ANASTASIANo puedo creer que me haya prestado para esto, pero era la única opción si lo que quiero es estar bien con mi familia, es decir, no es que busque su aprobación, pero ya suficientes problemas tengo como para que esto sea motivo de que me linchen. En cuanto le dije a mi padre que aceptaría casarme con Ares, repitiendo el mismo patrón que con Luca, se repuso mágicamente. Y ni que decir de mi madre, al escuchar lo que le había dicho a papá, parecía que se había olvidado de lo que pasó con nosotras hace unas horas, me abrazó y nos sacaron a los dos de la habitación para que ellos pudieran hablar, al estar fuera de la atención de mis progenitores, fue un respiro, uno que no tardó en irse al darme cuenta de que Ares me observaba en silencio. —Siento que mis padres sean pesados —digo. Él ladea una sonrisa de media luna. —Todos los padres lo son, los míos, en especial —me tiende la mano para que yo tome la suya—. Vayamos a dar un paseo en lo que ellos se ponen de acuerdo. Tomo s
ANASTASIAMe congelo por completo, no puedo creer lo que leo, las manos me tiemblan y por un segundo el móvil se cae al suelo, no respiro, he olvidado como hacerlo, vale, una cosa es no querer volverlo a ver, metafóricamente hablando, pero otra muy distinta es que se haga realidad o que le desee algún mal. No es así, no es de ese modo. Al principio no sé cómo reaccionar, hasta que Lizabetha suelta una carcajada nivel Dios. —¡Lo sabía! —exclama llena de euforia—. Todavía te interesa. Trato de procesar sus palabras hasta que me doy cuenta de que se trata de una broma. —Eres increíble —bufo con molestia—. Con esa clase de cosas no se juega. Encoge sus hombros, restándole poca importancia. —Solo buscaba confirmar mi punto —recoge su móvil—. Jared te sigue importando más de lo que te gustaría admitir. Me muerdo el labio inferior. De soslayo observo que Ares se sigue alejando, tratando de darnos todo el espacio que sea posible, no es necesario, sin embargo, lo hace. —¿Ves a ese tipo?
JAREDHan pasado un par de días desde la operación, la cual, según los médicos y mi propio hermano, ha sido un rotundo éxito, me he quedado en el hospital para que me monitoreen, Byron no se ha aparecido, cosa que me resulta un puto respiro, a palabras de Nicola, este le dijo que me había ido de viaje a Texas y que pasaría un par de días ahí, con la que se supone es mi maldita esposa. Tampoco he tenido noticias de Francia, no es que me importe, solo no quiero que se le olvide el asunto del divorcio, firmarlo es una prioridad para mí, tendré que hablar con ella a su regreso, en cuanto a Anastasia… no me la saco de la cabeza. Anoche tuve un maldito sueño húmedo, uno en el que le perforaba la puerta trasera, sus chillidos de dolor eran tan reales, que cuando desperté y me di cuenta de que solo se trataba de un sueño, eyaculé. La necesito, ahora que la vida me ha ofrecido una segunda oportunidad, no pienso desaprovecharla. —¿Pensando en ella? La voz de Nicola hace que deje de fantase
ANASTASIANo he querido salir de mi habitación, Lizabetha ha intentado que salga, pero no puedo, anoche solo le dije que había tomado la decisión de casarme con Ares, porque era lo mejor para mi familia, mentí, también lo hice porque creí que podía olvidarme de él, estaba equivocada, porque no solo resultó ser el villano de mi nueva historia, sino, el obsesivo que está enamorado de mí desde que éramos niños. Todo ese cuento de que tiene a alguien más, fue mentira, acepté porque me amenazaron con lastimar a Jared, mi madre no es idiota, cuando se propone algo lo consigue, no importa qué es lo que sea, solo que juega sucio. Mi padre solo es un pelele a su lado, la de la mente maestra siempre ha sido ella. Y ahora me encuentro en medio del dolor que siento por perder a mi bebé, del rechazo de Jared, las reglas absurdas de mis padres y un futuro matrimonio lleno de odio y cuidado, tendré que cuidarme las espaldas. Hace una hora llamé a la policía para saber si saben algo acerca del con
