ANASTASIAHoras AntesSiento que el aire me quema los pulmones cuando veo a Francia sentada delante de mí, acepté venir a comer a este restaurante con ella, luego de haberme encontrado con ella a las afueras de la empresa en la que ahora trabajo. Quisiera decir que lo hice porque no soy mala persona, pero sinceramente, fue porque me da curiosidad saber qué es lo que me quiere decir. Ella pide el menú por las dos, en un perfecto italiano, el mesero se marcha, y yo le doy un sorbo a mi bebida, con la esperanza de que sea ella quien dé el primer paso. —Te ves bien, Anastasia —dice mi nombre con un tono de malicia. —Gracias —susurro.—No hay de qué, lo cierto es que te quería agradecer por la cena que nos preparaste a Jared y a mí, es muy lindo de tu parte —muestra su sonrisa más falsa, mostrando sus dientes perfectos. Solo es una máscara, lo puedo ver. —Sabes, por un momento pensé que esa cena era para Jared, creí que no sabías que llegaríamos Byron y yo —me mira fijamente. Guardo
ANASTASIALa lengua de Jared viaja por toda mi boca, encontrando la mía, succiona y muerde, está enfadado y yo demasiado ebria como para detener esta sensación que bulle en nuestro interior, ambos deseamos esto, mi mente está en blanco, quisiera tener el valor de mandarlo por la borda, de alejarme de él, sin embargo, mi cuerpo es traicionero. Me gusta el placer que me brinda, sus brazos fuertes me levantan y por instinto, rodeo su cuerpo con mis piernas, dejando que me lleve hasta la cama, donde me recuesta con delicadeza, mi espalda toca el colchón y mi piel se me eriza al ver cómo se quita la camiseta negra que trae puesta. —No pienso dejar que escapes, esta vez —arguye, al tiempo que desabotona sus vaqueros—. A la mierda con tu ropa. Se inclina una vez estando en bóxer, me desnuda hasta que me deja solo en ropa interior, es ahí cuando me doy cuenta de que esto va en serio. —Maldita sea —recorre con sus manos las curvaturas de mis caderas—. Sí que eres hermosa. Me come con luju
JAREDRojo, últimamente es mi color favorito, hay cosas que uno no puede olvidar, y una de ellas es lo que yace salpicando el lavabo, sangre, abro la llave para que el agua fría se lleve todo el desastre, siento que el aire me falta en los pulmones, los nudillos de mis manos están rojos, el vidrio del espejo roto, y miles de pedazos esparcidos por todo el piso. Curo mis heridas, no son graves, mientras lo hago, no dejo de pensar en ella, me regaló algo que nunca nadie había hecho, y eso lo valoro, lo cuido y lo protejo, ser el primero en follarla hace que mi vena posesiva salga a relucir. Nunca había sido así con nadie, con ninguna mujer, en cambio, ella, desde que la vi por primera vez, supe que sería distinto, al principio fue la razón más poderosa que tenía para alejarme de ella, una sabia decisión, luego, con el paso de los días, de los meses, me di cuenta de que lo que me dijo aquella vez Luca, era cierto, Anastasia es la clase de mujer que no se deja escapar, porque si lo hace
ANASTASIAEl doctor me vuelve a repetir las mismas preguntas una vez que estamos a solas, y es que los que presenciaron el accidente, piensan que estaba huyendo de Jared, debido a la aparente discusión que estábamos teniendo, y los que no, se inventaron el que él solo le estaba queriendo molestar y me empujó a propósito para que yo cayera al suelo y me mataran. Le respondo con la verdad, que él no tiene nada que ver con mi accidente y que todo está bien entre los dos, que fue imprudencia mía por no fijarme a los lados que venía un auto a gran velocidad. De cualquier manera, creo que esto es una señal para que comprenda que entre él y yo nunca va a ocurrir algo. —Listo, la herida no es grave, y en unas semanas vas a estar bien de la muñeca de la mano —el doctor me sonríe con lástima. Piensa que soy una de esas mujeres que son atacadas por sus parejas, pero no lo soy. —Gracias —le devuelvo el gesto. Enseguida, la puerta se abre y la figura de Jared aparece, le echa un vistazo rápid
