —Señorita Ferrer —me dice el hombre. La enfermera se muestra seria mientras se acerca a mí, revisa mis signos vitales, en general que to
ANASTASIAAl parecer la suerte no está de mi lado, en cuanto siento la mano de mi madre sobre mí, los recuerdos de mi infancia regresan, lo cierto es que he crecido teniéndole respeto, más no amor, nunca fue una madre cariñosa, detallista, nunca estuvo para mí cuando más lo necesitaba, en especial aquella vez en la que la oscuridad me engulló y la única mano amiga era la de Luca. El problema es que una niña de esa edad, al ocurrirle cosas así, no necesita de amigos, o incluso del padre, sino, de la madre, y la mía siempre ha estado ocupada tratando de tener la mejor apariencia y que nuestras noticias siempre sean llenas de ejemplo ante lo moral de lo que la sociedad cree correcto, es por ello que Luca y yo, siendo más jóvenes y temerosos de lo que nos pudiera pasar, decidimos acceder al matrimonio. Luego él conoció a Martín y bueno, esa es otra historia. —Eres una zorra —brama e intenta darme una nueva bofetada. Esta vez mis reflejos son rápidos y lo evito, deteniendo su mano en e
ANASTASIANo puedo creer que me haya prestado para esto, pero era la única opción si lo que quiero es estar bien con mi familia, es decir, no es que busque su aprobación, pero ya suficientes problemas tengo como para que esto sea motivo de que me linchen. En cuanto le dije a mi padre que aceptaría casarme con Ares, repitiendo el mismo patrón que con Luca, se repuso mágicamente. Y ni que decir de mi madre, al escuchar lo que le había dicho a papá, parecía que se había olvidado de lo que pasó con nosotras hace unas horas, me abrazó y nos sacaron a los dos de la habitación para que ellos pudieran hablar, al estar fuera de la atención de mis progenitores, fue un respiro, uno que no tardó en irse al darme cuenta de que Ares me observaba en silencio. —Siento que mis padres sean pesados —digo. Él ladea una sonrisa de media luna. —Todos los padres lo son, los míos, en especial —me tiende la mano para que yo tome la suya—. Vayamos a dar un paseo en lo que ellos se ponen de acuerdo. Tomo s
ANASTASIAMe congelo por completo, no puedo creer lo que leo, las manos me tiemblan y por un segundo el móvil se cae al suelo, no respiro, he olvidado como hacerlo, vale, una cosa es no querer volverlo a ver, metafóricamente hablando, pero otra muy distinta es que se haga realidad o que le desee algún mal. No es así, no es de ese modo. Al principio no sé cómo reaccionar, hasta que Lizabetha suelta una carcajada nivel Dios. —¡Lo sabía! —exclama llena de euforia—. Todavía te interesa. Trato de procesar sus palabras hasta que me doy cuenta de que se trata de una broma. —Eres increíble —bufo con molestia—. Con esa clase de cosas no se juega. Encoge sus hombros, restándole poca importancia. —Solo buscaba confirmar mi punto —recoge su móvil—. Jared te sigue importando más de lo que te gustaría admitir. Me muerdo el labio inferior. De soslayo observo que Ares se sigue alejando, tratando de darnos todo el espacio que sea posible, no es necesario, sin embargo, lo hace. —¿Ves a ese tipo?
JAREDHan pasado un par de días desde la operación, la cual, según los médicos y mi propio hermano, ha sido un rotundo éxito, me he quedado en el hospital para que me monitoreen, Byron no se ha aparecido, cosa que me resulta un puto respiro, a palabras de Nicola, este le dijo que me había ido de viaje a Texas y que pasaría un par de días ahí, con la que se supone es mi maldita esposa. Tampoco he tenido noticias de Francia, no es que me importe, solo no quiero que se le olvide el asunto del divorcio, firmarlo es una prioridad para mí, tendré que hablar con ella a su regreso, en cuanto a Anastasia… no me la saco de la cabeza. Anoche tuve un maldito sueño húmedo, uno en el que le perforaba la puerta trasera, sus chillidos de dolor eran tan reales, que cuando desperté y me di cuenta de que solo se trataba de un sueño, eyaculé. La necesito, ahora que la vida me ha ofrecido una segunda oportunidad, no pienso desaprovecharla. —¿Pensando en ella? La voz de Nicola hace que deje de fantase
ANASTASIANo he querido salir de mi habitación, Lizabetha ha intentado que salga, pero no puedo, anoche solo le dije que había tomado la decisión de casarme con Ares, porque era lo mejor para mi familia, mentí, también lo hice porque creí que podía olvidarme de él, estaba equivocada, porque no solo resultó ser el villano de mi nueva historia, sino, el obsesivo que está enamorado de mí desde que éramos niños. Todo ese cuento de que tiene a alguien más, fue mentira, acepté porque me amenazaron con lastimar a Jared, mi madre no es idiota, cuando se propone algo lo consigue, no importa qué es lo que sea, solo que juega sucio. Mi padre solo es un pelele a su lado, la de la mente maestra siempre ha sido ella. Y ahora me encuentro en medio del dolor que siento por perder a mi bebé, del rechazo de Jared, las reglas absurdas de mis padres y un futuro matrimonio lleno de odio y cuidado, tendré que cuidarme las espaldas. Hace una hora llamé a la policía para saber si saben algo acerca del con
ANASTASIAHe tenido este maldito presentimiento de que algo iba a salir mal, desde que salí de casa, es solo que no imaginé que se tratara de esto, noto algo raro en él, y es el hecho de que pese a estar en un restaurante y ser de noche, completa su atuendo de jeans oscuros, camiseta negra, que se le pega al cuerpo, mostrando sus bíceps, y una gorra del mismo color. Trago grueso, el aliento se me atora en la garganta y creo que me he quedado inmóvil. —¿Hija? Es la voz de mi padre la que me saca de mi ensimismamiento. —¿No piensas saludar? —inquiere con un nerviosismo aparente. Detrás de mi espalda siento la mano de Ares, rodeando mi cintura y de alguna manera, obligándome a caminar. —Ella es mi hija, Anastasia Ferrer y su prometido, Ares D'Angelis —nos presenta. —Anastasia, querida, es un gusto volver a verte —habla Byron. Mi madre no parece sorprendida, estoy segura que no sabía que se trataba de los Hill, hasta que ellos se presentaron, no está cómoda, lo sé porque le lanza