ANASTASIAHe tenido este maldito presentimiento de que algo iba a salir mal, desde que salí de casa, es solo que no imaginé que se tratara de esto, noto algo raro en él, y es el hecho de que pese a estar en un restaurante y ser de noche, completa su atuendo de jeans oscuros, camiseta negra, que se le pega al cuerpo, mostrando sus bíceps, y una gorra del mismo color. Trago grueso, el aliento se me atora en la garganta y creo que me he quedado inmóvil. —¿Hija? Es la voz de mi padre la que me saca de mi ensimismamiento. —¿No piensas saludar? —inquiere con un nerviosismo aparente. Detrás de mi espalda siento la mano de Ares, rodeando mi cintura y de alguna manera, obligándome a caminar. —Ella es mi hija, Anastasia Ferrer y su prometido, Ares D'Angelis —nos presenta. —Anastasia, querida, es un gusto volver a verte —habla Byron. Mi madre no parece sorprendida, estoy segura que no sabía que se trataba de los Hill, hasta que ellos se presentaron, no está cómoda, lo sé porque le lanza
ANASTASIA—¿Qué ha sido todo eso? La pregunta de Ares, me toma por sorpresa, no es que no quiera hablar, pero me sigo reponiendo de lo que acaba de pasar, intento ordenar mis ideas mientras regresamos, Jared está en Londres, estuvo a punto de morir, se casó con Francia porque Byron se lo pidió, me alejó de él por miedo a herirme, perdí a mi bebé, él lo sabe y ahora me quiere a su lado, pero mi madre y Ares lo van a destruir. Byron Hill es poderoso, en Estados Unidos, no aquí, no en Londres, mi madre es peor que una plaga de la Biblia. Y es capaz de incluso matarlos. Tengo que poner todo en una balanza, equilibrar ambos lados y alejar a Jared de mi familia. —¡Te hice una maldita pregunta! —Ares tira con fuerza de mi brazo. Nos detenemos en medio del pasillo y no puedo evitar voltear detrás de él, para evitar que Jared nos vea y hagan más grande este problema. —Nada —intento soltarme de su agarre. Él ajusta con más fuerza, me va a dejar una marca y hago una mueca de dolor. —Me l
ANASTASIAPesadilla, eso es lo que he vivido desde que me adentraron a ese sucio juego en el que mi tío, hermano de mi padre, se vestía de gala, con una cabeza de botarga de conejo y me tocaba, me acariciaba ante los ojos expectantes de otro hombre que permanecía escondido en la oscuridad. Solo hacía eso, no me gustaba, me aterraba, hubo una temporada en la que le quise contar todo a mamá, pero como siempre, me hacía a un lado y volvía a darme la espalda como hasta ahora lo ha hecho. Nunca le dije nada, luego murió de cáncer y ese día lo festejé en grande, recuerdo haber ido a un club nocturno en Italia con Luca, luego, al día siguiente, recibí los reclamos de mis padres por no asistir a su funeral. Está muerto, ¿entonces por qué estoy viendo sus mismos ojos? ¿Acaso estoy dentro de una nueva pesadilla? El tipo me mira y el mismo miedo que sentí cuando era una niña, son los mismos ojos verdes los que me devoran el alma, no me hace nada, solo me observa con detenimiento, como si fuer
ANASTASIAContar los secretos nunca ha sido mi fuerte, en especial cuando se trata del que más me he esforzado por ocultar, enterarme de lo que hacía mi padre, no le quita la culpa a mi madre, quien detrás de rejas, pidió hablar conmigo, el punto es que sé que lo hace solo porque intenta convencerme de lo contrario para que la saquen de ahí. Por ello, no he hablado con ella y para ser honesta, no pienso hacerlo. En cuanto a Luca, cuando le comenté todo, no me pude escapar de su regaño, lloré en su hombro como en el pasado, hablamos y sentí la liberación que tanto había estado esperando. Por supuesto que la vida no es fácil, mi relación con Jared aún tiene grietas que será difícil cerrar. Intento alejarme de él en algunas ocasiones de soledad, pero él siempre se las arregla para ser una plaga. Como en estos momentos, en los que no deja de ajustar su agarre en mi cintura, mientras despedimos a Luca y a Martín, Irán de regreso a Italia para atender la galería que tienen con Bea como s