JAREDDolor, eso es lo que siento, no dejo de ver el rojo de la sangre en el lavabo, nuevamente, una vez más estoy al borde de la muerte, y esta vez se siente como si fuera la última, alejé a la persona que más he amado en la vida por una razón, y esa es que estoy muriendo. Como ya es costumbre, limpio mi desastre, cuando lo hago, me coloco en el rostro la mejor cara que me sé poner, y esa es la de hijo de perra. Al salir, Francia termina de empacar sus últimas maletas, ella y yo llegamos a un acuerdo, sencillo, no nos vamos a joder más de lo que necesitamos, ante la sociedad y ante mi padre Byron, seremos esposos, a puertas cerradas, solo un par de desconocidos que a veces follan, y es que para ser honesto, es algo que ni quisiera me interesa en estos momentos. —¿Estarás bien sin mí? —me pregunta con un deje de confianza. Me recargo en el muro del umbral de la puerta, no me siento bien, los mareos cada vez son más frecuentes y, sin embargo, he aprendido a disimular el dolor. —Qu
NARRADOR OMNISCIENTELos giros que tiene la vida no siempre son soportables para las personas, y eso es algo que Anastasia sabe perfectamente bien, su cabeza no ha dejado de dar vueltas con lo mismo, tiene un enorme asunto qué resolver, está embarazada del hombre que le rompió el corazón y las ilusiones. Pero ese no es el mayor de los obstáculos por saltar, no es el hecho de que Jared Hill pueda enterarse de que está esperando un hijo suyo, ya que es bien sabido que Lizabetha tiene una gran boca, algo que comparte sin duda con Baster, y corre el riesgo de que le cuente en cualquier momento, sino, su familia. Los Ferrer son una de las familias inglesas más importantes, su madre nació en Italia, por ello, ha vivido en ambos sitios desde que era una niña con uso de razón, por eso, siempre han estado bajo el ojo del huracán. Sabe que su madre la mantiene vigilada, una de las razones por las que dio el grito en el cielo cuando supo que estaba en Estados Unidos, ya que allá le es más difí
ANASTASIAHa pasado una semana entera en la que no he querido encender el móvil, sigo procesando el hecho de estar embarazada. Es algo que no dejo de hacer. Hace dos días fui al hospital y logré que me dijeran que todo marcha a la perfección, me dieron un par de vitaminas que me ayudarán, me recomendaron cierta alimentación. También logré desempolvar la casa. Ahora parece un sitio decente. De cualquier manera, no he tenido comunicación con nadie, estoy sola en esto, me remuevo inquieta en la cama, no he podido dormir y me pregunto si es por el bebé. Abro los ojos en plena madrugada. Observo la hora que marca el reloj, una vez encendidas las luces, son las cuatro, la boca la tengo seca y me recuerdo que he estado tomando mucha agua. Salgo de la habitación con el deseo de un poco de agua cuando escucho el ruido de una puerta, me detengo en seco antes de bajar las escaleras.No hay nadie, no hay personal, solo yo, y no hay vecinos a la redonda. Remojo mis labios, ya me había enfrentado
ANASTASIASueño con él, con su mirada, con sus labios sobre los míos, con sus caricias erizando cada una de las fibras de mi piel, eso es lo que más me duele, que pese a todo, yo lo sigo añorando cuando está claro que él a mí no, yo pasé a ser un segundo plato de mesa para que después me desechara sin remordimiento, y ahora solo me queda una parte de él, una que estoy segura, me va a amar. Para cuando abro los ojos, todo el cuerpo me duele, en especial al intentar incorporarme, es como ser acuchillada por filosas navajas, eso es lo que siento en estos precisos momentos, el dolor es tan insoportable, que al descender la mirada para ver qué es lo que realmente pasa, me congelo. El vientre lo tengo vendado, mis brazos están conectados a varios monitores, intento quitarlos justo cuando la puerta se abre y un doctor entra acompañado por una enfermera. —Señorita Ferrer —me dice el hombre. La enfermera se muestra seria mientras se acerca a mí, revisa mis signos vitales, en general que to